Prioridades

30

La reunión fue casual y fluida. Gina se limitó a explicarnos puntualmente cuáles serían nuestras actividades y el modo en el que trabajaríamos.

Aclaró que no estaba muy de acuerdo en mezclar el trabajo con la amistad, sin embargo, respetaba la decisión de los socios para contratarnos, y estaba segura de que haríamos un excelente equipo.

Durante la junta de trabajo, no pude evitar voltear a ver a Alessandra de vez en cuando. Cada vez que la observaba, estaba más pálida, sujetaba su estómago con señal de dolor, y supuse que eran los nervios por aceptar está nueva encomienda.

Al finalizar, nos pusimos de pie para estrechar nuestras manos en señal de despedida, cuando Alessandra se desvaneció y caía en el sofá, mientras corría sangre por su entrepierna.

—¡Llamen a un doctor! —Comencé a gritar frenética, mientras me acercaba a mi amiga.

Hugo se sentó junto a ella y la colocó sobre su regazo.

—Dime que no Io hiciste, por favor. Dime que no te atreviste. —Decía Hugo, mientras acariciaba el cabello de Alessandra que seguía inconsciente.

No entendía Io que sucedía, estaba en shock, Hugo lloraba, Mateo gritaba por teléfono, Gina corría hacia nosotros con una botella de alcohol y algodones. Me temblaban las manos mientras intentaba que mi amiga respirara un poco de alcohol para despertarla. Esto era demasiado para mí, sin embargo, hacía Io posible para mantenerme fuerte.

El personal de emergencias llegó al lugar, a regañadientes, Hugo se hizo a un lado y los dejó hacer su trabajo.

Revisaron sus signos vitales, aún seguía inconsciente, y no dejaba de correr sangre por su pierna.

Con destreza la colocaron en una camilla, le colocaron oxígeno y se apresuraron para llevársela a un hospital.

—¿Saben que pudo haberle causado el desmayo y sangrado? —Preguntó uno de los paramédicos.

—Ella... Estaba embarazada. —Dijo Hugo con pesar. No le dejaban de brotar las lágrimas.

Gina y yo gritamos del asombro, y comenzamos a llorar, me ganó la emoción al enterarme por lo que me amiga estaba atravesando.

—Puede ser un aborto. —Comentó el especialista— ¿Saben si esta pérdida es natural o fue provocada?

—Yo... No quiero hacer suposiciones en este momento. —Hugo bajó la cabeza y continuó llorando. Gina se acercó a él para abrazarlo.

—De acuerdo. Es importante que nos hagan saber si tomó algún medicamento. Nos vamos al hospital, puede acompañarla una persona.

Hugo miró a Mateo dándole una instrucción con la mirada.

—Yo iré con ustedes. —Se apresuró a decir Mateo.

—Vamos, Cassie, tú y yo tenemos que revisar las cosas de Alessandra, por si hay alguna caja de medicamentos extraña en el departamento. Después nos iremos al Hospital.

Se formó un nudo en mi garganta.

—Acaso... ¿Crees que este aborto fue provocado?

—Solo sé que ella no quería tenerlo. —Ahora estaba furioso.

—Creo que es mejor que los acompañe también. —Se apuntó Gina— Necesitan que alguien los lleve, porque ninguno de los dos está en condiciones de manejar.

Al llegar a la casa, me fui directo a la habitación de mi roomie, y comencé a revisar sus cosas, sin encontrar algún indicio sobre la compra o uso de un medicamento. Por su parte, Gina y su hermano revisaban otras partes de la casa.

—¡Cassie! ¡Cassie! ¡Ella Io hizo! ¡Mató a mi hijo! —Comenzó a gritar Hugo.

Gina y yo nos asustamos al verlo, estaba muy enojado, tiraba todo Io que tenía a su alrededor. No dejaba de gritar improperios en contra de Alessandra.

Observé dos cajas de medicina sobre la mesa, tomé la tableta que estaba a un lado y leí la descripción de estas y para qué servían. Gina se paró junto a mí, y colocó su mano sobre su boca. Las lágrimas se hacían presente, de nuevo, en ambas.

Le tomé una foto a las cajas vacías, y se las envié a Mateo, quien ya estaba en el hospital.

Tomé un poco de ropa del armario de Alessandra, artículos de aseo y los coloqué en una maleta. Preparé un pequeño equipaje para mí también. No estaba segura de quién se quedaría a pasar la noche con ella, y por el estado de Hugo, dudaba que el quisiera estar con ella.

—Me voy al Hospital.

Hugo estaba llorando de rabia, mientras su hermana Io consolaba.

—Entenderás que por ahora no quiero verla. Prefirió su carrera como Modelo antes que estar conmigo. Me usó, fui un medio para alcanzar sus objetivos.

—¿Carrera de modelo? ¿A qué te refieres? —Me senté junto a él.

—Tuvimos una fuerte discusión cuando me enteré de que estaba embarazada. Yo me hice ilusiones, que ella se encargó de pisotear. Al parecer, ella siempre supo que yo era el hijo de un alto ejecutivo de la empresa, por eso aceptó salir conmigo. Siempre tuvo el sueño de ser modelo, me Io decía constantemente, en ocasiones la encontré vomitando, después de cenar pizza. Constantemente, me pedía que la ayudara a conseguir algún casting, pero nunca cedí. Me di cuenta de que estaba embarazada, al encontrar el papel del examen tirado en la papelera. Tuve la falsa ilusión de que me Io diría, pero al pasar los días tuve que enfrentarla. Su respuesta me desilusionó mucho, me dijo que no quería ser madre, que era muy joven para sacrificar su cuerpo con un embarazo no deseado. Le pedí que Io pensara, pero ya vemos las consecuencias.

Me sentí asqueada al escuchar la historia, el estómago se me revolvió y sentí arcadas. Esa bruja no podía ser mi amiga, alguna explicación debía de haber. Ella siempre fue jovial conmigo, nunca me demostró ser una persona interesada.

Me puse de pie, le di un último abrazo a Hugo y salí del departamento. Al cerrar la puerta, volví a llorar. siempre me consideré una persona fuerte, que no lloraba, se guardaba sus sentimientos en lo más profundo, es más, ni la traición de Patricio me dolió tanto. Ni siquiera por él derramé tantas lágrimas.

Al llegar al hospital, vi a Mateo hablando con un doctor, me acerqué y Io que alcancé a escuchar me dejó helada.




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