William se encuentra refugiado en una de las cuevas más cercanas de la frontera al boque, respira agitado porque sabe que puede ser encontrado por los enemigos y se niega a que Balaur salga de su tatuaje para protegerlo. Los dragones malasios que lo persiguieron junto a Tessa siguen por los alrededores, son cazadores, van a seguir con ello hasta que lo tengan muerto entre sus garras y eso sí que es algo que no puede permitirse; el solo hecho de imaginar su vida sin su dragón es la cosa más dolorosa que puede experimentar, prefiere con todo su ser morir junto a su bestia que seguir vivo sin ella.
Suspira, tiene que mantener la calma para poder concentrarse y hallar la manera de regresar al palacio o de encontrarse con Parker y los demás soldados puesto que asegura que Winslet ya no está con vida y de estarlo no puede volver con él ni de chiste, regla básica, un soldado se salva solo o no se salva.
—Mierda —susurró tragando duro, tenía miedo, y mucho.
Observó su mano, allí donde el tatuaje negro con la forma de su compañero se llama tintineando en un leve color rojizo, su dragón estaba preocupado y quería tener la libertad de emerger ara hacerle compañía, para cuidarlo y protegerlo; llevó su palma al pecho, justo donde se siente el pálpito de su corazón, ovillado en una esquina de la cueva y deseando poder salir ileso, sentirlo cerca.
—Balaur, tengo miedo pero no dejaré que nada malo te suceda —susurró cerrando los ojos con parsimonia, cansado, abatido, desesperanzado.
En los alrededores solo podía verse árboles, rocas y el territorio desconocido de otras tierras a lo lejos, podían escucharse los rugidos de los dragones malasios que regresaban una vez al lugar cazando a todo lo que se moviera y el panorama no era nada alentador para nuestro pelirrojo; Will apenas había logrado unirse al escuadrón del general Parker y no esperó jamás separarse de Tessa por algún motivo, pero ahí estaba, dependiendo de la suerte y su destreza para mantenerse vivo. Las condiciones de temperatura no estaban a su favor, comenzaba a caer la helada conforme la madrugada llegaba dejándole saber que los terrenos desconocidos no eran otros que los sureños donde el frío, la nieve y las tormentas eran características en invierno, época que comenzaba a hacer notar.
Se mantenía dormitando, los mínimos ruidos lo sobresaltaban de vez en cuando y en cuánto escuchó golpes sobre las rocas se puso de pie tomando la espada que dejó a un lado y viendo atento la entrada. Sus ojos iban y venían por la oscuridad tratando de ver algo hasta que las garras de una de las bestias se vieron, el gran animal solo olfateaba y rastreaba, O´Brien supo que si dejaba que ingresara siguiendo su aroma no tendría escapatoria, sería presa fácil dentro de la cueva, moriría allí mismo; decidió que si tenía que perecer a manos de un malasio sería luchando hasta no poder más y así fue como se encaminó fuera del rocoso lugar, un halo salió de su boca en cuanto el frío lo atacó y Balaur emergió en una bruma rojiza listo para dar la batalla de su vida —a pesar de que su compañero humano no había querido dejarlo salir a combatir—.
El pelirrojo observó al gran dragón enseñarle los colmillos y montó sobre Balaur de inmediato lanzándose al ataque antes de que lo hiciera el enemigo, mientras Will se aferraba con fuerza a las escamas de su bestia la otra intentaba por todos los medios asestarle una mordida fatal con sus fauces; se mantenía a resguardo detrás de los cuernos de su dragón y cada vez que podía enterraba la espada en la anatomía ajena; la bestia albina enrolló parte de su cuerpo alrededor del cuello del malasio presionando con todas sus fuerzas, retorciéndose cual serpiente con todas las intenciones de romper los huesos, dejar sin vida el cuerpo contrario.
—¡Mierda! ¡No! —William fue golpeado en el torso por otro dragón que emergió desde el bosque y por la espalda, el soldado quedó casi colgando del cuerpo del animal que montaba—. ¡Balaur, al cielo!
Aun cuando la orden fue dada antes de que el segundo enemigo los volviera a golpear no tuvieron tanta suerte, el dragón chino soltó de inmediato al malasio dando un salto hacia arriba tratando de tomar impulso para surcar el cielo pero fue retenido por una fuerte mordida en parte de su torso y lanzado hacia el suelo donde se estrelló; Will quedó preso debajo de su bestia sin posibilidad de moverse, la presión que ejercía Balaur sobre la anatomía humana causaba que le fuera casi imposible respirar, sus pulmones no podían inflarse con el aire suficiente para mantenerlo cuerdo, comenzaba a sofocarse, la desesperación por poder dar una bocanada superaba su capacidad para pensar con claridad.
Ambos malasios se fueron sobre Balaur que, en el piso y tratando de defenderse, peleaba a más no poder recibiendo rasguños y mordidas. Los dos dragones enemigos tuvieron que someter a albino subiéndose sobre él, entre rígidos y zarpazos, William se quedó sin aire perdiendo el conocimiento, sin saber que el general Parker llegó a su rescate junto a su bestia de dos cabezas, Dragua y Drachen exhalaron fuego con bravura ahuyentando a los malasios, ayudando a que Balaur se pusiera de pie con premura lanzándose contra uno de ellos para asfixiarlo con rapidez y fuerza mientras que la bestia del general salió en vuelo en busca del malasio restante.
—¡O´Brien! ¡O´Brien! —gritó Parker casi cayendo de rodillas junto al pelirrojo que no reaccionaba—. Vamos, muchacho, despierta.
Colocó sus dedos medio e índice sobre la vena del cuello de O´Brien notando que no había pulso, observó a su alrededor sin poder divisar a Balaur ni siquiera lo escuchaba rugir a lo lejos. Tragó duro despejando las vías orales y no dudó en lo absoluto en hacer respiración boca a boca a su soldado una y otra vez, dando las compresiones sobre su pecho y regresando a la tarea luego de nueva cuenta hasta que Will respiró hondo de pronto, tosiendo, algo perdido, sin entender qué sucedía pero estaba vivo.
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Editado: 31.03.2025