Príncipe de Hielo

Volver a la vida

Desperté por la mañana, la TV estaba encendida y el volumen era algo fuerte, a mi lado se encontraba el médico que me había atendido la última vez, -¿Cómo te sientes señorita Lee- me dijo con una sonrisa amable.
-Me duele la cabeza, el cuerpo y el alma- le dije de forma seria.
-No puedo entender su dolor, pero debe ser fuerte, recuerde que las cosas siempre pasan por algo, pronto llegará la calma a su vida nuevamente- 
-Puede ser- no dije nada más. El médico salió del cuarto, poco después llegó mi mamá.
-Hola hija, ¿Cómo te sientes?- me dijo algo preocupada.
-No mejor que ayer- le dije con una mirada algo fría.
-El doctor me dijo que has evolucionado de forma satisfactoria después de tu cirujía, pronto saldrás de aquí- dijo tratando de darme ánimos.
-Quiero ver a Jeong-Hyun- 
-¿Qué?- me dijo algo confundida.
-Cuando salga de aquí, quiero que me lleves a verlo, por favor- ahora me sentía un poco más tranquila.
-De acuerdo cariño, será como tú quieras-.

Estuve una semana en el hospital, lloraba a todas horas, mi actitud había cambiado radicalmente después de aquella noticia, cuando antes era cálida y amable con las personas, ahora me portaba de forma grosera y fría, no quería saber de nadie, nada podía hacerme sentir bien, solo quería ver a Jeong-Hyun y mi corazón dolía porque sabía que no podría.
Durante los días en el hospital las únicas personas que me visitaron y estuvieron fueron mis padres y hermano, pasar todo el tiempo con Jeong-Hyun o practicando ballet me había quitado la oportunidad de hacer amigos, a menos esa era mi única explicación. En la mañana de mi último día en el hospital uno de mis compañeros de ballet había ido a verme.
-Hola Lee Young-Mi, ¿Cómo te sientes?- me dijo feliz y entusiasta.
-Hola...- le dije algo confundida, ya que no pensé que alguien más fuera a verme.
-Te traje unas flores, no te preocupes son artificiales- me dijo con una sonrisa amable colocándolas en la mesita que se encontraba a lado de donde me encontraba.
-¿Cómo lo supiste?- le dije aún más desconcertada.
-Como no saberlo, por ti ya no se colocan flores naturales en los eventos de la academia- lo dijo con un tono algo burlón, -no queremos que la bailarina principal tenga dificultades al bailar- terminando esto se acercó a la ventana del cuarto.
-¿Qué haces aquí?- le dije en tono serio.
-Solo vine a ver a la bailarina principal de mi grupo, la vista es hermosa; me dijeron que sales hoy del hospital, es increíble. Recuperate pronto Lee Young-Mi.- terminando estás palabras me guiñó el ojo y salió del cuarto.

Me sentía confundida, sabía que trabaja con él en la academia, pero ni siquiera sabía su nombre, y él incluso sabía de mi alergia, me sorprendió realmente, aunque su visita no me alegró ni un poco, al menos alguien me había traído flores.

-Cariño, es hora de irnos- mi papá se encontraba en la puerta con una silla de ruedas, no me quería exponer así que cuidaría de mi tanto como pudiera.
-No es necesaria la silla, puedo caminar- le dije 
-Lo sé, pero no quiero que te esfuerces demasiado.- me dijo con una sonrisa tratando de animarme.
-¿Mamá trajo lo que le pedí?- le pregunté para desviar su motivación.
-Sí, llegará en unos minutos- 
-De acuerdo, la esperaré. Sal por favor- le dije sin siquiera mirarlo.

Le había pedido un vestido negro a mi mamá, para después ir a dónde habían puesto el cuerpo de Jeong-Hyun. El camino fue algo silencioso, mis padres tenían miedo de preguntarme sobre cómo me sentía o que es lo que haría, me dió algo de gusto que no lo hicieran ya que no les respondería, no quería ser grosera con ellos. 
Cuando llegamos al cementerio me llevaron hasta donde estaba, les pedí que me dejarán sola, mire en la lápida "Siempre te recordaremos querido Kang Jeong-Hyun, de la familia Lee"
Sentí como mi corazón dolía, no lo soportaba así que empecé a llorar, lloré de una forma tan desconsolada que mi madre tuvo que intervenir para sacarme de allí, ella no quería que yo sufriera.
Mi padre nos llevó a casa, cuando llegamos me ayudaron a subir a mi recamara, aunque mi corazón volvió a sentirse triste, cuando ví adornado con globos algo desinflados y serpentina, algunas cartas pegadas en mi pared y una caja rosa de regalo que se encontraba en mi cama.
-Mamá, ¿Qué es esto?- le dije con un nudo en la garganta.
-Lo preparó Jeong-Hyun el día en que se comprometieron- me dijo con lágrimas en los ojos.
-¿Por qué no lo quitaron?- le dije con un poco de enojo.
-No quisimos tocar nada, perdón si te molestó. Sal de aquí, quitaré todo.- me dijo limpiándose las lágrimas.
-No, deja todo como esta- le dije impidiendo que pasará, -yo misma lo quitaré- 
-Entonces te dejo sola, si necesitas algo llámame-.
Entré a la habitación y cerré la puerta,   todo lucía hermoso, pero mi corazón estaba triste, no sabía que él había venido a mi recamara para darme está sorpresa. En mi pared habían 9 cartas pegadas, cada una con un sobre rosa de diferente tonalidad. Me levanté de la silla de ruedas, y fui directamente a quitarlas, cada una tenía un número, las dejé sobre mi cama, en dónde se encontraba la caja rosada, la abrí y mis lágrimas salieron  de inmediato al ver unas zapatillas de ballet y un vestido rosa. Empecé a llorar mientras sacaba ambas cosas, en el fondo de la caja se encontraba una carta.

"Querida Young-Mi, hoy es tu presentación más importante dentro de la academia ya que es tu  primer papel principal, me siento sumamente orgulloso de ti, me has demostrado  que se puede lograr todo lo que se proponga.
Al estar leyendo esto, asumo que debes estar feliz viendo tu anillo de compromiso, ¿No es así?. Se que también me sentiré feliz, ya que estoy seguro que me dirías que sí. No sabes lo feliz que me hará compartir el resto de mi vida contigo. 
Estar con la bailarina más hermosa y talentosa de Corea es un verdadero honor.
Young-Mi, las cartas que están en tu cuarto fueron escritas cada año desde que te conocí, siendo nueve en total, leelas cuando te sientas triste o simplemente  tengas curiosidad. Espero que te guste el regalo, lo elegí con mucho cariño.
Con amor Kang Jeong-Hyun."
Mi corazón se partió en dos, limpie las lágrimas que salieron de mis ojos. Al azar tomé la carta con el número 3. La cual correspondería a cuando el tenía 15 años  y yo 10. Abrí con cuidado aquella carta y empecé a leer.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.