Príncipe de Dragones

Introducción

Cuando era un niño, mamá solía contarnos a mí y mis hermanas una historia ancestral que ha viajado de boca en boca sin cesar, solía hablarnos de cuando la civilización humana llegó al límite de su existencia, el mundo estaba listo para acabarnos debido a nuestro enorme descuido, a nuestra negligencia, a nuestro odio infundado bajo ideologías absurdas e innecesarias, guerras egoístas y propensas a traernos más y más caos, muerte, destrucción y deshonra; parecía que estábamos perdidos, no tendríamos más oportunidades, después de todo, Dios nos había dado tantas ya... Y fallábamos, una y otra y otra vez, perdimos todo al saber que la naturaleza nos acabaría, fue lento, tan paulatino que no logramos asociar la ira del mundo contra nosotros hasta que, con huracanes, maremotos, terremotos, sequías, ataques de animales, nos dimos cuenta, pero tarde, ¿Verdad?

En verdad lo fue, tardísimo, y como dije, perdimos mucho: familias, ciudades, amigos, esperanza, fe, ilusión... No nos quedaba nada, sólo el inminente hecho de que desapareceríamos de la faz de la Tierra.

Pero entre tantos hombres moribundos sin fe, hubo uno que siguió pidiendo por nuestra redención, hubo uno que deseó con todas sus fuerzas que no sufriéramos más, porque así como había culpables, había inocentes, pidió una última oportunidad ofreciendo a cambio su simple vida... Y fue escuchado...

De entre las entrañas de la tierra emergió la criatura más magnífica, idílica e imponente que hubiéramos imaginado, con enormes alas, espinas sobre el lomo, patas y garras tan grandes y fuertes que hubieran tumbado edificios con un solo y mínimo movimiento, de llamativos colores, textura irreal y esos ojos... Ojos tan expresivos y claros, más que los de un ser humano. Un dragón, y no uno cualquiera sino aquel que pactó con el joven humano la redención de la humanidad, aquel que, a cambio de un sitio para los suyos libre de violencia y caza, brindaría a ese hombre los conocimientos necesarios para que los sobrevivientes evolucionaran en mente, corazón y alma, para que, por cada hombre, hubiera un dragón libre...

Es así como la leyenda del primer jinete de dragón nació en mi mundo, precisamente en el reino de Aphato, lugar donde aquel benevolente hombre fue coronado rey y donde él formó el primer vínculo con un dragón a través del pacto de la palabra, volviéndose uno en cuerpo y alma y la leyenda se extendió por todo el planeta.

Jamás pensamos que debajo de la tierra, en las profundidades del mar o en lo más alto del cielo, allá donde las nubes reinan y el sol clama su propiedad, vivían las bestias más increíbles, salidas de cuentos antiguos, habitando la noche cuando nosotros dormíamos para sentir algo de libertad, era impensado, era... alucinante.

Es así como aquí, en Aphato, se irguió uno de los reinos más prósperos, pacíficos y encantadores del mundo, donde congeniaba de manera armoniosa y sana tanto la modernidad como la magia antigua, la realeza humana con la realeza de dragones y es eso lo que me volvía increíblemente loco; cada vez que ayudaba a mamá en el campo podía ver a tales criaturas sobrevolar el cielo, lejos de mí, marchando a palacio donde los jinetes de dragón custodiaban no solo a la familia del rey sino que también el equilibrio del mundo natural y mágico.

Para mí, mi vida era lo más monótono y aburrido que podía haber, aun cuando mis padres aseguraban que el cultivo de vegetales era lo que llevaba alimento a todo el reino, para mí era la mayor tortura que podía haber, yo quería más, quería emoción y aventura, quería que algo me sorprendiera, quería un día despertar sin tener la menor idea de lo que sucedería; es por ello que jamás pensé que conocería a la persona más vivaz, valiente y encantadora, aquella que era capaz de sonreír como una niña y pelear como el guerrero más bravo de todos, aquella que me mostró el mundo de la magia. Ella era la persona que todos admiraban, que querías tener cerca, deseabas ser su amigo, tener algún contacto, parecía que tenía la habilidad de hacer tus días más bellos y entonces lo supe, yo, Ivoh Duncan, necesitaba en mi vida, en mis días, en mi alma a la jinete Tessa Winslet.

Nunca pensé que me cambiaría la vida, el destino y el pasado cuando la vi por primera vez...

Y tú, ¿Quieres sumergirte en un mundo de dragones? ¿Serás capaz de convertirte en jinete de dragón de corazón? Anda, te contaré mi historia, te prometo, que vale la pena.




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