–Bebed –ordena Alistar tendiéndole una copa plateada a la chica –Es mi sangre, ayudará a curaros.
–¿Y por qué querrías hacer eso? –la joven niega volteando el rostro –Si mal no recuerdo la culpa de que me encuentre así es solo tuya.
–Tenéis razón –el vampiro toma asiento en el borde de la gran cama donde permanecía tendida la chica y suspira cansado –Todo ha sido mi culpa y entiendo que me odiéis, yo lo haría –rio sin humor –Pero no pienso negociar con esto –levantó la copa y la acercó a los labios de la joven –Vais a beberos hasta la última gota así tenga que obligaros.
Erika asintió no muy convencida y obedeció la orden, de nada serviría ponerse digna, en este momento cualquier cosa que la hiciese sentir mejor era bien recibida, aunque eso significara beberse la sangre del vampiro. Increíblemente no era ese sabor desagradable que había imaginado, definitivamente lo opuesto al metálico que estaba acostumbrada, podía decir que era hasta dulce ¿Es porque era un vampiro? Muy probablemente.
–Es dulce… –susurró Erika relamiéndose las últimas gotas tentada a pedir un poco más, por muy raro que sonara –¿Cómo puede ser…?
–Vuestra sangre causa el mismo efecto en nosotros –explica Alistar relajado –Por supuesto, lo sentimos mucho más intensificado dada nuestra naturaleza, quizás ahora entendéis por qué os volvéis tan adictivos…
La joven desvió la mirada colorada hasta las orejas ¿Pero qué estaba haciendo? Había pasado recientemente por una situación de vida o muerte por culpa del ser que tenía delante y solo se le ocurría sonrojarse ¿No debería estarle gritando o algo? Ni ella misma se entendía.
–¿Cuánto tiempo he estado inconsciente? –pregunta.
Lo último que recordaba era a Wilmer desangrándose en el suelo y Alistar junto a ella, luego nada… y al despertar lo había echo aquí, en la habitación del vampiro, al parecer se estaba volviendo costumbre. Ni siquiera podía adivinar el tiempo transcurrido puesto que todo a su alrededor permanecía igual que siempre, completamente oscuro.
–No mucho –Alistar tomó la copa de las manos de la chica y se puso en pie, caminado hasta un estante cercano donde la coloco junto a muchas botellas para seguidamente abrir una –Solo un par de horas, fue más bien la impresión del momento…
–¿Y estuviste aquí todo ese tiempo? –Erika frunce en ceño con incredulidad, no parecía un comportamiento típico en él.
–Así es… –responde en voz monótona dando un largo trago de alguna bebida que ella no lograba ver.
–¿Por qué? –sus labios formularon la pregunta antes de que su cerebro procesara si en verdad quería saber la respuesta.
–Solo… quería asegurarme que estabais bien… –dice en voz baja manteniéndose de espaldas –Al estar inconsciente os he estado proporcionando algo de mi sangre pero aún no es suficiente… necesitáis beber más…
La chica abrió los ojos sorprendida ¿Quería decir entonces que eso que le dio no era lo primero que bebía? ¿A cuánto se refería él con un “poco”? Pero tenía razón, no se había dado cuenta antes pero en verdad se sentía muchísimo mejor. Aun tenía los músculos algo doloridos pero nada realmente grave ¿Había sido gracias a él? ¿Por qué se tomaría tal molestia? Y lo más importante ¿acaso le ocurría algo? Se veía extraño. Parecía cansado y elegía sus palabras con cuidado ¿En dónde había quedado el vampiro que se pasaba el tiempo amenazándola y gritándole ordenes? ¿Acaso la pérdida de sangre le pasaba factura? No sabía que a los vampiros les ocurriera eso ¿estaría agotado por culpa de ella? No es que no lo mereciera pero aun así…
–No –corrige ella –Quise decir que por qué me sacaste de allí… nunca llegué a decir nada de lo que esperabas… entonces por qu-…
–Cometí un error –la corta –Nunca debí dejaros ahí y, aun así, tenía que haberos sacado el primer día, tomé una decisión llevado por un arrebato en un mal momento y ya luego me fue casi imposible retractarme, aunque no lo parezca yo también estoy sometido a ciertas leyes y reglas que en fin… –suspira largamente y se voltea a mirarla, sus ojos chispeaban –Lo siento, de verdad espero que podáis perdonarme… no me siento orgulloso de lo que hice… os daré cualquier cosa que pidáis para compensaros.
–Wilmer… ¿Qué pasó con él? –recordó de repente la joven ignorando por todos los medios la reciente declaración, no sabía que contestar a eso –¿Ya está bien no? Los vampiros tienen esa súper sanación ¿verdad?
–¿Por qué os preocupa? –Alistar se acerca a ella, lucia enfadado de repente –Debí haber matado a esa maldita alimaña…
–Es verdad que en este momento no hago más que odiarlo, era cruel y despiadado, intentó sacarme información de formas extremadamente dolorosas… pero siendo sincera no recuerdo gran parte de lo que pasó, solo el dolor… eso es todo lo que puedo recordar… –hace una pausa y mira directo al vampiro, decidida –Y soy consciente de que él no es el principal culpable, solo era un soldado siguiendo ordenes…
–¿Soldado? –Alistar dio otro sorbo a lo que fuera que estaba tomando y se acomodó en un sillón de tapicería negra que se encontraba justo frente a la cama, a una distancia bastante corta, que raro… Erika hubiese jurado que antes no estaba allí –Más bien sirviente de poca monta, no lo elevéis tanto, pero aun así os contestare… Wilmer perdió su ojo definitivamente, hice un buen trabajo con él, no era menos de lo que merecía de todos modos.
–¿P-pero cómo? –un escalofrío recorrió la espalda de la joven al rememorar tan horripilante escena, esperaba nunca tener que contemplar nuevamente algo como eso –Pensé que se curaría ¿Por qué no lo hizo?
–Oh sí que lo hizo, pero parece que tenéis una idea equivocada del proceso de curación en un vampiro –explica Alistar con una sonrisa –Puede cerrar la herida en cuestión de minutos o prácticamente segundos como ocurriría en mí, pero no tiene la capacidad de regenerarse, una vez perdido algo: un brazo, una pierna o un ojo en este caso, por más que sane no nos vuelve a crecer ¿entendéis?