Príncipe de Dragones

04

—¿Quieres decirme qué es lo que estás haciendo aquí sin cumplir con tus responsabilidades? —preguntó Lia viendo a su hijo mientras terminaba de acercarse.

—Te lo puedo explicar —dijo Ivoh sin saber bien qué es lo que diría.

—Te escucho, muchacho, porque siempre estás haciendo lo mismo, dejas tus deberes de lado y no ayudas en el mantenimiento de estas cosechas —cruzó los brazos sobre el pecho con molestia.

—Ha sido mi culpa, mi señora —Tessa se adelantó unos pasos usando toda su elegancia y buena habla que le habían inculcado—. Me temo que requería de buen espacio para poder liberar a mis dragones, Ivoh me trajo hasta aquí pero no pude impedir los destrozos, realmente lo lamento por eso y por distraer a su hijo.

—Bueno, supongo que eso cambias las cosas —la mujer suspiró relajando un poco su postura, sus ojos fueron a las dos bestias que esperaban detrás de Winslet y de O´Brien y que disfrutaban del prado—, ¿no son peligrosos?

—No, no lo son, se lo puedo asegurar —sonrió Tessa—. ¿Quiere tocarlos?

—No, te agradezco, no son de mi completo agrado —negó la mujer—. No es que no aprecie el trabajo que haces, o lo que los dragones son capaces de hacer, pero les temo de todas formas.

—Es comprensible —asintió William observando de reojo a Tessa quien mantenía los labios apretados en una fina línea, disconforme con lo dicho pero manteniendo su compostura.

—Madre, por favor —el joven granjero se sentía incómodo cuando su progenitora o su hermana mayor hablaban de esa manera, en su familia nadie más tenía esa fascinación por los dragones como él.

—Jóvenes —Pietro se acercó a su familia y a los dos soldados del reino—. Me temo que es momento de terminar esta tertulia, una escuadra de guerreros esperan por ustedes en la entrada de nuestra casa, no sé qué sucede pero me gustaría enterarme si mi familia corre riesgo al estar cerca de los límites del territorio.

—Claro —susurró Winslet caminando hacia él, pero se detuvo y volteó a ver a William—. Vuelvo en breve, ¿Puedes vigilar a Ehecatl?

—Claro, Haku y yo nos encargamos, ¿Verdad, compañera? —observó a la dragona asentir, esta observó a su ama y le hizo un movimiento con el hocico, comunicándose.

—Tranquila, vuelvo pronto —la chico siguió el sendero marcado por Pietro y su esposa.

Ivoh caminaba a paso rápido tratando de saber qué era lo que sus padres hablaban con Tessa, no quería que dijeran algo que pudiera ofenderla, tan solo quería un poco más de tiempo, seguir conociendo sobre los dragones, tenía tantas preguntas que no habían sido respondidas y, quisiera o no admitirlo, estaba interesado en la jinete, quería conocer más a fondo a Tessa Winslet; por su parte, su hermana mayor lo observaba desde unos pasos detrás con el ceño fruncido, Samara no aprobaba para nada que el joven estuviera metiéndose en cuestiones reales, no quería saberlo dentro de la supuesta guerra que avecinaba comenzar ni cerca de esas temibles bestias que podían destrozarte con solo un mínimo movimiento, Ivoh estaba mejor y a salvo con ellos, en la granja, tendría una vida tranquila pero segura.

—Ivoh —lo llamó, el joven la esperó hasta que estuvieron a la par y siguieron caminando juntos—. Por favor, piensa lo que vas a hacer ahora.

—¿A qué te refieres? —frunció el ceño confundido.

—Sé lo que estás pensando, siempre fantaseando, pensando en esos bichos gigantes, sé que quieres irte de casa desde hace mucho pero rondar a los soldados solo te traerá problemas, por favor, piénsalo —se detuvo tomando su brazo—. Hermano, tu vida no es junto a un dragón, no es en batalla sino aquí, junto a nosotros.

—¿Tú qué puedes saber? —negó el chico retrocediendo—. ¿Por qué te molesta tanto el tema? ¿Realmente no puedes estar contenta porque algo bueno y que quiero me sucede? No quiero pasar mi vida cultivando, no menosprecio esto, pero tengo otros sueños y otros intereses.

—¿Cuáles intereses? ¿Un dragón? ¿O la jinete que lo monta? —encaró.

—No te comprendo, no sé qué quieres ni por qué me dices estas cosas pero no voy a seguir escuchándote más, Samara —se alejó a paso rápido, no quería escuchar las palabras de su hermana mayor, no comprendía cuál era el afán de la joven por mantenerlo allí sin salir al mundo.

Por otro lado, Tessa se encontraba llegando a la entrada de la gran casa encontrándose con varios de sus compañeros montados en sus bestias, al mando de todos ellos se hallaba el general Jhon Parker de pie junto a su dragón de dos cabezas —una de las bestias más fieras y difíciles de controlar por sus amos—; apenas estuvo frente al hombre de mayor rango hizo una reverencia y el saludo que la identificaba como miembro del Ejército Real y como ciudadana de Aphato, el puño sobre el corazón y la cabeza en alto.

Jhon era conocido por ser uno de los mejores lideres, por tener el escuadrón mejor portado, con más batallas ganadas, era un hombre estratégico, serio, exigente y duro, pero comprensivo y empático con sus subordinados; nadie mejor que él podría mantener a raya a Dragua y Drachen, la bestia de dos cabezas que lo seguía a todos lados.

—Llevo tiempo buscándote, Winslet, ¿Qué se supone que haces aquí? Debiste regresar hace dos días —preguntó con semblante serio, exigiendo respuestas.

—Lo sé, General, pero fui atacada en pleno vuelo y tuve que aterrizar en los bosques del límite, de no haber sido por la ayuda que recibí hubiera muerto —explicó.




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