Prioridades

16

Desperté al escuchar el sonido de mi despertador, me estiré aún acostada en la cama, y observé que a mi izquierda se encontraba dormido Mateo. Ambos teníamos la misma  ropa del día anterior, no me di cuenta en qué momento me trajo a la cama.

Me levanté tratando de no hacer más ruido y fui corriendo a la sala para apagar el sonido del aparato que dominaba mi vida.

Me sentía totalmente agotada, no dormí mucho, es más, ni siquiera estoy segura de cuánto tiempo dormí. Comencé a recoger mis cosas, tenía el tiempo justo para ir al departamento y darme una ducha, así no me tendría que cambiar de ropa en la oficina.

—¿Qué haces? —Preguntó Mateo caminando hacia mí.

—Siento mucho haberte despertado. Debo irme, necesito pasar a mi casa para darme un baño y cambiarme de ropa, me llevaré el uniforme para lavarlo y devolverlo limpio.

—No te preocupes por ello. —Me quitó el uniforme de mis manos— Quédate, pasemos el día juntos.

—Debo trabajar.

—Repórtate enferma, además solo eres una becaria.

—Así es, solo soy una becaria que aspira a un puesto en esa empresa, por Io que no voy a arruinar mis oportunidades por un día de pinta.

—De acuerdo, te llevaré a casa para que llegues más rápido.

—Y de paso sabes dónde vivo, tramposo.

—Me descubriste. —Me guiñó un ojo.

Bajamos a la cochera del edificio y nos subimos a una furgoneta con el logotipo del restaurante.

—¿Qué es Io que más te gusta de tu trabajo? —preguntó mientras conducía hacia mi casa.

—Las oportunidades que ofrecen, es una compañía donde te permiten crecer. Desde que soy becaria he aprendido mucho en diferentes puestos. Justo ayer me dijeron que hay posibilidad de aspirar a un puesto fijo.

—¿Y que puesto te gustaría?

—Apenas voy iniciando, pero espero que pueda ser en el lugar donde me encuentro en este momento, ese es el puesto donde siento que mejor me he desarrollado.

—¿Y cómo es el ambiente de trabajo? ¿Cómo es tu jefe?

—Es jefa, y me llevo muy bien con ella. Mis compañeros de trabajo son muy amables, hasta ahora me han ayudado en todo.

—¿Existe algún chico que haya demostrado interés en ti?

—Después de Io sucedido con Elías, ningún chico se me acerca.

—Es bueno saberlo. —Volteé a verlo intrigada por su afirmación.

Al llegar al departamento me encontré a mis roomies en la entrada y Alessandra me entregó la ropa que llevaba para cambiarme y el paquete que Monse me había enviado.

Me duché y vestí en tiempo récord, Mateo me esperaba en la furgoneta para llevarme a mi trabajo. Tomé el regalo, Io guardé en mi bolso y bajé corriendo las escaleras.

Mientras Mateo conducía a mi trabajo, yo me iba maquillando, de vez en cuando volteaba a verlo y nuestras miradas chocaban.

—¿Quieres dejar de mirarme? Vamos a chocar porque vas distraído.

—Me sorprende la destreza que tienen las mujeres para maquillarse en un auto en movimiento. He visto chicas que se van maquillando mientras manejan.

Llegamos a mi trabajo y me despedí de Mateo. Quedamos en que iría a buscarme a la salida para pasar la tarde juntos.

Entré al edificio y me dirigí al ascensor. En el camino Alessandra me interceptó y me dirigió a los sanitarios.

—Necesito ayuda. —Me dijo en un susurro mientas caminábamos.

—¿Qué ocurre? —Pregunté imitando el mismo tono de voz.

—Necesito una cómplice, ¿te puedes ir a dormir hoy a un hotel? Porfis Porfis. Te prometo llegar más tarde. Vamos a decir que nos vamos a una noche de chicas.

—¿Y por qué deberíamos mentir? Hasta donde recuerdo hace mucho dejamos de vivir con nuestros padres.

—Porque tengo una cita y no quiero que Hugo se entere.

—¿Y qué tiene de malo que Hugo se entere de que tienes una cita? —Pregunté con sonrisa de complicidad.

—Prometo contarte después, ¿me ayudas, o no?

—Está bien, justo hoy tengo una cita con Mateo, viene por mí saliendo del trabajo.

—¿Lo suyo ya va en serio o se va a desaparecer de nuevo?

—Te cuento cuando me cuentes. Nos ponemos de acuerdo más tarde para nuestra “noche de chicas." —Dije con sarcasmo.

Me despedí de ella y me fui a mi lugar de trabajo. Prendí la computadora, revisé unos correos. Sonó el teléfono que se encontraba dentro de mi bolso, al ver el identificador de llamadas recordé que tenía pendiente revisar el regalo de mi amiga.

Abrí el regalo antes de contestar la llamada, no podía creer Io que estaba viendo. Delante de mí tenia una tarjeta con una copa de champagne y dentro la leyenda ‘¿Quieres ser mi Dama de Honor?’.

—¡Hola! Al fin llamas, ¿ya viste Io que te mandé?

—¡Sí! ¡Me da mucho gusto por ustedes amiga! Por fin se cumple tu sueño. ¿Cuándo es la boda?




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