Sylver
Me arrepiento de haber venido aquí.
Podríamos haber ido a un hotel, dudo mucho que nos hubieran buscado en uno ya que sería muy obvio. Aun que también existe la posibilidad de que hayan repartido fotos de todos, ofreciendo una recompensa por capturarnos. Tomando en cuenta el brujo que apareció en la casa de Eros, puede ser muy posible...
—¿Quién eres tú? —le preguntó Artemisa al fantasma barbudo.
—¿No me conoces? —preguntó incrédulo. Artemisa negó con la cabeza, agarrándome del brazo con algo de temor.
La mujer que sabe usar un arma, asustada de un fantasma.
—Es humana —respondí sin poder evitar sonreír ante su mirada de odio. Es muy adorable cuando se quiere hacer la ofendida—, la única humana que no me parece fastidiosa.
—Igual me ofende que no me conozca —dijo indignado.
—Entonces dime quien eres y acabemos con esto.
Se acercó a ambos, sonriendo orgulloso del carácter de Artemisa. Sacó una varita de su toga, la movió y chispas salieron de esta. Un gran fallo para un hechicero experimentado. Rió nervioso antes de volver a mover la varita, esta vez logrando que salieran fuegos artificiales de esta y que la habitación se iluminara.
¿Por qué no me di cuenta que este era su despacho?
—¡Soy Merlín!
Oh maldito, Merlín.
—El fantasma de Merlín —le corregí, ganándome un golpe con su varita en la cabeza— ¿Cuál es tu problema?
—No corrijas a un anciano —me reprendió antes de sonreírle a Artemisa. Al menos se ganó el respeto del anciano—. Mi cuerpo descansa en paz pero yo no puedo hacerlo cuando hay hechiceros nuevos a quien enseñar.
—En otras palabras... ¿Acosa a los niños para enseñarle? —reprimí una risa, divertido por su cambio de palabras.
—Por las barbas de mi barbilla, ahora entiendo cómo es que puedes ser tierna con este —me señaló con la varita— fenómeno, único en su especie.
Hace siglos atrás, cuando los dinosaurios aún existían, nació un niño con barba fea, el cual llamaron Merlín... Bien, la verdad es que no sé la historia de Merlín, es un misterio para todo el mundo mágico. Lo que sí se sabe, es su historia con el rey Arturo. Después de que Marlín regresara contando su aventura, los hechiceros comenzaron a creer que los humanos no eran tan malos y ahí fue cuando a mi abuelo se le ocurrió la idea de hacer portales a toda parte del mundo humano, permitiendo la unión de los mundos. La idea solo era que los hechiceros tuvieran la oportunidad de escoger que vida querían llevar, mientras que para los brujos, sería una especie de castigo.
Nada de eso fue bien planeado.
—Es un idiota la mayor parte de las veces pero no puedo hacer nada —respondió Artemisa, sorprendiéndome—. ¿Usted podría lanzarle un hechizo para que deje de ser un idiota?
—¡Por supuesto! Soy Merlín, puedo hacer cualquier cosa.
—Sí, menos vivir —dije, ganándome otro golpe de su varita— ¡Oye!
—No fui el maestro de tu tatara-tatara-tatara abuelo para que no me trataras con respeto, niño malcriado —de nuevo, remplazó su mirada de enfado cuando miró a Artemisa, sonriendo—. ¿Me podrías explicar lo de la guerra de insectos? ¿Es una nueva película de mis amigos Disney?
Ambos negamos, Artemisa feliz y yo fastidiado de tener que conversar con él. Merlín fue el que escribió un libro de sus aventuras y se los regaló a unos humanos, quienes hicieron una fortuna con esas historias al llevarlas a la televisión. Por culpa de él, piensan que los hechiceros usamos escobas o alfombras para volar, cuando en realidad ningún hechicero usa escoba, menos un brujo. Ni para limpiar solemos usarlas.
—No, es una posibilidad —respondió ella.
—Quieren quitarme mi magia, matarme y tal vez hasta quitarle el trono a mi madre. ¿Quién sabe? Aún no hemos descubierto mucho más, salvo que andan persiguiéndonos y que Kennedy es un traidor, trabajando con brujas que asesinan humanos.
—Entonces, ¿Por qué no usamos la magia para descubrir todo?
—¿Podemos hacer eso? —lo cuestionó Artemisa, dudando.
—Yo sí, él no —respondió señalándome. Siempre burlándose de mí...—. Venga, les llevaré en una aventura nueva.
De aventuras con un fantasma... Si, habrá nueva película infantil.
Artemisa
De pequeña leía muchos cuentos de fantasía, ignorando los cuentos de la típica princesa encerrada, me centraba en los libros que mostraban fuerza y liderazgo, con un significado especial y no tanto... romántico. Aun que en ocasiones tenía cierta debilidad por las novelas románticas, especialmente las novelas para mayores de edad. No me avergüenzo de decirlo ni de haberlas leído, creo que en una parte gracias a todo lo que leí sobre el tema, pude mantenerme lejos de cometer locuras. Es normal tener relaciones, es algo que el cuerpo pedirá al momento, no es ningún delito o hasta nuestros padres hubieran ido presos. No se necesita ser escandalosos con ese tema.