Príncipe de Dragones

24

Los campos de cosechas ahora mismo son un completo desastre, no han quedado rastro de los plantíos debido a las grandes explosiones y destrozos que provocan los enfrentamientos entre dragones. El general Parker no ha dejado de luchar contra soldados enemigos, buscan a toda costa terminar con los pocos guardias que siguen en pie y ahora más que nunca es cuando empieza a sentir el cansancio puesto que lleva noches y días peleando solo, aguantando las emboscadas, tratando de mantener a salvo a su escuadrón o lo que queda de él.

Una vez que Parker salvó a William de la pelea donde Balaur no podía solo contra tantas bestias en su contra y que casi provoca la muerte del soldado por asfixia, regresó con el inconsciente muchacho a las inmediaciones donde su escuadrón aún se hallaba reunido y con bastantes miembros, pero el correr de los días en tanto intentaban tener una comunicación con Tessa o bien con el palacio fueron desgastantes porque los enemigos los hallaron atravesando pleno plantío sin darles tregua a nada, ni siquiera por las noches.

Todo era un caos, todo era difícil para el general, tenía que ver por aquellos que quedaban con vida, por los que ya no estaban allí pero sí sus cuerpos y ni hablar de los soldados que habían perdido a sus dragones que ahora estaba pasando por la miseria y el dolor de la desaparición.

Se requería un milagro para que lograran salir de eso.

—Mierda… —Parker se queja cuando intenta ponerse de pie, lleva la pierna herida y apenas puede asentarla bien cuando camina—. Esto no es bueno, no voy a poder seguir protegiéndolos.

—No tienes que hacerlo solo —Will suspiró con pesar—. Balaur está listo para pelear junto a mí.

—También estás herido, lo mejor será que esperes. —negó.

—General, con todo respeto, sabe que puedo pelear a pesar de estar algo herido, ¿Cuánto más debemos seguir aguantando? —William espetó.

—Chico, ¡Mira a tu alrededor! ¡Muchos de los soldados de mi escuadrón han perdido a sus dragones! —Parker paseó la mirada por todos los presentes, el grupo se había reducido demasiado, heridos, otros muertos un poco más allá y los que quedaban en pie, estaban en shock por la pérdida de sus compañeros bestias, todo era un maldito infierno.

—Con más razón debo ayudarte, somos apenas más de una decena, ¿Qué crees que pasará cuando nos encuentren? —masculló—. No sé dónde está Tessa, si sigue con vida o no, pero tenemos que hallar la manera de regresar al palacio a como dé lugar.

—Carajo —el hombre trastabilló mareado sin poder sostenerse del todo.

—¿Qué es ese sonido? —un soldado se puso de pie preocupado y el silencio reinó entre todos.

El sonido parecían ser hojas crujiendo, tal vez algo rompiéndose, no era nada claro más Will no dudó en fruncir el ceño acercándose un poco a donde podía escucharse mejor. Le tomó un par de minutos darse cuenta de que aquello que les llamaba la atención no era más que madera resquebrajándose, quemándose; el humo comenzó a escalar en columnas hacia el cielo viniendo desde la arboleda más cercana, el olor reclamó el sitio y en breve pudieron verse dragones Malasios emerger lanzando llamaradas de fuego. El grito de los soldados aterrados no se hizo esperar puesto que no faltaba mucho para que lo que quedaba de las cosechas se incendiara esparciendo con rapidez el fuego que los alcanzaría sin más.

—¡Corran, tenemos que marcharnos ahora mismo! ¡Fuego! —gritó Parker alertando a todos los jóvenes soldados.

El escape da inicio, los muchachos corren a través del plantío como pueden, cojeando, quejándose por las heridas, lentos algunos por ayudar a quienes tienen vendajes o no pueden ir a mayor velocidad. La mayoría de aquellos que todavía conservan sus dragones no desean dejarlos salir ya que los Malasios se volverían demasiado agresivos en grupos y terminarían peleando sobre ellos causando más muertes entre los humano, no, lo mejor es la retirada.

—¡Balaur! —William hace caso omiso a las palabra de su general, su bestia emerge del tatuaje en su mano rugiendo decidido a protegerlo—. ¡Rápido, Balaur, tenemos que apagar el fuego o nos matarán!

—¡William, retirada! —bramó Parker al verlo enfrentar el problema—. ¡Regresa!

—¡No! —espeta—. Balaur, vuela tan veloz como puedas y trates de apagar el fuego antes que nos alcance, ¡Ve!

El gran lagarto de ojos negros de un salto está en el aire tomando toda la distancia que puede del suelo, yendo a toda velocidad como nunca antes ha alcanzado solo para de un rápido movimiento descender en picada sin ninguna intención de detenerse y casi la ras de las llamas desvía el camino de nuevo hacia arriba, el movimiento provoca ráfagas de viento a varios kilómetros por hora y logra amedrentar el avance del fuego al ser contrario a su dirección; repite la acción más de dos o tres veces pero es interrumpido por un par de bestias ajenas que intentan cazarlo, Balaur no tiene otra opción que retroceder para mantenerse seguro por el bien de su jinete que ha logrado sacar a gran parte del escuadrón del plantío y solo falta Min que llegue al borde.

Otro Malasio se interpone en el camino del dragón que sorprendido observa a su alrededor viéndose acorralado, deberá pelear por su vida al parecer. Cuando uno de ellos se lanza contra su lomo este no llega siquiera a rozarlo pues es Ehecatl quien aparece de entre las nubes con Ivoh sobre su lomo para atrapar entre sus fauces el cuello enemigo y desintegrarlo con sus filosos colmillos; Haku apareció desde otro punto lanzando fuego desde sus entrañas con Tess sobre sí quien de un salto se trepó a la bestia enemiga para clavar su espada en medio de su cabeza y dejarse caer al vacío siendo sostenido por su dragona y, debido a estas intervenciones, Balaur terminó con el Malasio restante aprisionándolo con su cuerpo en forma de serpiente hasta que lo apretujó tanto que sus huesos tronaron hasta que el gran animal perdió la vida.




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