Adom
Para un ser no muerto como yo, el dormir es como un juego, si todos vieran este rostro, las ancianas religiosas me tacharan de diabólico, como si supieran todo; la guerra te deja esas cicatrices que sin importar que siempre se quedarán ahí, vives con ellas y te toca acostumbrarse a los daños y al mismo tiempo... el dolor.
La joven Priscila y sus compañeros son demasiado suaves para estar en una profecía, no saben lo duro que es un ser mágico, algunos no lo van a aceptar, pero lo hecho, hecho está.
—Muchachos es hora de levantarse, necesitamos ir rápido al siguiente destino—anuncie aplaudiendo fuertemente—
—Deja de picar, por Dios son las 4:00 de la mañana—exclamó Andrés para seguido lanzar el reloj de la mesa—
—Cierto, ¿Por qué razón tenemos que obedecerte? —mencionó aquel platinado con un brazo cubriendo sus ojos—
—Recuerden que existen monstruos que nos buscaran hasta vernos muertos así que, vámonos ya— expuse—
—Chicos, las peleas no ayudarán, despertaremos al resto de huéspedes, mejor vámonos—mando Priscila—
Alistamos suministros, ropa, armas entre otras cosas importantes para salir del hotel y empezar a recorrer las calles para ir a la meseta de Giza, la ama Isis nos espera así que tenemos que ser rápidos.
La arena al compás con el viento borraban las huellas nuestros pies a cada paso, no podíamos rentar camellos, ya que dificultará el camino con sus necesidades, nosotros las requerimos, bueno los chicos las requieren yo no. A mitad de camino el viento empezó a arrastrar arena provocando una tormenta de arena, nos cubrimos de las minúsculas rocas, con lo que teníamos a manos, chaquetas, telas, lo que sea.
Los débiles de pulmón, podrían morir sin darle la oportunidad de suplicar por ayuda.
Moshee es uno de ellos, me quite la capa, cubriendo su boca y nariz con una de las puntas. Llegamos a un punto en medio del desierto que tuvimos que parar a pesar de la tormenta; lo cual me pareció extraño, ya que estamos en invierno estas tormentas solo se dan en primavera, el peso de la arena que se pegaba más en mí, volteé a ver si los chicos estaban bien, pero sus pies ya no estaban en la superficie; el agua es esencial para las arenas movedizas.
—¡Todos! — Llame la atención— Aguanten la respiración.
Ya que no había otra alternativa.
Mientras la arena nos consumía lo único que pude ver fue la luna poniéndose del color de la sangre, ahí me di cuenta de que caímos en una trampa por los dioses.
Priscila
Cerré los ojos para que ningún grano me cayera en vista, el corazón me late a lo loco y mi sangre escapaba de mi cuerpo sumiéndose en el frío infernal; no creí que mi final sería este.
Pero, la brisa mezclada en mi cabello me dio cierta duda y esperanza, abrí la boca expulsando el aire almacenado y separando mis párpados para poder observar con más detalle lo ocurrido.
Solo que esta no tenía escalones, al contrario, su entrada tenía cuatro torres con complexión rectangular con símbolos de colores azul, rojo y amarillo. Su magnífica estructura maravillaría a cualquier arquitecto.
—Ay, ¿ya estoy en el purgatorio? —Cuestionó Moshee sobándose la cabeza—
El pobre ya tiene trauma con la muerte.
—No, estamos en El Ender—explicó Adom—
Entramos por las gigantescas puertas de oro, en el interior había unos grandes pilares y estatuas de lo que parecían ser híbridos de humanos con cabezas de animales.
Pero el que me llamó la atención fue el que parecía ser de oso hormiguero, iba a tocarlo.
—¡Señorita! —grito aquel infante—
El mortal filo del metal pasó por mis ojos, lo cual lo esquive en ese momento, provocando mi caída por impresión, el mismo híbrido con cabeza de oso hormiguero que vi en la estructura.
—Fue muy fácil capturarte, hija de Quetzalcóatl— dijo el imponente ser teniendo una jabalina en una de sus manos—
—Seth, no espere verte aquí de nuevo, no después de "ese" suceso—mencionó Adom; Con una media sonrisa labiada—
—¡Silencio!, sucio cadáver —grito—.No entiendo por qué el mugriento de mi hermano te salvó la vida—reclamo
—Ahora, la hija de Quetzalcóatl y los ñoños de tus compañeros ¡Van a morir! —
Alzo el arma para dar el primer tajo, pero no me quedaría sin defender, con mi Macuahuitl en mano bloqueando su ataque para luego proporcionarle un estoqueo, este reacciono agarrándome del cuello para seguido ahorcarme con su mano.
—Eres más débil que una muñeca, no entiendo cómo alguien como tú puede enfrentar a los dioses—mencionó arrogante
El aire se desvanecía, al igual que mis fuerzas no podía ni siquiera sostener mi arma, este ser demoníaco aprovecho este momento de debilidad mía y la lanzó fuera de mi alcance, cerré los ojos esperando mi muerte.
Ya no sentía sus callosas manos de encima y se encontraba en el suelo sobándose en una de sus mejillas, a mi lado se encontraba en posición de boxeo.
Creí que un dios como él, lo vencería con unos simples golpes.
—Gracias Petrof—dije
—De nada, ¿Tienes mi espada?—contesto a lo que yo asentí.
De mi bolso saqué la espada que le habían regalado a Petrof.
—¡Haya va! —exclame para después lanzarla a su dirección.
Aun teniendo la vista fija en el dios atrapar la espada con bastante facilidad (Alguien puso atención a las clases de mi tío) , sosteniéndose con las dos manos, su rostro mostraba el rojo de los mil infiernos y lo que más miedo da, unas ganas de sangre insaciables.
—Te metiste con la persona equivocada, animal — reto Petrof, calentaba sus músculos con movimientos circulares de hombros.
—¿Un duelo? —preguntó la deidad con cabeza de animal desconocido.
—¿Estás loco?, ¡te va hacer polvo en solo 5 segundos! —
—Y el premio será la hija de la culebra emplumada—finalizó
—¡No soy trofeo de nadie cabezas de chorlito!—les grité enojada, eso de que traten a las mujeres como objeto me enferma.
—Wow—mencionó Moshee
Inicio la pelea con la deidad masculina, dio varias estocadas al dios mientras este le respondía los movimientos con su guadaña, parecía no querer rendirse, la oscuridad empezó a dominar el inmenso cielo, pero no parecía estar anocheciendo no sino por nubes que de estas mismas salían rayos y relámpago. El dios aprovechó la distracción para hacerle una corte media luna directo en su pecho, desplomándose a mares de líquido vital, se escuchó un quejido de dolor por parte del dueño de los ojos esmeralda, Seth con su arma alzada hacia el firmamento, se preparaba para asestar el golpe final, poniendo fin a la vida de su reciente aliado
Se escuchó un rugido atronador y, en ese instante, un relámpago iluminó la figura de un majestuoso león, cuya imponente melena y tamaño irradiaba un aura de grandeza, este se abalanzó a Seth para propinarle un zarpazo en la cara del dios, a su globo ocular izquierdo.
—Tu... animal mugriento —exclamó maldiciendo al animal
El imponente felino con garras y dientes afilados, estaba preparado para su siguiente embestida, cuando una criatura híbrida de humano y león apareció con movimiento rápido rodeando los brazos de la cabeza enemiga. Mientras tanto el rey de la selva con su hocico apoyó a Petrof y lo puso sobre su lomo.
—¡Sekhmet! ¿Qué rayos haces aquí? —exclamo aun siendo detenido por la híbrida
—Poniéndote en tu lugar Seth, lárgate ya no perteneces entre los grandes dioses egipcios— Exclamó con alta firmeza.
Este mismo se liberó de las garras de la diosa para atacar, pero la pierna de la misma propinó un golpe en... eh ¿Cómo decirlo de manera delicada? Sus bajos, las nueces o su descendencia.