Príncipe Oscuro

Capítulo XLVII

Erika regresó al salón de baile con el corazón en un puño y completamente en shock. Su cerebro no era capaz de procesar aun lo que acaba de ver, todo parecía una horrible pesadilla ¿Esos eran los importantes asuntos que debía atender? Y ella preocupándose por él, porque pensó que se encontraba mal. Pues si lo había estado era más que obvio que se sentía muchísimo mejor ¿Cómo había podido ser tan tonta?

–Erika... –con la visión nublada alzó la cabeza y se limpió malamente las lágrimas que habían comenzado a salir –¿Estáis bien? ¿Qué ha pasado?

La joven detalló el rostro preocupado de Jordan y si no sintiera su corazón hecho pedazos se hubiese echado a reír incluso. No era más que una actuación, él no se preocupaba por ella, ninguno lo hacía. Solo Claus, él era el único que había intentado ayudarla realmente. Que mal lo había juzgado.

–Me encuentro perfectamente –dijo más seca de lo que pretendía sin importarle que se tratase de uno de los príncipes, no estaba para absurdas formalidades.

Fue a retirarse, necesitaba estar sola, aclarar sus pensamientos pero, al momento de darse la vuelta, Jordan la sostuvo del brazo para nada satisfecho ¿Por no simplemente volvía a disfrutar de la fiesta como hace poco? No entendía por qué insistía en retenerla.

–¿Dónde está mi hermano? –volvió a pregunta y Erika contuvo sus ganas de gritarle la respuesta.

–No tengo la menor idea –mintió con un encogimiento de hombros –Imagino que se encontrará ocupado con "asuntos importantes". De todos modos no es correcto que una esclava se meta en los quehaceres de su amo.

–¿Por qué será que no os creo? –insistió el príncipe y ella hizo una mueca, deseando que la soltase de una maldita vez.

Estaba a punto de contestar cuando todos en la sala hicieron silencio nuevamente y la música paró. La mirada de la joven voló rápidamente al lugar donde permanecían sentados Lucio y Alhexias, pero incluso ellos parecían sorprendidos. Y fue entonces cuando su vista se enfocó en el sitio correcto. Desde lo alto de la escalera por la que hacia escasos minutos ella había bajado, se veían las acarameladas figuras de Alistar y Alissea. Incluso Jordan tenía la boca abierta de par en par, como si aquello que estuvieran viendo sus ojos fuera inverosímil.

La pareja real, ignorando los murmullos de cada uno de los presentes, descendió de lo alto y ambos caminaron juntos hasta la mesa del banquete en la que se encontraban los otros dos soberanos que, al igual que el resto, parecían no creerse aquello que veían. De camino pasaron junto a Erika y Jordan, cosa que hirió aún más a la joven pues, aunque resultara increíble, no consiguió la más mínima mirada por parte de Alistar. La única que parecía prestarle una cínica atención era la bella princesa.

–Siento mucho haberos detenido la fiesta –habló Alissea en dirección al público una vez estuvieron en el centro –Pero creo que ya es hora de comunicarles algo de suma importancia para mi... –entonces dirigió una mirada cargada de luz hacia Alistar –Para nosotros...

–Cierto es que nuestro deseo era esperar un poco más y, por supuesto, haber contado con la debida aprobación del rey –continuó Alistar clavando su vista en Lucio quien se la devolvía con ojos chispeantes y se agarraba a su sillón con tal fuerza que parecía capaz de romperse en cualquier momento –Pero que mejor que la fiesta de cumpleaños de la persona más importante para mi... –ante estas palabras Erika se sintió morir y más aún cuando vio como aquel poderoso y orgulloso príncipe se arrodillaba frente todos y tomaba con sus fuertes manos las blancas y delicadas de su amante –Mi querida princesa, luz de mis ojos ¿me haríais el grandísimo honor de casaros conmigo?

–Por supuesto amor mío –correspondió la princesa y ambos sellaron la promesa con un dulce beso.

Y entonces se desató el caos.

Absolutamente todos los presentes comenzaron a protestar exaltados e incluso el propio rey de los brujos tenía los ojos a punto de salírsele de las orbitas. El único que parecía medianamente calmado con la noticia era el rey Alhexias, que observaba toda la situación divertido. Incluso el normalmente tranquilo Jordan, se notaba temblar de ira al lado de la joven.

–¡¿Qué demonios significa esto?! –gritó el segundo príncipe mientras avanzaba a donde se encontraba su hermano –¡¿Acaso os habéis vuelto loco?!

–No sabía que tuviera que rendiros cuentas de mis actos –se defendió Alistar mientras abrazaba a su futura esposa.

–¿Acaso no lo veis? –Jordan gesticulaba sin parar –¡Es una bruja maldita sea!

–¿Tenéis algún problema con las brujas? –dijo alguien a su espalda.

–Los vampiros son la escoria ¡no debemos mezclar nuestra sangre con alguien como ellos! –grito otro.

–Malditos hechiceros ¡¿Qué le habéis hecho a nuestro príncipe?! –pronunció un tercero y luego de eso ya no fue posible sacar en claro muchas más frases.

La relajada y aparentemente divertida velada de hace un rato ahora se había convertido en un auténtico campo de batalla producto a la noticia. Pero Erika apenas prestaba atención a lo que ocurría a su alrededor. Su cabeza era un caos y por alguna razón se encontraba realmente mareada, sentía que en cualquier momento vomitaría.

–¡Suficiente! –tronó Lucio rojo de ira y todos callaron al momento, entonces dirigiendo la mirada a los novios agregó –Ustedes dos venid conmigo en este mismo instante.




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