—Ivoh, Ivoh… Despierta, por favor —Tessa movía con energía el hombro del muchacho que parecía haberse desmayado junto a la cama—. Ey, despierta…
—Perdona… —bostezó incorporándose con rapidez—. Ven, déjame ayudarte, debes descansar.
—No, no, no —negó evitando que la llevara de regreso a su aburrido lecho—. Quiero mostrarte algo.
—¿Qué? No, dijimos que debes mantenerte descansando para poder ir por William luego, ahora, duérmete —demandó.
—¡No! —rodó los ojos encaminándose con dificultad hacia los dragones de nueva cuenta siendo seguida por Duncan.
—Espera, déjame ayudarte —Ivoh al final terminó por rodear la cintura de la chica para que no le fuera tan duro llegar hacia las bestias—. ¿Qué quieres que vea?
—El huevo… Nacerá un nuevo dragón y no te lo puedes perder —sonrió en grande una vez estuvieron frente al nido y a la gran hembra que esperaba ansiosa observando a su cría a punto de salir al mundo.
—¿Ya? No creí que lo vería —susurró.
Ambos se acuclillaron frente al huevo, Tessa observó a la hembra pidiendo permiso con esa acción y está asintió leve consintiendo el suceso, con gran alivio ella colocó sus manos sobre el cascarón colorido, era de gran tamaño e inesperadamente suave a pesar de verse poroso al ojo humano; tomó la mano de su compañero para que la colocara de igual forma sobre el huevo, con reticencia Ivoh observó a la dragona que tranquila resoplaba a la espera del gran momento.
—Cuando un dragón rompe el huevo despliega una carga de energía vital que trae buena fortuna a quienes la vean o sientan, suele ser lo que hace florecer la flora donde haya sido echo el nido o provee de buena vida a otros seres que estén por nacer, enfermos o que estén de paso por donde el huevo va a eclosionar —Tess observó a Duncan mientras le explicaba—. Es un espectáculo único de ver, no podrás presenciar algo tan hermoso como esto en otro momento de tu vida, no te lo puedes perder.
—¿Cómo es que sabes esto? —murmuró, ambos estaban uno al lado del otro, sus hombros rozándose.
—Cuando Haku aprendió a volar teníamos alrededor de catorce años, tuvimos muchas aventuras dejando mi hogar, vagando por allí. Claro que nos hemos herido, nos han perseguido, luchamos y hasta estuvimos en riesgo, pero todo ello me dio conocimientos, además, mi padre me traía libros para que me informara sobre los dragones y los jinetes —sonrió.
—Suena maravilloso —lo imitó.
—Mira —Tess suspiró prestando atención al huevo que comenzó a brillar en tonos dorados, estelas de luz comenzaban a ser emanadas desde el mismo rodeando a ambos que encantados veían todo—. La madre me ha dado permiso de recibir un poco de la energía del huevo, eso va a darme la cura para el veneno en mi alma… Ha sido un golpe de suerte que nazca justo ahora.
—Comprendo —asintió.
Mientras pequeñas grietas se abrían paso en el cascarón podía sentirse gran calidez desprenderse de este y Tessa cerró los ojos al sentir la energía alimentar su cuerpo, poco a poco se sentía menos cansada, las ojeras desaparecían, el agotamiento ya no era tan fuerte como antes. Por su parte, Ivoh no dejaba de observarla con fascinación, esperaba algún día poder saber tanto como ella, tener las experiencias asombrosas que había vivido en su adolescencia, deseaba con todo su ser poder formar parte de toda esa magnificencia que veía en la vida de alguien unido a un dragón.
Tess le dio un leve empujoncito con el hombro sacándolo de su ensoñación, instándolo a hacer lo mismo y poder participar en la experiencia, ¿Quién era Ivoh para negarse a ello? Con gran alegría fue que observó a la dragona que asintió feliz, se acercó aún más al huevo experimentando una gran tranquilidad, su cabello meciéndose lentamente con las estelas doradas iluminando su rostro con fervor y en un momento, donde las grietas formadas en la cáscara se unieron en una sola y el huevo se partió, los ojos del joven de campo volvieron a tornarse dorados sin que él fuera consciente; Winslet fue testigo de eso quedándosele viendo como una tonta, embobada, asombrada, hasta que un bajo chillido los trajo de regreso a la normalidad y la estela luminosa desapareció en el aire como si jamás hubiera existido.
Frente a ellos se irguió un pequeño dragón, con protuberancias diminutas en su cabeza, con alitas que apenas podían ser levantadas y que olisqueaba en lugar en busca de su madre.
—Ven, hay que darles espacio —Tessa entrelazó sus manos para ponerse de pie, antes de retirarse por completo reverenció al gran animal e Ivoh la imitó.
—Eso ha sido increíble —sonrió en grande, no podía creerlo.
—Claro que lo ha sido —la jinete se lo quedó viendo sopesando lo que había visto en él.
—¿Cómo te sientes? ¿Ha surtido efecto? —preguntó interesado.
—Menos cansada, no me duele tanto el cuerpo, pero de todas formas requiero descansar, no es magia, no será de un segundo a otro, pero ayuda a mi proceso de recuperación —asintió, Haku gruñó desperezándose en su propio nido y empujando a Ehecatl que ocupaba parte de este—, Ella está mejor, ha funcionado.
—Gracias por mostrarme esto, creo que de no ser por ti me estaría perdiendo de tantas cosas —ambos seguían tomados de la mano.
—No es nada en verdad, Ivoh —se ruborizó, desvió la mirada al relamer sus labios para que sus ojos dieran con la unión de sus manos e intentó deshacerla debido a los nervios, pero él se lo impidió dándole un apretón.
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Editado: 02.03.2025