Príncipe Oscuro

Capítulo XXII

La sala se había sumido en un tenso silencio, no se escuchaba una sola voz. La incomodidad general podía ser cortada con un cuchillo. Todos los rostros lucían molestos y, a pesar de no ser de sangre caliente, a la mayoría les costaba contener la furia.

–Malditos... –gruñó Claus con los dientes apretados –No puedo creer que se hayan atrevido a tanto.

–No podemos permitir algo como esto –Illinois se reacomodó en su asiento –Se creen muy listos los muy cabrones... ¡yo digo que los ataquemos con todo! ¿Cuántos pueden ser? ¿cincuenta? ¿cien? ¿doscientos? ¡Pues nosotros llevaremos mil! Y quiero ver quien será el maldito perro capaz de oponerse.

–Calmaos Illinois –lo reprendió Alistar –No podemos actuar a lo loco, ahora hemos visto que debemos andar con cuidado.

–¿Y lo decís vos alteza? –Claus rio sin humor –Os recuerdo que fuisteis quien ideó tan mal plan, dijisteis que solo eran un par de lobos y que podríais con ellos ¿que ocurrió con esa confianza mi señor?

–No os permito que me habléis así –el príncipe rechinó los dientes –Los subestime, es cierto, pero hay algo que no está bien con ellos, lo que hacen no es normal, nunca se había visto nada igual.

–Os lo advertí... –Marcus se levantó como un resorte de su asiento, pasó la vista por cada uno de los presentes y, para sorpresa de todos, dio un fuertísimo golpe en la mesa –¡Maldita sea os lo dije! No me hicieron caso y ahí tenéis los resultados.

–¿Y qué esperabais Marcus? –Claus lo observó burlón –¿Que creyéramos ciegamente en vuestra absurda teoría? ¡Necesitábamos pruebas!

–Dos de nuestros mejores guerreros están muertos, el príncipe casi no lo cuenta y Darius, uno de los miembros más fuertes de este Consejo, está desaparecido –Marcus lo miró con rabia –¿Es suficiente prueba para vos?

–Padre... debéis calmaros –Illinois lo tomó por el brazo y Marcus, soltándose bruscamente se sentó.

–¡Silencio! –desde lo alto de la tribuna resonó la voz irritada del rey –Todos estamos demasiado nerviosos aún. De momento lo que debemos hacer es calmarnos y pensar fríamente en la situación...

–Padre –interrumpió Jordan con el ceño fruncido –Creo que Alistar no debería estar aquí, le ordenaron descansar unos días.

–Ya han pasado días más que suficientes –se defendió el aludido fulminado con la mirada a su hermano –Como veis ya me encuentro perfectamente, además os recuerdo que únicamente yo me he enfrentado al enemigo.

Y era cierto. Alistar no solo se veía mejor, también se sentía de maravilla. Había pasado los tres días más horribles de toda su existencia vampírica pero por fin parecía haber expulsado el veneno en su totalidad. Increíblemente la recuperación fue mucho antes de lo que predijo Alissea.

–Alistar se encuentra perfectamente –aseguró el rey –Además como él mismo dice es el único que puede darnos información sobre a que nos enfrentamos.

El príncipe heredero suspiró con fastidio y barrió la sala con la mirada. Sabía lo que venía. Odiaba rememorar lo que él consideraba el capítulo más humillante de toda su historia. Pero dicen que uno aprende de los errores y él sin duda lo había echo, como volviera a tener delante a ese tal Shadow lo mataría tan deprisa que no sería capaz ni de suplicar.

–El ser al que me enfrenté se hace llamar Shadow y es sin duda quien está dirigiendo a los lobos –comenzó a explicar el príncipe a los presentes que lo observaban curiosos –Mas sin embargo algo no está bien con él, para empezar no tiene el olor característico de un licántropo y no cabe duda de que lo sea pues pude comprobar de primera mano cómo sus ojos se tornaban de un dorado intenso y eso es algo propio de esa especie solamente. Ahora, por algún motivo que desconozco su sangre se ha vuelto venenosa, la de todos ellos. Como dato curioso mencionaré lo siguiente: Johansen mordió a su subordinado pero pasó un buen rato hasta que comenzó a mostrar síntomas, sin embargo cuando Casio hizo lo mismo con Shadow cayó fulminado al instante y por si fuera poco el cuerpo de Johansen aun presentaba señales de vida cuando el de su hermano comenzaba a desintegrarse ¿El motivo de esto? Pues eso es un completo misterio para todos...

Alistar calló. Había algo más sí, pero no lo compartiría con los miembros del Consejo. El tal Shadow conocía a la perfección secretos de su familia enterrados hace siglos y de los que ni siquiera la actual reina o sus hermanos más jóvenes eran conscientes. Debía hablar con su padre más tarde, cosas como la verdad de su nacimiento no podían salir a la luz, sería un completo desastre.

–A lo mejor yo tengo la respuesta al dilema de la sangre –Marcel, que había permanecido en silencio recostado a una columna, avanzó al centro de la sala donde se encontraban cómodamente sentados a una gran mesa los miembros del Consejo –No podría asegurar que fuera una bruja, pero sin duda están recibiendo ayuda de algún ser mágico.

–¿Tenéis pruebas de eso? –Jordan le dirigió una mirada incrédula.

–Hace unos días tuve un encuentro con un individuo un tanto peculiar, un lobo para ser más exactos, se encontraba en nuestro territorio –los murmullos de protesta e indignación no se hicieron esperar y Marcel apuró su explicación –Por supuesto intenté detenerlo y quizás incluso traerlo al castillo para ser interrogado, sin embargo no fue posible ejecutar dicho plan, antes de que tuviera oportunidad de lanzarme contra él, desapareció.

–¿A que os referís con que desapareció? –Claus rio –¿A que fue más rápido que vos? ¿Eso decís? A lo mejor es que os estáis haciendo viejo.

–Y lo más importante ¡¿Que hacían esas malditas bestias en nuestro territorio?! –Marcus apretó los puños con furia –¿Acaso se han vuelto locos? ¿Pretenden provocarnos? Estoy de acuerdo con Illinois ¡Debemos atacarlos y destruirlos de una vez!

–Permitidme discrepar lord Richeliot –dijo Alistar burlón –Bien sabéis que yo soy el más deseoso de destruir semejante plaga pero debéis tener en cuenta que ni siquiera sabemos dónde se esconden.




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