Prioridades

25

En cuanto llegué al lobby del hotel y vi a Mateo, no pude evitar correr a sus brazos para fundirnos en un apasionado beso.

—Te extrañe tanto, pequeña. —Dijo volviendo a besar mis labios.

—Y yo a ti. —Respondí aferrando mis brazos alrededor de su cuello.

—Vamos a mi casa. —Dijo al separarnos— Tenemos mucho de qué hablar.

Me tomó de la mano y me guió hasta la furgoneta del restaurante que estaba parqueada fuera del hotel.

Recorríamos las calles de la ciudad mientras observaba el paisaje a través de la ventana. Los efectos del alcohol comenzaban a desaparecer de mi organismo, Io que hacía que pensara con mayor claridad y volvieran a surgir las dudas que tenía sobre esta relación.

—¿Qué hacías en un hotel? —Preguntó con una fingida curiosidad.

—Estaba en una fiesta. —Volteé a verlo para analizar su rostro, estaba casi segura de que Hugo le había contado sobre la despedida de soltera.

—¿Qué clase de fiesta se lleva a cabo en los cuartos de un hotel?

—Yo no te he dicho que fue en un cuarto.

—Así es, pero a juzgar por como vienes vestida y el dildo que traes colgando del cuello, dudo que hayas estado en una elegante fiesta en los salones de eventos, deduzco que fue una despedida de soltera.

—Elemental mi querido, Watson. —Bromeé.

 

Abrí los ojos sintiéndome desorientada, me dolía mucho la cabeza y sentía seca la boca. Aún traía puesta la misma ropa de ayer, estaba acostada en la cama de una de las habitaciones de la suite y a mi lado estaba dormida Nina.

Abrí el kit anti resaca que había en la habitación y me tomé un par de pastillas para aliviar el dolor de cabeza.

Traté de recordar Io que sucedió anoche y los únicos recuerdos vividos que tenía eran de Io que sucedido con Mateo.

Busqué mi teléfono para ver la hora y revisar si tenia algún mensaje y no Io encontré por ningún lado.

Me levanté con mucha pereza y escogí la ropa que usaría hoy y entré al baño. Pensé en meterme a la tina, pero estaba segura de que no me sacarían de ahí, por Io que me di una buena ducha para relajarme.

Al terminar mi baño y de arreglarme, salí a la sala común de la suite, las chicas ya estaban ahí, solo faltaba Nina que seguía durmiendo.

—¡¿Cómo están, chicas?! —Pregunté tratando de estar Io más animada posible.

—Esa pregunta deberíamos hacértela a ti, después de Hanna y Pao fuiste la siguiente en irte a dormir. —Bromeó Monse.

—¿Me quedé dormida? —Pregunté confusa. Estaba segura de que hablé con Mateo.

—Así es, Cassie, tuvimos que esconder tu teléfono porque querías hablar con Mateo. Digamos que estuviste un poquito impertinente, amiga. —Me confesó Alessandra.

Les conté mi sueño y nos reímos mucho, como si Mateo fuera a perdonarme tan fácil después de no hablarnos en dos meses por un berrinche.

El club de la resaca decidió omitir el tour por la ciudad y no salir del hotel el resto del día.

Nos sentíamos realmente mal, algunas prometieron no volver a consumir alcohol el resto de sus días.

Nos colocamos nuestro bañador para lucir nuestros cuerpos y lentes de sol para ocultar las ojeras y salimos de la suite en dirección al área de la piscina.

El lugar era muy elegante, había camastros individuales y zonas especiales para grupos con grandes camas, cubiertas de tela para generar sombra.

Teníamos un lugar reservado en la zona de grupos, unas de las chicas decidieron nadar un rato y otras se bronceaban mientas tomaban bebidas energizantes. Ninguna estaba de ánimos para seguir consumiendo cócteles o cervezas.

Por la noche salimos a cenar a un restaurante donde reservamos una sala especial para que nuestro festejo fuera privado.

Estábamos en la cena cuando se apagaron las luces del lugar, gritamos y nos asustamos mucho cuando escuchamos las voces de unos hombres dando órdenes un poco violentas, nos quedamos quietas en nuestro lugar, una a una nos fueron vendando los ojos para después levantarnos de nuestras sillas y sentarnos en el piso.

El lugar donde estábamos comenzó a oler a inciensos y aceite de coco, la música comenzó a sonar y nos pidieron que nos quitamos las vendas. Nos habían sentado formando un círculo, y frente a nosotras teníamos a dos chicos fornidos con estómago de lavadero que comenzaron a bailar seductoramente.

Colocaron una silla en el centro del círculo y le pidieron a Monse que fuera la primera en sentarse por ser la festejada.

Los chicos se acercaban mucho a ella invitándola a que los tocará o les diera una palmada en la nalga.

Entre gritos y risas, los chicos se fueron despojando de su ropa hasta quedar en una diminuta tanga. Cada una de las chicas tuvo la oportunidad de deleitarse con la mercancía.

Al terminar el festejo en el restaurante, nos regresamos al hotel donde estuvimos platicando hasta quedarnos dormidas.

A la mañana siguiente, las chicas se fueron al aeropuerto, pues su vuelo salía muy temprano. Alessandra y yo regresamos al departamento donde nos estaba esperando Hugo con muchas preguntas sobre nuestro fin de semana.

—¿Se divirtieron? —Preguntó intrigado.

—Sí, mucho. Las amigas de Cassie son muy agradables, hicimos un excelente equipo el fin de semana.

—Pensé que me llamarían para cuidarlas. —Comentó decepcionado.

—No hizo falta, Hugo. —Le agradecí— Nos quedamos en el hotel y ayer fuimos a cenar a un restaurante. Fue una noche muy tranquila. —Miré a Alessandra con picardía.

—Tengo la sensación de que me esconden algo.

—Nada, amor. Ya te dijimos que fue un fin de semana muy tranquilo. —Besó los labios de Hugo para calmarlo.

 

 

 

 

 

 

 

 




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