Prioridades

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¡Al fin es viernes!

Mis amigas están por llegar del aeropuerto en cualquier momento.

Alessandra me ayudó a decorar la suite donde nos hospedaremos, tenemos un arsenal de bebidas alcohólicas y souvenirs para despedida de soltera como playeras, coronas, bandas, juegos y dildos. No me cabe la menor duda de que será un fin de semana lleno de diversión.

El lugar estaba decorado con globos rosas y negros, en la mesa del centro de la sala colocamos las bebidas y unas botanas. Detrás de la puerta principal había un póster de un hombre para jugar “pon el pajarito al chico".

Una a una fueron apareciendo por la puerta de la suite : Monse, Laura, Nina, Hanna y Pao (hermanas de Monse).

He caído en cuenta que las únicas solteras del grupo somos Nina y yo, Pues Hanna y Pao están casadas, y mis amigas Laura y Alessandra tienen novio. No sé si deprimirme o sentirme bendecida por esta situación.

Extraño mucho las pláticas con Mateo, a veces siento que me hace falta... Solo espero no cometer una estupidez esta noche.

Al llegar las chicas a la suite, las recibimos con unos jelly shots de vodka con tequila. El objetivo de esta noche es beber hasta perder la conciencia y mañana iremos a bailar con strippers.

La noche comenzó con juegos, donde las chicas que perdían debían tomar un jelly shot. El primer juego fue con cartas, quien tuviera el número más bajo por ronda debía beber. El siguiente juego fue de lanzararos para ensartarlos en el dildo, luego jugamos a "colocarle el pajarito al chico", le vendamos los ojos a la participante, le damos vueltas para marearla y después debe caminar hacia el chico para colocar el pajarito en su lugar.

Alessandra se cayó en el intento, Laura falló al colocarlo en el brazo y Pao fue la única que logró atinarle al lugar indicado. Fueron juegos muy divertidos, a estas alturas hemos perdido la conciencia.

—Vaaamosshh a baailar, a coogerr... —Dijo Hanna con dificultad.

Se alertaron mis sentidos.

—¿Que dices, Hanna? —Pregunté.

—Quiro conicer un chico guapo. —La pobre ya no podía hablar de tanto alcohol. Sus ojos comenzaban a derramar algunas lágrimas.

—¿Todo bien en casa, hermanita? —Preguntó Pao preocupada, su hermana no era así.

—Nooo, mi eshposho me engaña, y quiero hacer Io mismo. —Comenzó a llorar Hanna.

Al escuchar esto saltaron nuestras alarmas, rápidamente Pao levantó a Hanna y se la llevó a uno de los cuartos, Monse estaba en el baño cuando esto sucedió, así que no escuchó a su hermana. Lo último que queríamos era arruinarle el festejo.

—¿Y mis hermanas? —Preguntó Monse al regresar a la sala.

—Se fueron a dormir, ya estaban algo cansadas. —Respondió Laura intentando no preocuparla.

—Vi a Hanna muy ebria. Iré a verla. —Se angustió Monse. A pesar de ser la hermana menor, siempre fue la que más se preocupaba por los demás.

—En cada habitación hay un kit para la resaca, seguro se dan un baño y después se toman una aspirina, ven que ya vamos a realizar otro juego y tú eres la protagonista. —Alessandra tomó del brazo a Monse y la guió para sentarse nuevamente en la sala.

Continuamos realizando juegos entre risas y carcajadas. Cantamos y bailamos hasta que una a una se fueron quedando dormidas, solo Monse y yo quedamos despiertas hasta el final de la fiesta.

Salimos al amplio balcón de la suite para platicar un rato y que nos diera un poco de aire fresco. Nos sentamos en una sala de jardín. La suite estaba en el último piso del edificio y ofrecía unas hermosas vistas de la ciudad.

—¿Cómo vas con tu galán? ¿Tendremos el honor de volver a verlo este fin de semana? —Preguntó Monse intrigada.

—No creo, hace poco más de dos meses que no sé de él. La última vez que hablé con él fue cuando estuve de vacaciones en casa de mis padres. —Dije melancólica observando la ciudad.

—¿Lo extrañas? —Me miró fijamente esperando una respuesta.

—Sí. —Me sinceré— La verdad es que sí extraño platicar con él cada noche. Al principio no me dolió tanto, pero ahora que veo que nuestra separación va en serio, me doy cuenta de cuanto lo extraño. Es más, ni con Patricio me deprimí ni estuve tan sentimental y eso que fuimos novios. —Comencé a derramar un par de lágrimas.

—Tal vez fue porque descubriste que Patricio te engañó. Y con Mateo fue un pleito de niños. Deberías llamarlo.

—Soy demasiado orgullosa para hacerlo. —Vi que Monse tomó mi teléfono.

—Desbloquéalo. —Me ordenó.

—¿Qué vas a hacer?

—Voy a tomarnos una selfie, no tengo idea de dónde dejé mi teléfono. —Le creí— Ups Io siento, creo que marqué un número por error. —Me entregó mi teléfono con una llamada en curso. Escuché la voz de Mateo.

—¿Cassie? ¿Estás bien? —Corté la llamada. Tenía miedo de su reacción.

El teléfono sonó y vi el nombre de Mateo en el identificador de llamadas.

—¡Contesta! —Dijo Monse emocionada.

—Buueno. —Contesté con cierto temor.

—¿Estás bien? ¿Necesitas algo? —Preguntó con preocupación.

—Estoy bien, solo marqué por error. —Dije mirando fijamente a Monse quien se reía en silencio.

—Claro, solo soy un error. Hasta luego. —Lo escuché decepcionado.

—Mateo. —Lo llamé por instinto al darme cuenta de que Io había dañado— ¿Podriamos  vernos? Te extraño.

—¿Ahora? —Preguntó esperanzado.

—¿Puedes? —El alcohol en mi organismo fue quien respondió esa pregunta.

—Sí, ¿Donde te veo? —Escuché ruidos del otro lado de la línea, al parecer se estaba cambiando de ropa.

Le di la dirección del hotel donde estábamos, entre al baño a lavarme los dientes y la cara.

Veinte minutos más tarde recibí un mensaje de Mateo diciendo que ya estaba esperándome en el Lobby del hotel, me despedí de Monse prometiéndole que volvería temprano para continuar con su despedida, y bajé lo más rápido que pude al encuentro con quién creó que es el amor de mi vida.




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