La familia se ayuda

Priscila

La luminosidad del sol me saludo de la manera menos amable , para asearme y vestirme, iba a ir a la cocina para hacerme de desayunar, pero recordé que apenas nos aventuramos y a lo mejor me pierda, decidí ir a la sala del mapa, a lo mejor mi tío está ahí.

Al iniciar mi caminar en los pasillos me di cuenta de un pequeño patron; al igual que mi cuarto los pasillos tenían armas, mapas e incluso estatuas. Llegue a la puerta de la estancia, no obstante al abrir unas voces empezaron a retumbar, una era de ellas era la resonante voz de mi tutor, pero las demás parecían ser de mujer y también de hombres, que mantenian la conversacion sin notarme, la curiosidad me mataba así que tome la valia espiarlos para descifrar que estaba pasando.

—Tezca, enserio vas a entrenar a mi nieta, es solo una niña—menciono una mujer con un vestido largo y una tela cubriendo desde sus hombros hasta el ombligo, terminando esta misma en forma picuda.

—Madre tienes que entender el asunto, ella ha estado apartada de su hogar, el mundo al que pertenece—exclamo en tono serio—Además su destino ya está escrito, al igual que el de los jóvenes que la acompañan—dijo con voz pacífica.

—Entendemos eso, además ella nunca conoció su origen; igualmente somos su familia y como tal debemos ser de ayuda—exigió otro hombre que tenía una vestimenta igual a la de mi tío con la única excepción de que llevaba un casco que terminaba con una punta picuda.

—Tezcatlipoca y Huitzilopochtli tiene razón, Omecihualt, tanto nuestra nieta como nosotros estamos en peligro, aun siendo dioses y debemos ayudar a que ella esté preparada para enfrentar los retos que le dará esta vida—explico otro sujeto; al principio crei que era mujer,

Retrocedí lentamente para no hacer ningún ruido, las viejas brisagras traicionaron con sus chirridos, una mujer mas alta que una montaña, bastante linda la verdad que tenía vestimentas rojas y un tocado de plumas verde brillante; empezo a chillar dando brinquitos toamandome en brazos con un gran apreton y dando vueltas c por verme, pero ¿Por qué? Ni siquiera la conozco.

Mientras seguía con su acción tuve el coraje para mencionar.

—¿Disculpe señora?, ¿señorita? ¿Quien es usted? — pregunte mientras ella se detenía para verme sorprendida.

—¿Enserio no te acuerdas de mí? — demando con si le hablara en otro idioma. Mientras negaba con la cabeza.

—Soy tu tía, Xochiquétzal —menciono emocionada.

—Espera un momento—dije interrumpiéndome—¿Cómo es que sabes de mí, si apenas nos conocemos? y ¿Quienes son esas personas? —pregunté aun confundida.

El distinguido rechinido de la puerta y aparecieron mi tío y las otras personas con quien platicaba.

—Parece que ya conociste a mi esposa, ¿no? sobrina—menciono satisfecho ante la escena.

—Ay no puede ser, pero si eres mucho mas hermosa como Tezca nos lo dijo—dijo la mujer apretando mis mejillas.

—Priscila, ella es tu abuela Omicihualt y su esposo, tu abuelo Ometecuhtli—dijo presentando a los dos, que si me lo preguntan se parecían bastante, además de casi llevar la misma ropa.
Y la palabra abuelos no les cabia en absoluto, parecen un par de Universitarios ingresados,

—Ellos son tus tíos Huitzilopochtli—señalo al hombre a su izquierda, que vestía telas color cian y tonos negros, con algo parecido a un casco de guerrero.

— y Xipe Tótec—apunto a su derecha, me sorprendio su cara repleta de amarillo y rojo, una corona puntiaguda, ¡Que rayos!, ¡piel humana!. Volviendo a sus accesorios, aretes de metal demandado y una falda de verdes hojas junto a cascabeles.

—Es un gran gusto conocer a mi querida sobrina—saludo mi nuevo tío Xipe.

—Es un gusto conocer por fin a más de mi familia— estaba bastante incomoda, pero forsar mis labios para sonreir, era no mostrar groseria.

—Bueno los demás no tardan en llegar para la fiesta— anuncio mi tío.

—¿fiesta? ¿De que? —interrogue con cierta confusión.

—Tu fiesta de cumpleaños, por supuesto—escuche a mis espaldas.

Observaba a los sujetos resonsables, Moshee llevaba en sus manos una sábana, la cual extendió y en esta decía: “FELIZ CUMPLEAÑOS”.

—Sabemos que, por los acontecimientos recientes, no pudimos celebrar debidamente tu cumpleaños—menciono Moshee.

—Y aprovechamos a que tu familia venia—siguió Adom.

—Para celebrarlo—finalizo Petrof—y yo fui el de la idea—

—¿Petrof? Creí que no te importaba nadie—pregunté sorprendida.

—Y no me gusta, pero lo hago por respeto—alego con los brazos cruzados.
— Yo todavia no me acostumbro a tu loca familia— afirmo de nuevo mi amigo.
Ganandose la mirada de rechazo total proviniente de los mayores.

—Me parece bien, entonces ¿con que ayudo? — pregunte con curiosidad.

—No, no, no, no—negó de forma repentina mis intensiones— Sitlali ¿Puedes darle el recorrido a mi sobrina? —cuestiono a la joven que conocimos ayer.

—Si mi señora—respondió con tono manso.

Comenzamos a alejarnos de la sala del mapa para empezar a caminar.
A cada cuarto que ibamos, mas aprendia, sus vividos colores y decoraciones unicas, me mostraban una historia difente; Los tonos naranjas se veian en el horizonte que junto a mis pies achacados daban por terminar este recorrido.

—Vaya que rápido se va el tiempo, bueno señorita voy a llevarla a su habitación—menciono con respeto.

—Está bien, gracias por la ayuda—agradecí con una sonrisa en el rostro.
Dormir no me vendria mal en estos momentos.

Dimos marcha a mi habitación, mientras platicaba con Sitlali de temas al zar, pero tenía curiosidad sobre un tema en común.

—¿Sitlali?—la llame.

—¿Si? Mi señora —respondió en pregunta.

—¿De dónde vienes? —le cuestione—Es decir...—mientras decía eso la chica se peinaba su cabello lacio con los dedos.

—Bueno; no tengo muchos recuerdos de mi familia—menciono mientras seguía peinándose el cabello—lo único que mantengo de ellos, es este huipilli—dijo mientras me miraba y se extendía la falda.