—iDéjame dormir! —Le decía a mi teléfono que no dejaba de sonar.
Tomé el aparato y contesté la llamada al ver que era de un número desconocido.
—Hola. —Dije con voz somnolienta.
—¿Cassie? —Escuché una voz masculina.
—¿Quién habla? No tengo registrado su número. —Traté de sonar Io más amigable posible.
—¿Fingirás demencia de conocerme? —Escuché una risa.
—No estoy de ánimos para juegos, tengo sueño, buenos días.
Tal vez fui grosera, pero mi descanso es sagrado. Colgué la llamada y me disponía a seguir durmiendo cuando el teléfono sonó nuevamente.
—¡Hola! —Salude esta vez enojada.
—No te sulfures, soy Mateo. Solo quiero invitarte a comer.
—Gracias, pero tengo planes para hoy y no pienso disculparme por mi actitud, tengo sueño, quiero dormir.
—Tranquila, solo quería que conocieras a mi familia. Nos vemos la próxima semana. —Colgó el teléfono algo enfadado.
Dejé el teléfono sobre la mesita de noche y me volví a dormir.
Me desperté nuevamente después de las tres de la tarde, sabía que mis padres me matarían porque tenía planes con ellos para salir a comer.
Me bañé y vestí rápidamente. Salí en búsqueda de mis padres y los encontré comiendo en el comedor con unos familiares.
—iBuenas tardes! —Saludé uno a uno a los asistentes y me senté en el lugar designado para mí.
—iBuenas tardes, bella durmiente! —Me saludó mi padre.
—Hasta que te dignas a bajar, por un momento pensé que te habías muerto. Fui a buscarte a
tu recámara y no reaccionabas. —Dijo mi madre con reproche.
—Disculpa, mamá, he tenido un fin de semana muy cansado.
—Sobre todo después de la fiesta del viernes. —Me volvió a recriminar mi madre.
Opté por no continuar la batalla y me quedé callada.
—¿Cómo te va, Cassie? ¿Ha sido muy brusco el cambio de vida? —Preguntó una de mis tías.
Una vez más que me hagan esa pregunta y juro que contesto con una grosería. ¿Acaso nadie ha luchado por sus sueños?
—Muy bien, tía. Es una experiencia asombrosa, he crecido personal y profesionalmente. Mis padres pueden decirte Io bien que estoy ahí. Hace unos meses fueron a visitarme. Supongo que no confiaban en mí.
—No digas eso, hija. Solo queríamos asegurarnos de que estabas bien y no necesitabas nada. Pudimos comprobar que eres una chica muy madura para tu edad. —Confesó mi padre.
—Tu madre nos contó que pronto regresarás y serás contratada en las oficinas de esta ciudad. —Comentó el hermano de mi madre.
—Todas son especulaciones, tío. No hay nada escrito. —Dije con seguridad— Además, a mí me gustaría seguir viajando.
—Pues debes cumplir tus sueños ahora que eres joven. En nuestra época no existían esas oportunidades. Terminabas de estudiar y tenías que casarte. —Me alentó mi tía.
—Pues yo quisiera que mi hija siguiera esas épocas, pero aquí estoy aceptando a la nueva generación. —Dijo mi madre resignada. Le sonreí en agradecimiento.
Mis tíos cambiaron el tema de conversación, continúe acompañándolos un par de horas más, hasta que recordé que tenía que hacer una llamada.
—iHola, Cassie!
—Danielle, qué gusto encontrarte. ¿Tienes unos minutos para platicar? Anoche no pude hacerte unas preguntas delante de tu esposo.
—Claro, solo dame un momento. Alberto, necesito que estés pendiente de los niños, entraré al baño. —La escuché gritar desde el otro lado de la linea— Listo, siento mucho Io que escuchaste, pero es la única forma de tener unos minutos para mí. Dime, ¿en qué puedo ayudarte?
—Es sobre Io que me sucedió en el bar el día de mi cumpleaños. ¿Cómo te enteraste? ¿Estoy en problemas? —Pregunté atemorizada por la respuesta.
—No estás en problemas, sabemos del mal entendido. Mi esposo me contó Io que te sucedió y nos asustamos mucho. Casi pido que te manden de regreso. Él se enteró por su hermano Antonio y su primo que estaban en ese lugar esa noche, fue una suerte que pudieran rescatarte, al parecer tus amigos no se dieron cuenta de Io sucedido. —Me quedé pensativa cuando escuché el nombre de Antonio, que no presté atención a todo Io que me dijo.
—¿Sabes quién le envía mensajes a los estudiantes?
—¿Por qué la pregunta? ¿A qué tipo de mensajes te refieres específicamente? —Preguntó confundida.
—Me refiero a los mensajes que la dirección de la compañía les envía a los estudiantes. Al día siguiente de Io sucedido en el bar, un directivo me envió un mensaje de texto donde me reñía por mi comportamiento y lo sucedido la noche anterior, el remitente Io tengo registrado como Sr. Castro, pues nos envió un mensaje de bienvenida el día que llegamos a la ciudad.
—En ese caso, es un poco difícil de saber, ya que la familia Castro es muy grande y la mayoría de ellos trabaja en puestos directivos de la compañía. No sabría decirte quien te envío ese mensaje, te recomiendo que te olvides de ese tema, Io bueno es que estás bien. Te prometo que te tendremos vigilada para que no te suceda nada.
—Jajajajaja. ¿Tú y cuántos más?
—Pues, aunque no Io creas, ya te veo como parte de mi familia y sigo tu expediente de cerca. Tengo que colgar que ya me están buscando como desesperados los niños. —Se escuchaban golpes en la puerta y gritos de niños a Io lejos.
Colgué la llamada y me quedé pensando en Io que me había contado Danielle, al menos no fue su esposo el que me rescató.
Hubiera sido muy incómodo haber besado al esposo de tu amiga.
Mis amigas me llamaron para salir a tomar un café con ellas, estuvieron muy convincentes, pero tuve que rechazar la invitación. Quedamos en vernos pronto para celebrar la despedida de soltera de Monse, ya estaba todo organizado para ir a la gran ciudad.
Hoy era la última noche de estas mini vacaciones en casa de mis padres, me entró la nostalgia pues no tengo idea de cuando podré volver a verlos.