Volteé y al quedar frente a él no pude evitar sonreír. Siempre me alegraba el día con sus ocurrencias imaginándonos como pareja.
—¿Qué te trae por aquí, hermosa? ¿Te gustaron las flores?
—Vine a confirmar mis sospechas e invitar a mi "amigo" a cenar. —Hice unas comillas con mis dedos al mencionar la palabra amigo.
—Hoy me pillas un poco ocupado, tengo un evento.
—¿Puedo quedarme y ayudar en algo? Mis roomies se fueron de fiesta y no quiero estar sola.
—Veré en qué puedes ayudarme. ¿Trabajas mañana?
—Sí, es viernes. —Suspiró.
—Has venido a poner mi mundo de cabeza, pequeña. Cerraré temprano para que no te desveles. —Acercó su frente a la mía y cerró los ojos. Me contuve de besarlo.
—No tienes por qué hacerlo. Puedes perder clientes; no tengo problema con desvelarme.
—Con la cena de esta noche la ganancia de hoy está asegurada. Daré instrucciones para que solo acepten a las personas que vienen al evento y podamos cerrar temprano. Los chicos también merecen un descanso.
Me tomó de la mano y me guio hasta el interior del restaurante, nos sentamos en una mesa y uno a uno los empleados fueron pasando para aclarar los pendientes de la noche.
—Zahara, ¿cómo vamos con las reservaciones para la próxima semana? —Le preguntó a las hostess.
—Te has olvidado, ¿verdad? Me pediste que no acepte reservaciones durante las próximas dos semanas por... —Volteó a verme, y se aclaró la garganta— Las reparaciones.
—¿Reparaciones? —Intercambiaron miradas— Lo había olvidado por completo. Entonces desde mañana estamos libres, ¿verdad?
—Sí, hoy es nuestro último evento. No se realizaron reservaciones para el fin de semana, se supone que trabajaríamos con clientes por orden de llegada.
—Cambio de planes. Notifica al personal, y en redes sociales cerraremos y volveremos en dos semanas.
—De acuerdo. Por cierto, Verónica no va a venir. Necesitaré ayuda en la recepción.
—Gracias, Zahara, ya me encargaré de eso. Puedes retirarte.
Me quedé a solas con él, y vi como se frotaba las manos en su cara.
—¿Todo bien? —Pregunté.
—Sí, solo no sé en qué día vivo. ¿Podrías ayudar a Zahara en la recepción? Solo debes sonreír y dar las buenas noches. Si algún tipo se propasa contigo me dices, no vayas a estar tirando zurdazos a diestra y siniestra.
—¡Claro! Intentaré ocultar a la boxeadora que hay en mí. —Reímos— ¿Debo cambiarme de ropa?
—Sí, le diré a Zahara que te de uniforme más tarde. Ahora vuelvo, pide lo que quieras.
Se puso de pie y me dejó sola en esa mesa. Lo vi moverse con destreza, iba de un lugar a otro, daba instrucciones con respeto mientras verificaba que todo estuviera en orden. Entró a la cocina a verificar el menú que se serviría esa noche y posteriormente salía con un par de platos de pasta.
—Será mejor que comas algo; el evento iniciará en una hora.
—Tú la preparaste?
—Mentiría si te digo que fui yo quien la preparo. En realidad, es la especialidad de Tony, nuestro cocinero italiano.
—Pero este es un restaurante francés, ¿no?
—La comida francesa es nuestra especialidad, pero cuando tenemos eventos como el de hoy, el cliente puede elegir los platillos de su preferencia.
—Perdón si te molesto Mateo, pero tengo una duda. ¿Por qué en todo este mes solo me has mandado mensajes y no me has buscado? —Pregunté un poco temerosa.
—¿Te parece si Io platicamos después de esta cena? Hay mucho de Io que debemos hablar. —Dijo en tono cansado.
—De acuerdo —me limité a decir bajando la mirada.
—No te pongas así, es solo que... —suspiró— Mi vida es complicada y no quiero malos entendidos por hablar a las carreras.
—¿Eres casado? ¿Tienes novia?
—No seas tan curiosa y espera un poco más. —No supe cómo interpretar su respuesta.
Al terminar mi cena con Mateo, Zahara acompañó al vestidor de empleados donde me entregó un uniforme de hostess. Una vez uniformada, me dirigí al que sería mi lugar de trabajo. La chica fue muy amable conmigo, me explicó todo Io que necesitaba saber y como debía actuar.
El evento organizado en el restaurante inició a las 8 de la noche, llegaron invitados muy importantes, algunos los conocía por las revistas de negocios. En ocasiones Mateo se acercaba a la recepción para ver cómo me sentía.
La cena fue todo un éxito, el cliente quedó tan contento que dejó una jugosa propina. Ayudamos a los empleados a dejar todo limpio y en orden, después de todo el restaurante estaría cerrado por dos semanas.
En Io que esperaba a Mateo para irnos, revisé mi teléfono, y vi que tenía varios mensajes de mis roomies, y de Monse insistiendo por el regalo que me envió.
Alessandra: