Príncipe Desterrado.

Capítulo 3

 

Artemisa...

Su nombre suena a peligro, seducción y fuerza. Sus ojos transmiten valentía, inteligencia y humildad. Ahora entiendo un poco más el mensaje de Eros diciendo que estaba dispuesta a romper las reglas de "cero relaciones mezcladas", si es por Artemisa. Lástima que sea una humana...

Cuando la tipa rostro de conejo bebé se interpuso en su camino, me quedé observando la reacción de Artemisa. Me llevé una sorpresa al escuchar su rápida respuesta y como con unas pocas palabras, logró cerrarle la boca a la coneja. Me quedé hipnotizado con su dulce andar, lleno de sensualidad y delicadeza. Así cuando entró al ascensor y me miró, dándose cuanta qué la estaba observando, no pude evitar sonreír de lado al ver su rostro de sorpresa y cuando sonrió con vergüenza antes de que las puertas del elevador se cerraran, perdí el aliento.

Tengo prohibido caer en las redes de una humana. Mi madre es la reina y al ser su único hijo, tengo el camino libre para obtener el trono cuando ella se retire. El único problema es mi record, la sangre de brujo que corre por mis venas y que aun tengo trabajo que hacer para poder demostrar que no soy un monstruo, como todo el mundo mágico piensa. A reglas dicen que un hechicero real, no puede tener sentimientos amorosos por una humana, ni contacto.

Una lástima, porque puedo ver que Artemisa es única entre el millón de mujeres en el océano.

—Disculpa por ese inconveniente —dijo la chica en voz baja—. Se nota que hay personas que no saben respetar.

—No te preocupes —alzó la vista con sorpresa e ilusionada—, es bueno que veas que no has sido respetuosa.

Abrió su boca con sorpresa y me di la vuelta para poder continuar mi camino hacia la oficina del presidente de la organización.

Aun que tenía algo dándome vueltas por la cabeza... ¿Por qué la hermana de Artemisa recibió flores con mi firma? Es cierto que mi firma no es más que la inicial de mi nombre, sin embargo, soy el único que firma así y nadie más que los trabajadores de la organización, tienen acceso al área de enfermería mágica. Espero que nadie decida molestar a las hermanas...

Toqué la puerta del presidente y luego me llamé estúpido por hacerlo. Puede que me vean como alguien inferior a ellos, pero no soy ni por una pizca menos que esta gente. Al contrario, deberían de besarme los pies.

Tal vez me estoy pasando un poco. La falta de descanso está afectando aun más mi humor.

Abrí la puerta sin esperar respuesta y maldije en voz baja al encontrarme con la oficina vacía.

—Es lo que trataba de decirle —dijo la vocecita molesta de la chica—. El presidente fue a una reunión en el mundo mágico para discutir sobre las nuevas reglas que impondrán a los hechiceros desterrados.

— ¿Es una broma? —cerré la puerta de un portazo. El sonido resonó por todo el pasillo, ganándome miradas de pánico de los humanos que pasaban cerca— ¿Qué quieren de nosotros? ¿Qué les demos nuestra magia? —pregunté con sarcasmo, sintiendo de nuevo el leve cosquilleo en mi mano derecha.

—Es una posibilidad...

Reí con frialdad al pensar en mi madre aceptando el trato de ese brujo para poder demostrar que es igual de justa con su hijo. Ya veo venir su llamada, diciéndome que lo hace por mi bien y que no puede hacer nada cuando está entre la espada y la pared.

¿Dónde está eso que dicen de las madres? "Una madre siempre hace todo lo que pueda para el bienestar de su hijo" o "una madre es esa que deja todo por cuidar de su hijo". Mi madre nunca ha estado para mí.

Soy más la desgracia nacido de un hombre cruel e insensible y una hechicera pura e inocente. La marqué, arruiné su perfecto linaje de hechiceros poderosos y puse a la mitad de su reino en su contra. ¿Me merezco todo el desagrado de mi madre por algo de lo que no tengo culpa? ¿Qué acaso no fue ella quien cayó rendida a los pies de ese brujo?

Pero que otro pague las consecuencias de tus actos, siempre. Ese parecer ser mas el lema real.

—Ni creas que esperaré encerrado en ese apartamento de mierda —escupí con odio, dejándola sola.

Necesito salir de aquí, verme con Eros y lograr distraerme. Si no me calmo, podría dejarme llevar por la furia que siento en estos momentos y eso no sería agradable para la humanidad, ni para mí.

 

Una lección importante que me dejaron mis padres es: no juzgues a una persona de la misma forma que lo hacen lo demás, pues todos pensamos diferentes.




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