Para cuando logró comprender, sus ojos se abrieron con sorpresa para luego decir con velocidad a la vez que alza sus manos como si lo estuviera apuntando con un arma.
—Juro que lo había olvidado, Ana.
—Eso no importa—, le resté importancia con un gesto desdeñoso de la mano—, lo importante aquí es que me rehúso que mi primera vez sea observado por más personas.
—Ni si quiera sé qué decir, Ana, eso ha sido una tradición de Cressedent desde milenios.
—Por eso mismo lo digo, es algo arcaico. Es hasta absurdo, tomando en cuenta que este pueblo no se rige por las costumbres de la iglesia.
Sintiéndome complemente frustrada suelto un bufido a la vez que paso las manos por mi rostro y luego el cabello, importándome poco si quedaba echo un desastre.
—Juro que, cuando estés en el trono será una de las cosas que cambiarás, Nicholas, o te juro por todo lo sagrado que no vas a tocarme.
Una vez más Nicholas me regala esa mirada penetrante con una sonrisa plantada en su rostro. Lo veo acercar su rostro a escasos centímetros del mío para luego susurrar por lo bajo.
—Como tu esposo, tendré el poder de hacerlo—. Alega haciendo que mi ceja se levante y responda con seguridad.
—Eso lo sabemos, pero también es un hecho de que no quieres ser como Nieran.
Eso lo hizo alejarse y que el momento se rompa, siento como su cuerpo entra en un estado de tensión y el ambiente se torna idéntico. Una vez más, recuesta su cuerpo de la silla y aleja sus manos de mi para posarlas sobre el reposabrazos, nuestras piernas, siendo lo único que nos hace tocarnos.
Sabiendo que necesita su momento para procesar mis palabras me coloco de pies para así rodear la mesa y alegar.
—Debemos idear un plan para eso. Porque voy a dejar claro esto, Nicholas, la primera vez que nos acostemos será algo nuestro, no de un grupo de hombres sádicos que se quieren involucran en la intimidad de una pareja.
—Bien—, acepta con un suspiro apagado—, qué propones.
Con seguridad me dejo caer en una de las sillas posada al frente de su escritorio y empiezo a contarle mi plan.
—
—Entonces, de forma resumida—, dice Nicholas luego de procesar toda la información—, le haremos creer a mi padre, el rey, que estuvimos juntos.
—Sí—, afirmé—, su constitución no envía a mujeres a la orca por tener coito con su prometido antes del matrimonio. Así que, es un excelente plan.
—Lo es—, asiente con su cabeza—, totalmente loco y suicida.
—Al menos, tú constitución castiga a los mentirosos perdiendo un dedo.
—No eres graciosa, Anahía.
—Lo lamento, mi comentario fue horrible, pero estoy nerviosa—, muerdo mi uña con ansiedad—, tenemos que empezar desde hoy a hacerle creer eso. Tenemos que convencer a tu padre que realmente nos acostamos. Sino este plan se irá a la basura y con él nuestros dedos.
—Ana—, advierte.
—Lo siento—, vuelvo a decir—, sé que en un futuro tenemos que dar ese paso. Sé que, cuando seas rey debe de haber un heredero. Y sé cómo es el proceso para crear uno.
—No te presiones por cosas para las que aún falta demasiado—, susurra—, aún no estamos adaptando al hecho de que nos casaremos. Y que no tenemos escapatoria. Y forzar algo para lo que no estás lista no saldrá bien, An.
—Lo sé—, respiré profundo—, tenemos que ingeniar un plan b en el caso de que tú padre se niegue a cancelar la demostración.
—En ese caso, me encargaré de pedir un camisón blanco de tela oscura para que nadie pueda mirarte—, comenta con cuidado. Cómo si temiera decir algo que pudiera asustarme.
—¿Ese es un acto que se pueda actuar? —, pregunto mirándolo a los ojos.
—Si logramos mantener sobre nosotros las sábanas, entonces sí.
—Una vez escuché a Adal y a Cedric hablando—, confieso con una sonrisa recordando a mi ex prometido que parecía un hermano más—, creyeron que la biblioteca estaba sola, así que, jamás me vieron. Los escuché hablar de un encuentro de mi hermano con una señorita.
—Ana—. Su tono me recordó el de padre cuando hacía algo indebido, lo cual me hizo levantar mis manos y asegurar con la voz aguda.
—No podía hacer mucho, se supone que no debía estar allí—, reí negando con mi cabeza con autentica felicidad a la vez que continue—, estaba escondiéndome de madre porque insistía en que me encontrara con el horrible y adulador conde de Valador—, Nicholas ríe con diversión—, así que me escondí en el único lugar donde mi madre pensaría en buscarme.
—Eso quiere decir que no te gusta leer.
—Lo hago, en contra de su voluntad, por eso siempre buscaba lugares al aire libre donde ella jamás iría. Pero, ya conocía todos mis escondites, así que, medidas desesperadas requerían acciones desesperadas—, él vuelve a reír—, hablaron sobre algo de rozar.
Mis mejillas se calentaron cuando él dejó de reír para posar su atención en mí, se removió en la silla, dejando que su rostro descanse sobre su palma izquierda a la vez que colocó su tobillo derecho sobre su otra extensión. Haciéndome saber con ese gesto que su atención estaba completamente en mí.
Editado: 15.04.2025