Príncipe Oscuro 2

Capítulo 11

–¡Erika! –llamó David con impaciencia pero la chica, ignorándolo, solo siguió andando –¡Por dios detente!

Completamente sofocado el joven consiguió darle alcance justo cuando ella estaba por salir del hospital y, tomándola por la muñeca, la hizo voltear abruptamente.

–!¿Acaso te has vuelto loca?! –regañó cuando consiguió un contacto visual –¡No puedes escapar del hospital!

Erika lo observó con ojos perdidos, sin ser realmente consiente de lo que le decía, aún en shock ¿Escapar? Si, ese era un buen nombre para lo que había hecho. A penas la enfermera se retiró de su cuarto para buscar al doctor que la vería, ella solo tomó sus cosas y salió corriendo. Ni siquiera sabía por qué hizo tal cosa, de lo único que estaba segura es de que necesitaba salir de ahí, necesitaba aire fresco, necesitaba... desaparecer.

¿Cómo era posible? ¡Por dios ella no podía estar embarazada! Mientras más lo pensaba más absurdo le parecía. Solo tuvo relaciones una vez en su vida y fue con Alistar ¿dónde quedaba ese maldito discurso de que los vampiros y los humanos no podían procrear? ¿Acaso él le mintió? No, no podía ser eso...

–Un error –dijo al fin en voz alta hacia David, como notando por primera vez su existencia y le dirigió una mirada confundida –¡Es lo que ha pasado! –la joven sonrió histérica mientras se pasaba las manos por el enredado cabello para seguidamente comenzar a dar vueltas en círculos murmurando: –Los análisis se han equivocado, no es posible que yo esté embarazada...

–Erika detente –David la agarró de los hombros con firmeza y la obligó a mirarlo –La gente nos observa y comienzas a asustarme.

Y fue entonces que, sin ser dueña de sus emociones, la joven comenzó a llorar desconsoladamente sobre el pecho del chico. A duras penas se dio cuenta de cómo él la arrastraba fuera del hospital y la sentaba en uno de los bancos de un parque que había enfrente.

Él no dijo nada más, solo se mantuvo en un silencio sepulcral mientras ella se desahogada con constantes hipidos, de algún modo él también parecía superado por la situación.

–¿Quién es el padre? –preguntó al fin luego de algunos minutos donde la joven se calmó un poco.

–Tu no lo entiendes –ella negó frenética –No hay modo alguno de que eso sea verdad.

–¡Por favor Erika! –rio con sarcasmo, más interesado en observar las nubes del cielo que a la chica a su lado –Hasta el mejor anticonceptivo puede fallar alguna vez. Solo acepta lo mucho que la has cagado.

–N-no, no me refiero a eso... –tartamudeó en apenas un hilo de voz ¿cómo podría explicarle el hecho que la hacía estar tan segura de sus palabras?

–Sinceramente me parece increíble –escupió él con desdén y se volteó a mirarla con odio –Dos años Erika, dos malditos años duró nuestra relación y nunca me diste la oportunidad de acercarme a ti de esa forma ¿Y ahora te vas un par de meses y vuelves con...? –señaló su vientre con ambas manos de forma despectiva sin encontrar palabras para describirlo –¡¿esto?!

–Las cosas no son como tu piensas... –murmuró la joven, sin saber por qué sentía la necesidad de darle ninguna explicación al ex novio que la había engañado con su mejor amiga.

–Solo me queda claro que eres una maldita zorra...

Y en ese momento Erika, en un acto reflejo, descargó toda la frustración acumulada sobre él con una sonora bofetada que hizo que incluso a ella le doliese la mano.

–Ni se te ocurra hablarme así –siseó con los dientes apretados –No eres precisamente el más apto para darme clases de moral.

David, en completo mutismo y con la mejilla roja, se puso en pie y la miró con tanto odio que la joven incluso temió que fuera a tomar represalias por lo que acababa de hacerle. Pero contrario a eso, él se mantuvo sereno.

–No quiero tener nada que ver con tus mierdas –escupió al fin –Espero que disfrutes de tu hijo sola porque sinceramente, dudo que el padre se haga cargo... o que siquiera sepas quien es.

Antes de que Erika tuviera tiempo de responderle como se merecía, el joven se alejó de ella a grandes zancadas, dejándola completamente sola con un horrendo sabor de boca ¿Por qué diablos había reaccionado así? Al final de cuentas era un asunto que no le concernía.

–Esto es malo... –susurró para sí misma mientras se pasaba las manos por el cabello nuevamente.

Ahora David sabía su secreto, uno que ni ella era consiente que tenía y debía asegurarse que nadie más lo supiera. El problema no era sólo lo mal parada que quedaría ante la sociedad sino el peligro que correrían tanto ella como el bebé de ser cierto el embarazo. No se engañaba, estaba completamente segura que traer un hijo del vampiro no podía representar nada bueno. La pregunta era: ¿Podría confiar en su ex novio para que mantuviera el silencio?

Con semblante preocupado dirigió la mirada hacia esa zona específica de su cuerpo que se había esforzado en ignorar desde que supo la noticia. Se veía igual que siempre, ni siquiera un poco abultado ¿En verdad una vida se gestaba allí dentro? Pensándolo detenidamente eso podría explicar muchos de los cambios raros que había sufrido últimamente.

–No sé si estás ahí dentro o no... –susurró al fin mucho más calmada mientras se acariciaba el vientre por encima de la blusa –Pero si en verdad existes prometo que haré todo lo posible para que estés bien. Para que estemos bien.

Y en ese momento fue como si el viento le susurrara la respuesta ¿Cómo no lo había pensado antes? Actualmente solo existía una criatura que podía responder todas sus preguntas. Era peligroso, pero tenía que intentarlo al menos, en el fondo sabía que él jamás le haría daño, no podía.

Y sabía exactamente dónde encontrarlo.

Con los ánimos redoblados se puso en pie y de un momento a otro maldijo para sus adentros recordando que había llegado en el auto con David y que ahora tendría que irse caminando al haber sido abandonada por él. Aunque sinceramente ni siquiera le importaba, no dejaría que nada o nadie la apartara de conseguir las respuestas que necesitaba. Sin embargo, no había dado ni dos pasos cuando un potente maullido a sus espaldas detuvo su andar.




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