Cap. 19:
—Tío Hugo, ya vengan a la mesa. —Dijo Vicky mientras se acercaba a su tío y Io tomaba de las manos para llevarlo arrastrando.
—Vamos pequeña. —Se levantó Hugo del sillón en donde estaba sentado con mi amiga, se soltó de una mano de la niña para tomar de la mano a Alessandra y arrastrarla también hacia la mesa.
Nos sentamos en la mesa a disfrutar de los deliciosos manjares que habían preparado los chicos y la pequeña. Yo me limitaba a comer, no tenía ánimos para hablar, ni siquiera se me ocurría algún tema de conversación, hasta que Alessandra tomó la batuta de la conversación.
—¿Ves seguido a tu tío Hugo, pequeña? —Preguntó sabiendo que los niños no mienten.
—Antes Io veía mucho y me compraba muchos regalos, luego se cambió de casa y ya no lo veo. —Dijo la niña con completa sinceridad.
—Es una pena que tu tío Hugo sea tan egoísta y no me contara de ti, preciosa, te hubiera recibido con un gran regalo. ¿Te gustaría ir de compras con nosotras? Será una tarde de chicas.
Vi la tensión reflejada en los rostros de Hugo y Mateo. Alessandra me volteó a ver con sonrisa malvada, como si hubiera realizado la mayor de sus travesuras al pedirle a la niña que nos fuéramos de compras.
—¡Sí! —Gritó emocionada Vicky— ¿Podemos comprar también helado de chocolate?
—¡Claro! También iremos a comprar un gran helado de chocolate.
—Creo que se les olvida algo. —Comentó Mateo.
—¿Qué se nos olvida papá? Vamos a comprar vestidos, zapatos, helado. —Se quedó pensativa Victoria.
—Pedirme permiso, por ejemplo.
—Mamá siempre me deja salir con Rosy sin pedirle permiso.
—Para tener casi 6 años eres muy independiente, pequeña, lo que nos espera cuando tengas 18. —Dijo Hugo tratando de romper la tensión que se estaba formando entre Mateo y su hija.
—Tendremos que establecer algunas reglas, princesa. Las hablaremos en casa. Por supuesto que puedes salir con tus tías, pero Io mejor es que siempre me mantengas informado.
—Claro, Vicky, necesitas avisarle a tu padre que vas a salir, para que te de la tarjeta de crédito. —Comentó Alessandra, incrementando la furia interior de Mateo.
—Ustedes y yo tendremos que hablar en privado sobre esta salida de chicas. —Dijo Mateo señalándonos. No pude ocultar una pequeña sonrisa.
Después de la comida, vimos un par de películas de princesas y más tarde nuestros invitados se fueron a casa, Mateo me sugirió que me fuera con ellos con la excusa de que necesitaba desahogarse con alguien sobre lo sucedido esa mañana.
Simplemente no me pareció oportuno que habláramos en su casa con la niña rondando por ahí y tampoco tengo la intención de que me vea como la "novia de su papá" en el primer día de su llegada.
Al quedarnos solos en el departamento, Hugo se encerró en su habitación, ya que era responsabilidad de nosotras hacer la limpieza.
Ahora entiendo la familiaridad de Hugo y Mateo. —Le comenté a Alessandra mientras recogíamos los platos de la mesa— Solo nos falta investigar si son amigos o parientes.
—Esas preguntas nos las va a responder Victoria delante de un gran helado de chocolate. Pensé en hacer esas preguntas, pero no quise ser interrumpida. ¿Por qué estuviste callada toda la comida?
—No tuve ánimos de hablar, ¿qué podía decir? Se supone que pasaría unos días con Mateo para conocernos mejor, antes de que se fuera a buscar a su hija ¿y ahora?
—Pues, pasar unos días con tu chico antes o después de que llegara su hija no cambia el hecho de que será padre soltero. ¿Acaso pensabas usarlo y luego dejarlo?
—No me hagas sentir una bruja, es solo que no quiero comprometerme. Y pues convivir con la niña es un gran compromiso.
—Pues por Io que vi hoy, Mateo es un padre comprometido, no creo que busque novia para encargarle a la niña. De ser así hubiera venido con la niñera.
—¿Y de cuándo aquí Io defiendes? ¿O también Io conocías desde antes y no me habías dicho?
—No. Pero se me hace buena persona. Y la niña me enamoró, es una belleza y bien portada. Nos vamos a divertir mucho en la tarde de compras.
Terminamos con nuestros quehaceres mientras platicábamos y después de guardar todo, cada una se fue a su habitación. Me encontraba agotada, sentía que esos dos últimos días habían sido maratónicos.
Dos semanas pasaron desde que tuvimos la comida en casa. Durante este tiempo me dediqué al trabajo y solo en un par de ocasiones vi a Mateo en el restaurante.
Hugo y Alessandra me alentaban a buscarlo, así que hice Io posible por verlo sin la niña, no quería ilusionarla o por el contrario que se pusiera celosa.
Aún no habían noticias de la oferta laboral de la que me había comentado Gina; aunque ya se escuchaban algunos cambios en la empresa, ninguno se había realizado con alguien que conociera.
Este fin de semana viajaré a casa de mis padres. Es el cumpleaños de mi mamá y planeamos hacer una gran fiesta.
—¿A qué hora es tu vuelo? Te voy a extrañar. —Preguntó Alessandra mientras entraba a mi recámara.
—Tonta, solo me voy un fin de semana. Mi vuelo sale mañana a las 8.
—¿Ya te despediste de Mateo? —Preguntó pícara.
—Sí, anoche fuimos a cenar. Hoy pretendía que nos viéramos, pero tengo que terminar mi maleta y mañana, mi día será un caos.
—¿Cómo van las cosas entre ustedes?
—Hasta ahora todo bien. Se esfuerza mucho por dividir su tiempo entre el trabajo, Victoria y yo.
—Deberías intentar acercarte a la niña. Eso les facilitaría mucho las cosas a ambos.
—Lo voy a pensar. Ahora vete que me voy a dormir. —Dije cerrando la maleta.
El día siguiente fue un completo caos tal como Io había pronosticado. Fui al trabajo; de ahí salí temprano y me fui directo al aeropuerto.