Príncipe Oscuro

Capítulo XVI

Alistar la observa detenidamente con sus profundos ojos azules, a la espera de algún tipo de reacción por su parte. El tiempo parece haberse detenido y el único sonido que rompe el silencio sepulcral es el latir desbocado del corazón de la chica. Parpadea varias veces algo desorientada y se remueve incómoda, destruyendo el momento, aunque ni siquiera estaba segura de que hubiese habido alguno.

–¡Quítate de encima! –espeta molesta y él, haciendo oídos sordos a sus demandas, le regala una amplia sonrisa.

–Conque ahí estáis... –dice y la joven no comprende a que se refiere –Tanto silencio comenzaba a preocuparme en verdad.

–¿Que te preocupaba? –alza una ceja con chulería –¿Que me hubieras destrozado la garganta? Pues ya ves que no.

El vampiro la toma delicadamente por la barbilla, obligándola a mirarlo. El roce del frio cuero de los guantes contra su piel la estremecen. Alistar sitúa su boca a escasos centímetros de su oído y le susurra poniéndole los pelos de punta:

–Es una lástima, pues creo que en ese caso me hubiese ahorrado muchísimos problemas –Erika siente la respiración pesada sobre la piel de su cuello y se tensa visiblemente cuando él besa los dos puntos rojos de la vez que la mordió –A lo mejor debería corregir eso.

–N-no... p-por favor no lo hagas... –suplica ella con verdadero temor imaginando lo que pretende, toda la confianza se había esfumado de su cuerpo al solo pensar en volver a sufrir ese dolor.

Pero para su sorpresa, lejos de morderla, Alistar retrocede un poco y la mira confundido, es entonces cuando se da cuenta de que esta temblando.

–Tranquila... –susurra él con voz calmada mientras le desliza la mano por la mejilla –No debéis temerme... no voy a haceros daño...

–¿Por qué? –lo reta ella con los ojos brillosos, conteniendo las lágrimas que se niega a dejar salir –Es lo que haces, está en tu naturaleza, además... ya lo has hecho antes...

–Shhhh... –el vampiro posa el dedo índice en sus labios haciéndola callar y a Erika el espacio se le queda demasiado pequeño –Perdón por lo de antes, no quería lastimaros, normalmente me controlo mejor pero por alguna razón perdí los estribos, aunque os prometo que no volverá a pasar, os privaré de sufrir ese dolor...

–¿Por qué lo harías...? –la chica baja la mirada con la intención de esconder la lágrima que empieza a bajar por su rostro, pero Alistar es más rápido y, tomándola por la barbilla, la atrapa al instante –No soy nada para ti... tú mismo lo dijiste... que más te da si muero o no... es más... ¿por qué no lo haces de una vez? Termina con mi vida, qué más da hacerlo ahora que luego...

–Olvidáis algo importante preciosa… –con su mano libre le coloca tras la oreja unas hebras rebeldes de cabello –¿Cuándo entenderéis que sois mía? Me pertenecéis, yo decido que hacer con vos, yo decido que hacer con vuestra vida, mataros no entra en mis planes…

–¿Ah no? –recobrando sus fuerzas Erika lo empuja nuevamente con rabia, pero un pequeño malestar la hace detener su acción, debía recordar no hacer demasiados movimientos, aun no estaba del todo bien –¿Entonces que pretendes? ¿Qué quieres de mí? ¿Qué planeas conseguir con tu juego absurdo...?

–Esto.

Y de buenas a primeras, Alistar unió sus bocas en un intenso y apasionado beso. Ella le lleva las manos al pecho tratando de impedir, inútilmente, su avance. Pero él, de forma diestra, con solo una de sus manos agarra las de la chica y las pasa por sobre su cabeza, sujetándoselas contra el colchón e incapacitando cualquier tipo de movimiento por su parte. Erika sentía la presión en sus labios con tal fuerza que acallaba cada vez más sus débiles protestas, debía reconocer que al vampiro no se le daba del todo mal. Pero no podía permitir dejarse llevar por la oleada de sensaciones tan placenteras que la hacía sentir, debía pararlo de algún modo, tenía que demostrarle que ella no era un objeto que podía solo tomar y desechar siempre que quisiera. Así que casi contra su voluntad comenzó a removerse frenéticamente en señal de claro rechazo. Alistar deslizo la otra mano por el brazo hasta su cuello, apretándole suavemente la garganta en un intento porque se quedara quieta. Ella sintió ligeros escalofríos de pánico y placer, él intentó estrecharla más contra sí pero la joven le mordió el labio con fuerza, haciéndolo retirarse.

–No voy a permitir que vuelvas a besarme contra mi voluntad nunca más –advierte Erika decidida tratando de no prestarle atención a la mirada llena de ira que le dirigía él.

–¿Contra vuestra voluntad? –espeta irónico mientras recoge con su pulgar una mínima gota de sangre que se encontraba en su labio y la deshace con los dedos –No me hagáis reír, bien sabéis que lo estabais deseando…

–Vete a la mierda...

–Deberíais moderar vuestro lenguaje querida –Alistar se levanta de la cama sin mirarla y se aleja hasta situarse frente al fuego –Podríais ganaros un castigo ¿o es que no fue suficiente la última lección?

–P-pero dijiste que había sido un accidente –la joven observa su espalda confundida al escuchar como brota de sus labios una escueta risa ante sus palabras.

–¿Y me creísteis? Pobre ilusa... –susurra más para sí mismo que para ella, pero no cuesta trabajo escucharlo.

–Verdaderamente me confundes... –Erika niega con la cabeza mientras esconde la sonrisa que amenaza con salir, este vampiro debía tener algún tipo de trastorno bipolar.

–¿Que yo os confundo? –vuelve la cabeza hacia donde se encuentra ella y la mira –En verdad sois tonta, no entendéis el verdadero significado de esa palabra...

–Pues explícamelo...

–No tengo que deciros nada –habla cortante, se ve que no le agradaba mucho que lo increpasen con preguntas –Vos no sois nadie, solo una esclava a mis servicios, una con mucho trabajo atrasado de echo.

Erika frunce el ceño molesta por sus palabras ¿Cómo se atrevía a decir eso? En parte tenía razón pero igual dolía, fue una tonta al pensar que podrían llegar a entenderse en algún momento. Estaba más que claro que para él, ella solo era un simple juguete y que su interés solo era con el objetivo de atormentarla. Pero claro, la culpa era de ella, tal como él mismo dijo solo era una ilusa. Aunque eso se había acabado, ese maldito chupasangre no se volvería a aprovechar de ella.




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