Príncipe de Dragones

16

Adam suspiró sentado en su despacho, ya le había sido informado el hecho de que Tessa había abandonado el palacio sin autorización y siendo Haku y Ehecatl quienes facilitaron tal escape. Suspiró, su mejor amiga siempre había sido muy independiente y de las que no se pueden controlar con facilidad, pero debe admitir que tuvo la esperanza de que acatara su demanda, qué iluso fue. Chasquea la lengua poniéndose de pie para caminar con parsimonia por el cuarto mientras sopesa con cuidado algo que tiene en mente desde que encontró la foto de la familia real antes de su propio nacimiento.

La fotografía familiar que había encontrado mostraba con claridad a la actual reina junto al difunto rey cuando apenas estaban comprometidos, a su lado otra pareja vestida con piezas elegantes como los primeros, todos sonrientes, jóvenes; Adam había estado varios minutos observando a detalle sabiendo a la perfección que sus padres estaban allí, pero no lograba reconocer a la otra pareja, ¿Quiénes eran? ¿De dónde salieron y por qué antes no los había visto? Necesitaba respuestas, y tal vez se preguntarán, ¿Qué hace que quiera saberlo ahora? Simple, el sujeto que acompaña a la mujer desconocida tiene un parentesco con Ivoh Duncan que asusta, son casi idénticos…

—Adam —Helena ingresó al cuarto cerrando despacio detrás de sí para ver a su hijo concentrado—. ¿Qué sucede? ¿Por qué me has mandado llamar?

—Quiero que veas esta fotografía, madre, necesito que me digas algunas cosas sobre las personas que aquí pueden verse —suspiró volteando a verla.

—Oh, creí que me habrías llamado por algo más importante —susurró algo desanimada.

—¿Algo como qué? ¿Qué puede ser más importante? —elevó una ceja.

—No sé, tal vez que quisieras pedirme disculpas luego de tratarme como si fuera tu sirvienta, soy tu madre después de todo —se encogió de hombros, realmente había estado bastante decaída debido a las palabras de su hijo y esperó de manera muy ilusa que este quisiera pedirle perdón.

—La verdad no, lo que te dije son cosas que pienso —negó—. Ten, mira esta foto.

—Adam… —suspiró.

—Mírala —demandó y la mujer tomó la fotografía con desgano, sus ojos escudriñaron la misma hasta que una pequeña sonrisa apareció en los labios de la mujer—. ¿Quiénes son los que te acompañaban? Además de papá.

—Mi hermana y su esposo —tomó asiento apreciando el recuerdo—. Fue antes de que ella se casara, unos meses de compromiso que llevaba y yo estaba en pleno apogeo de conocer a tu padre luego de regresar del campo.

—¿Por qué no la había visto antes? —preguntó serio.

—Porque cuando se casó decidí darle su espacio como pareja, con tu padre nos fuimos al castillo del sur donde estaríamos bajo tranquilidad un tiempo hasta que se diera la ceremonia final de nupcias —lo observó—. Luego de eso estuvimos separadas, cada una tenía sus propias responsabilidades y temas que resolver.

—Ella era tu hermana mayor, ¿No? —la reina asintió—. Ella se casó y heredó el trono, la Reina y el Rey de Aphato no fueron mis padres sino mis tíos, ¿Cuándo pensabas decírmelo?

—No es algo que sea relevante ahora, mi hermana falleció un año después de haber ascendido al trono. Su esposo también la siguió —susurró desviando la mirada—. Quemaron el castillo por completo, nada se salvó. Debimos reconstruirlo de nuevo, pero con mejores cimientos.

—Por eso no la conocí, tú fuiste coronada luego, el reino ha olvidado esa tragedia —murmuró Adam apretando los labios—. Ahora, la cuestión aquí que debería llamarte la atención, madre, ¿Qué ves en esa fotografía que podamos tener ahora mismo merodeando en nuestro palacio y entre nuestros soldados? Ese hombre, mi tío, ¿No crees que tiene un gran parecido con el campesino, Ivoh?

—¿Qué? —frunció el ceño observando al hombre en la foto—. Admito que tiene un enorme parecido con mi cuñado, pero… Mi hermana no tuvo un hijo, no tienes un primo… De ser así, se habría celebrado su nacimiento, sería el heredero al trono de Aphato. Debe ser una increíble coincidencia.

—No creo en las coincidencias, madre —negó.

—¿Dónde está el chico? Quiero hablar con él, verlo… Dios mío… —caminó de un lado a otro tras ponerse de pie—. Ella no me habría ocultado algo así, es decir, éramos unidas a pesar de que debimos separarnos… Mi padre pidió que tuviéramos cada una un castillo y una vida, lamentamos mucho cuando falleció sin dejar un heredero… Ivoh Duncan… ¿Será posible?

—Primero que nada, has dicho que no tuvo un hijo, pero, ¿Y el hombre? Este campesino se parece a él no a tu hermana —sopesó—. No sería heredero a nada porque no tiene nuestra sangre, pero vaya que daría que hablar si alguien llegara a recordar a ese rey joven; el lado bueno es que falleció pronto, no se tuvo tiempo de que la pareja real fuera conocida o siquiera amada, al menos podemos sacarnos eso de encima.

—Quiero hablar con él de inmediato —la mujer sentenció—. Dime, ¿Dónde está?

—Lo más probable es que esté yendo hacia su muerte —suspiró—. Lo envié al frente, ya lo sabes.

—Creí que esperarías un poco, ¡Eres un inconsciente! Si algo le sucede a ese joven, independientemente de lo que creas de él, ¡Tendrás serios problemas! —espetó.

—No soy un chico de quince años, madre, tengo todas las facultades a mi favor para hacer lo que crea conveniente —sonrió.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.