Prioridades

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Han pasado dos semanas del incidente ocurrido con Antonio, sigo sin noticias de Io que hicieron con él, afortunadamente mis amigos no me han dejado sola en ningún momento. Mateo y Victoria también me han acompañado, tengo entumida la espalda de estar acostada viendo series animadas y he subido como 3kilos de comer golosinas.

Gracias a su compañía, he vuelto a sonreír, Mateo ha sido mi soporte y Victoria mi distracción. Han intentado invitarme a ir al cine, solo que aún tengo un poco de miedo de salir a la calle, no soy una chica guapa, voluptuosa o sexy para que le ocurran tantas cosas malas, primero me intentaron drogar y después... Uff, algún karma debo estar pagando.

Alessandra ya sabe del parentesco que existe entre Hugo y Mateo, su reacción fue de incredulidad al igual que la mía; los chicos omitieron explicaciones y por no generar polémica, tampoco las pedimos.

Hoy a las 11 tenemos cita con Gina, es una reunión que no debo posponer ya que nos explicará con detalle el proyecto en el que participaremos y nos presentará a nuestros jefes.

Al llegar a la oficina donde se llevará a cabo la reunión, la secretaria que custodiaba la entrada nos ofreció un café.

—No, gracias, últimamente el olor a café me da un poco de náuseas. —Escuché decir a mi compañera de piso.

Me llamó la atención su comentario, pero no pude preguntarle la razón ya que la asistente me ofreció entrar a la Oficina, mientras que a mi amiga la invitó a sentarse un momento en la sala de espera.

Detuve mis pasos al ingresar al lugar y observar a las personas que se encontraban ahí.

—¡Buenos días! —Saludé con amabilidad. Me quedé de pie junto a la puerta, el ambiente era tenso.

Antonio y Elías, se encontraban sentados charlando amenamente sin preocupaciones junto al escritorio de Gina, mientras que Alberto, Mateo, Hugo, Gina y el Sr. Castro estaban sentados en la sala.

—¡Bienvenida, Cassie! —El señor Castro se puso de pie y se acercó a mí. Me tomó del brazo y caminamos juntos hacia donde se encontraban mis amigos.

Elías y Antonio se pusieron de pie, noté un cambio en su semblante, borraron la sonrisa cínica que tenían en su rostro antes de verme.

—El otro día saliste corriendo y no pudimos terminar de hablar. —Comenzó a decir el Sr. Castro— Lamento mucho Io que has vivido en manos de mis sobrinos, es por eso que los he traído para que te pidan disculpas.

Los aludidos evitaron verme a los ojos mientras emitían unas inaudibles palabras de disculpa.

—¿Eso es todo? —Tomé valor al hablar— Estos chicos estuvieron a un paso de desgraciarme la vida, ¿y solo me dicen Io siento? ¡¿A cuántas chicas más van a molestar si no hacen algo con ellos?! —Grité con rabia conteniendo las lágrimas.

El señor Castro seguía a mi lado, dándome fortaleza. Los demás espectadores seguían sentados en la sala, Mateo hizo un intento por acercarse, pero se detuvo ante una negativa de mi acompañante.

—Estoy consciente del peligro que representan estos chicos, y ten por seguro que tomaremos las medidas correctivas que sean necesarias. Estoy en toda la disposición de ayudarte para que levantes la denuncia correspondiente. Es una pena que mi hermano ya no se encuentre con nosotros para que sea testigo del comportamiento de sus hijos.

—Tío, prometo que esto no se volverá a repetir. Cassie, te pido perdón nuevamente, he dejado el alcohol y las drogas. Me estoy reformando. —Lloriqueo Elías. Antonio por su parte seguía callado mirando al piso.

—Cuando estés preparada, Cassie, Alberto te acompañará a levantar la denuncia a la comisaría, él será quién te asesore en este tema, y estoy seguro de que sabrá hacer Io correcto con respecto a sus hermanos.

Tragué en seco, y asentí con la cabeza. Volteé a ver a Alberto, se puso de pie, y se acercó a mí dedicándome una sonrisa.

—Me apena mucho Io sucedido, este comportamiento es ajeno a los valores que nos han inculcado nuestros padres. Es por eso que mi tío me ha nombrado guardián de mis hermanos, para asegurarme que cumplan un correctivo.

—Gracias, solo espero por el bien de otras mujeres que no sigan causando daño. —Volteé a ver a los culpables con reproche, y ellos evitaron verme a los ojos— ¿Es todo por lo que he venido aquí? —Le pregunté intrigada al Sr. Castro— Si me Io permite me gustaría retirarme, no me siento cómoda en este lugar.

—Sé que tienes una reunión con Gina, los dejamos solos. Fue un placer verte de nuevo. —Se despidió de mí dándome un beso en la mejilla.

Acto seguido, salió de la oficina con Antonio y Elías detrás de él. Alberto se despidió prometiendo que se pondría en contacto conmigo pronto.

Gina se puso de pie y se acercó a saludarme.

—Perdona por no avisarte, pero mi papá quería cerrar este asunto, como pudiste ver aún sigue muy enojado con mis primos. —Me dio un apretón en el hombro y fue hacia la puerta para pedirle a Alessandra que entre.

Mateo se acercó a mí, me rodeó con sus brazos y depósito un beso en mi frente.

—¿Cómo te sientes? —Preguntó dulcemente.

—Cansada, siento que tengo una gran responsabilidad sobre mis hombros al denunciar a tus primos. —Cerré los ojos mientras apoyaba mi cabeza en su pecho y él se aferraba más a mí.

—Las cosas irán fluyendo poco a poco, y ten por seguro que las desiciones y acciones tomadas serán Io mejor para todos.

Fuimos interrumpidos por la llegada de las chicas.

—Siéntense. —Nos ofreció Gina— Esta será una reunión de trabajo, dejen los arrumacos para más tarde. —Nos guiñó el ojo, y comenzamos a reír.

Alessandra se sentó junto a Hugo, quien no se movió en ningún momento del lugar donde estaba sentado. Durante la reunión anterior Io vi pensativo, asustado, indeciso. Noté a mis amigos un poco distanciados y no entendía qué pasaba entre ellos. Su novia intentó tomarle la mano, y el discretamente la rechazo. Algo no andaba bien entre ellos.




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