William observaba el panorama desde la cima de un árbol, parecía no haber moros en la costa pero no quería arriesgarse en lo absoluto. La noche había pasado serena al menos, sin contratiempos, más no podía darse el lujo de dejar libre a Balaur porque estaba seguro de que serían blanco fácil y porque estaba preocupado, temía perder a su compañero dragón y prefería mantenerlo seguro en su interior; suspiró bajando entre las ramas de la manera más silenciosa posible, una vez en el suelo se escabulló con rapidez hasta llegar una vez más al montón de raíces que le proporcionaba refugio a Tessa. La jinete de Haku se hallaba inconsciente aún, no había podido despertar a causa de la elevada fiebre que la aquejaba, por momentos se le dificultaba respirar y era cuando Adam mayor miedo tenía.
El muchacho suspiró quedándose cerca de su amiga, pensando las posibilidades que tenían de poder pedir ayuda o bien regresar al palacio, nadie vendría a buscarlos porque era ley de jinetes, te arriesgas y tú te encargas de tu vida, nadie más, nadie menos; chasqueó la lengua poniendo atención a los tatuajes en el brazo de Tess viéndolos tornarse de azul a verde y viceversa, ¿Qué sucedía con los dragones dentro? ¿Seguían luchando? ¿Qué tan peligroso era para la salud de Tessa? Si bien el cuerpo de los jinetes estaba preparado para ser el refugio de los dragones y también para la circulación de energía y magia entre las bestias y ellos, era demasiado pensar que podían albergar a más de un ejemplar, en especial cuando no hay paz entre ellos.
—Will —susurró ella abriendo los ojos con pesar, sentía que llevaba rocas sobre su pecho debido al peso allí.
—Ey, estoy aquí, tranquila —sonrió de lado—. Tenemos que pensar qué es lo que vamos a hacer, Tess, no nos podemos quedar aquí. Somos blanco fácil al ser atacados.
—Deberías irte, ve por ayuda —suspiró incorporándose con lentitud—. No podemos seguir así, nos van a encontrar tarde o temprano y no tenemos idea de cómo están los demás. Lo más sensato es que quién mejor esté condiciones regrese a dar la alerta.
—No puedo arriesgarme a que Balaur sea visto, son muchos dragones malasios los que nos atacaron antes, no podrá con todos ellos y con protegernos a nosotros —negó tocando la herida en su hombro, ya no dolía ni sangraba pero no quería decir que se sentía óptimo para una batalla—. ¿Qué hay de Haku? ¿Has podido sentirla?
—No del todo, sé que está allí pero no tengo certeza de nada —negó con una mueca—. La otra bestia está molesta, no puedo sentirme bien si me está atacando desde dentro y no estoy segura de qué es lo que está pasando, ¿Cómo es posible que haya logrado traerla conmigo? ¿No se supone que solo los dragones y jinetes compañeros pueden unirse?
—Técnicamente no te has unido, pero si quisieras domarla y tenerla para ti, parece ser una opción —sopesó—. De esa manera estarías robándole el dragón a otro, ¿Crees que sea una forma de obtener más poder?
—No lo había pensado de esa forma, pero en caso de ser así, es bastante perjudicial, apenas puedo soportarlo —negó con otra mueca de dolor.
—Siempre has sido una persona que se da bien con los dragones, eso es algo que muchos te envidian aunque no lo creas, tal vez sea por ese motivo que has logrado esto —frunció el ceño—. O hay mucho que no conocemos en realidad.
—No estoy segura de nada ahora mismo —suspiró—. El dolor debe acabar, es demasiado para mí.
—Liberar a la bestia es una opción —William sopesó—. Pero nos arriesgamos a que nos delate con sus pares, se comunican fácilmente entre ellos y podrían estar cerca a la espera.
—Por eso debes irte, lo mejor es que uno de nosotros siga adelante —se observaron—. Si lo voy a liberar tienes que estar lejos en caso de que lleguen sus compañeros para ayudarlo.
—Es peligroso, puede que no salgas viva de esto —espetó incrédulo—. No te puedo abandonar.
—Es más importante la misión, que vayas por el general y sepan que estamos vivos y que todo esto ha sido una trampa, ¿Qué estará pasando en la ciudad? ¿Atacaron el castillo? —se dijo preocupada—. Will, no se trata de nosotros o nuestro bien sino el de todos los ciudadanos.
—Esto es una mierda, Tessa —suspiró abatido—. Iré a dar una vuelta, veré qué puedo encontrar de los demás y regresaré por ti, te lo prometo.
—No lo hagas, me alejaré un poco de esta zona y liberaré al dragón malasio, lo que sea que tenga que suceder en ese momento trataré de manejarlo de la mejor manera —ambos salieron del escondite viendo a todos lados y bajando la voz—. Ve con el general, pero si no lo hallas no dudes en regresar, necesitamos que la reina sepa qué es lo que ha pasado aquí.
—Lo haré, pero regresaré aquí por ti o enviaré alguien para que te recoja, no te preocupes —sonrió—. Nos vemos.
—Ten cuidado —chocaron puños separándose lentamente.
Cuando Tessa perdió de vista a su compañero fue que decidió caminar en dirección opuesta hasta encontrar un lugar donde fuera apropiado para bestias de gran tamaño y es que estaban rodeados de grandes árboles que serían destruidos apenas los dragones emergieran avisando a cualquiera de lo que sucedía. La jinete siguió el andar con dificultad, apoyándose en los gruesos troncos de los árboles, jadeando por el cansancio, deteniéndose para recobrar fuerzas cada tanto y es que sentía que cargaba toneladas sobre su cuerpo, debía darse prisa antes de caer inconsciente o estaría en graves aprietos.
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Editado: 31.03.2025