Ivoh observaba el lago habiendo caído la noche, ahora refugiándose en la arboleda, con una pequeña fogata controlada y algo de frutas que pudo encontrar en su rastrillaje de la zona, sopesa con cuidado lo que ha sucedido. No es un niño, sabe darse cuenta de que hay cosas que no son normales en él, cosas que tal vez sus padres no podrían entender o terminarían horrorizados si supieran que las hizo pero ya está hecho y ahora lo carcome la duda y la inseguridad.
¿Qué tan importante era ese dragón que pudo con tantos dragones malasios? ¿Qué tan poderoso era cuando varios de ellos salieron despavoridos en cuanto lo vieron? ¿Y qué tan importante podría llegar a ser él, un simple soldado, para que una de las bestias más asombrosas y bellas que ha podido con templar acudiera a su pedido de auxilio?
Pudo escucharlo.
Pudo sentirlo tocar su espalda con cuidado para llevarlo a la superficie e incluso lo puso a salvo en la orilla cuando fue delicado, preocupándose en verdad por su estado.
Quedaban tantas preguntas en su mente, tantas interrogantes que ahora mismo solo creaban un potente y punzante dolor de cabeza.
Suspira, lanza otra ramita al fuego para avivarlo mientras voltea hacia un lado donde Haku duerme profundo, lleva así desde que la sacaron del agua e incluso Ehecatl pidió ser liberado para acompañarla y darle calor cubriéndola con sus propias alas, no cabe duda que son los mejores compañeros o amigos; Tessa le ha comentado que fue la hembra la que ayudó en la adaptación del macho y quien le enseñó a ser calmado y prudente a la hora de demostrarle su amor a la humana —porque más de una vez el dragón se lanzó sobre ella como cachorro de labrador, pero el problema fue que al crecer eso podría dañar a la joven—. Y regresando su atención a Tess, quien duerme bajo las emplumadas alas de su bestia, no puede creer que en verdad la haya salvado, no es que no se crea capaz pues antes lo ha hecho pero la forma en que lo logró, la manera en que pidiendo ayuda e invocó a una bestia el triple de enorme de lo que son los dragones que están ahora a su lado, no lo comprende, necesita una respuesta concreta y directa o se volverá loco de aquí al regreso a palacio.
No sirve de nada seguir divagando en silencio, regresa a donde se encuentra su compañero para deslizarse por debajo de las alas de Haku y acostarse a su lado, allí es todo más cálido y agradable, acomoda su cabeza sobre el brazo, sus dedos rozan la frente de Tessa quitando algunos cabellitos azabaches y se acerca un poco más a ella para entrar en calor; sonríe, parece una niña pequeña que duerme en paz cuidado por su madre dragona, entrelaza sus manos apenas, de manera sutil, la piel ajena es suave y tibia, ella es como una llama constante que le provoca las sensaciones más cálidas. La última imagen que tiene de ese día es la de Tessa dormida, es así como se deja ir al descanso, en verdad lo requiere su cuerpo. Duerme sereno y de inmediato sin saber que desde la superficie del lago es observado por el ser que invocó.
Las horas pasaron, la fogata se apagó quedando en el olvido y el sol repuntó por la mañana trayendo un nuevo día, la sensación térmica era baja, la neblina se cobraba gran parte del sitio y Tessa e Ivoh despertaron al mismo tiempo por el frío pues Haku se había alejado de ellos, claro que nunca esperaron verse cara a cara, abrazados casi enredados como si fueran un solo cuerpo; en menos de un segundo dieron un brinco separándose el uno del otro para ponerse de pie sorprendidos, algo nerviosos y un poco ruborizados, vaya uno a saber si hablaron solos o si babearon, qué pena les da.
—Buenos días, lamento eso —Winslet carraspeó observando a su alrededor.
—Sí, no importa —sonrió de lado—, ¿Cómo te sientes?
—Mejor, ya no estoy tan cansado y el cuerpo se ha recuperado —suspiró, sus ojos buscaron a Haku encontrándola un poco más alejada, echada en la tierra pero erguida, esperando a Ehecatl que cazaba peces en el lago y le traía algunos—. Me alegra verlos en buen estado.
—Aún veo algunos moretones en tu rostro, ¿seguro que te has recuperado? —preguntó preocupado observando de cerca el rostro ajeno.
—Sí, sí —estaba tan nerviosa que tuvo que alejarse unos pasos fingiendo desperezarse—. Lo importante es que ella esté sana.
—Se acompañan muy bien, no la ha dejado de cuidar desde que lo dejaste salir —Ivoh se acercó tendiéndole algunas frutas luego de rebuscar entre las ramitas apiladas—. Los has cuidado bien, criado como hermanos.
—Sí, en algún momento dejaré de ser su jinete y quiero que al menos tenga un compañero para sus aventuras —asintió algo desanimada.
—¿Por qué dejarías de ser su jinete? —con el ceño fruncido no podía creer lo que estaba escuchando.
—Porque es hembra, son quienes traen nuevos dragones al mundo pero solo uno —explicó—. Ella pondrá un huevo, un dragón para un nuevo jinete y cuando eso ocurra se dedicará a su cría hasta que dé con el hombre o mujer que lo montará y ese será el intercambio; un nuevo jinete nace, un dragón descansa de la misión encomendada desde hace siglos atrás.
—Oh, no tenía idea de que eso era lo que ocurría —murmuró—. Entonces, ¿habrá un momento de tu vida donde ya no vas a montarla?
—Será el momento en que nos despidamos —asintió—. Solo si ella decide tener una cría, la elección es suya y yo respetaré todo lo que quiera hacer.
—Ya veo.
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Editado: 31.03.2025