Narra Adom
Levantarme... Eso hice, eran la 0300 de la madrugada, al ser un espíritu vivido soy más activo en la noche y esto me dio la ventaja de ver en la oscuridad, el peligro es algo que siempre siento todos los días, desde que estoy vivo hasta mi estado actual; la guerra te deja esas cicatrices que sin importar que siempre se quedaran ahí, vives con ellas y te toca acostumbrarte a los daños y al mismo tiempo... el dolor.
Priscila y sus compañeros son demasiado jóvenes para estar en una profecía, no saben lo duro que es un ser mágico, algunos no lo van a aceptar, pero lo hecho, hecho está.
—Muchachos es hora de levantarse, necesitamos ir rápido al siguiente destino—anuncie aplaudiendo fuertemente—
—Deja de picar, por Dios son las 0400 de la mañana—exclamo Andrés para seguido lanzar el reloj de mesa—
—Cierto, ¿Por qué razón tenemos que obedecerte? —menciono el ruso—
—Recuerden que existen monstruos que nos buscaran hasta vernos muertos así que, vámonos ya— expuse—
—Chicos mejor no peleemos, despertaremos al resto de huéspedes, mejor vámonos—mando Priscila—
Alistamos suministros, ropa, armas entre otras cosas importantes para salir del hotel y empezar a recorrer las calles para ir a la meseta de Giza, Isis nos espera así que tenemos que ser rápidos.
Empezamos a caminar por la arena que hundía nuestros pies a cada paso, no podíamos rentar camellos, ya que dificultaría el camino con sus necesidades, nosotros las requerimos, bueno los chicos las requieren yo no. A mitad de camino el viento empezó a arrastrar arena provocando una tormenta de arena, nos cubrimos de las minúsculas rocas, con lo que teníamos a manos, chaquetas, telas, lo que sea.
—Cof, Cof —tocio Moshee—
Claro, Moshee es asmático, me quite la capa y cree una mascarilla para seguido colocársela. Llegamos a un punto en medio del desierto que tuvimos que parar a pesar de la tormenta; lo cual me pareció extraño, ya que estamos en invierno estas tormentas solo se dan en primavera, comencé a sentir más arena en mí, volteé a ver si los chicos estaban bien, pero estos también se hundían, no existen arenas movedizas aquí, solo se forman en lugares con mucha agua. Pero mientras pensaba algo llamo mi atención.
—¡TODOS AGUANTEN LA RESPIRACIÓN! — exclamo Petrof, igualmente hundiéndose—
Todos le hicimos caso, ya que no había otra alternativa, pues al estar en un desierto y en medio de la nada ningún ser vivo iría por nosotros. Mientras la arena nos consumía lo único que pude ver fue la luna poniéndose del color de la sangre, ahí me di cuenta de que caímos en una trampa por los dioses.
Narra Priscila
Cerré los ojos para que ningún grano me cayera en vista, aguante la respiración como dijo Petrof, mi corazón aceleraba a cada segundo, todo se había acabado nunca conoceré a mi padre, nunca seré diosa. Pero luego sentí la brisa en el cabello, abrí la boca expulsando el aire almacenado y separando mis parpados para poder observar bien, nos encontrábamos en un lugar parecido al Texankali, solo que esta no tenía escalones, al contrario, su entrada tenía cuatro torres con complexión rectangular con símbolos de colores azul, rojo y amarillo.
—Ay, ¿ya estoy en el purgatorio? —Cuestiono Moshee sobándose la cabeza—
—No, estamos en El Ender—explico Adom—
Entramos por la gran puerta de madera, en el interior había unos grandes pilares y estatuas de lo que parecían ser híbridos de humanos con cabezas de animales como: gato, león, grulla, hipopótamo, etc. Pero el que me llamo la atención fue el que parecía ser de oso hormiguero, iba a tocarlo.
—¡PRISCILA, ALEJATE DE AHÍ! —grito Andrés—
En ese momento lo que parecía ser un objeto filoso paso por mis ojos, lo cual lo esquive con rapidez haciendo que callera por la impresión, el mismo híbrido con cabeza de oso hormiguero.
—Fue muy fácil capturarte, hija de Quetzalcóatl— dijo el imponente ser teniendo una jabalina en una de sus manos—
—Seth, no espere verte aquí de nuevo, no después de "ese" suceso—menciono Adom en forma burlona—
—YA CÁLLATE SUCIO CADÁVER—grito—No entiendo por qué el mugriento de mi hermano te salvo la vida—reclamo—Ahora, la hija de Quetzalcóatl y los ñoños de tus compañeros ¡VAN A MORIR! —
Alzo el arma queriendo partirme a la mitad, pero saque mi Macuahuitl bloqueando su ataque para luego proporcionarle un estoqueo, este reacciono agarrándome del cuello para seguido ahorcarme con su mano.
—Eres más débil que una muñeca, no entiendo como alguien como tú puede enfrentar a los dioses—menciono arrogante
El aire se desvanecía, al igual que mis fuerzas no podía ni siquiera sostener mi arma, Seth aprovecho este momento de debilidad mío y la lanzo fuera de mi alcance, cerré los ojos esperando mi muerte, pero sentí como el dios me quito las manos de encima y se encontraba en el suelo sobándose en una de sus mejillas, a mi lado se encontraba en posición de boxeo.
—Gracias Petrof—dije
—De nada, tienes mi espada—contesto a lo que yo asentí
De mi bolso saqué la espada que la habían regalado a Petrof.
—¡Haya va! —exclame para después lanzarla a su dirección
Aun teniendo la vista fija en el dios atrapo la espada con bastante facilidad, sosteniéndola con las dos manos, su rostro reflejaba ganas de matarlo y de nunca verlo en su vida.
—Ya basta Seth, este es tu fin — reto Petrof
—¿Un duelo? —pregunto la deidad con cabeza de animal— Y el premio será la hija de la culebra emplumada—finalizo
—NO SOY TROFEO DE NADIE, MALDITOS HOMBRES—les grité enojada, eso que traten a las mujeres como objeto me enferma
—Wow—menciono Moshee
Petrof soltó un grito que juro que se escuchó a los cuatro vientos, inicio a pelear con la deidad masculina, di varias estocadas al dios mientras este le respondía los movimientos con su guadaña, parecía no querer rendirse, pero el cielo se volvió oscuro no por la noche, sino por nubes que de estas mismas salían rayos y relámpagos; esta distracción hizo que se volteara. El dios aprovechó la distracción para hacerle una corte media luna directo en su pecho, desplomándolo a mares de líquido vital, se escuchó un quejido de dolor por parte de Petrof, Seth estaba listo para dar el golpe final y acabar con la vida de mi nuevo amigo.
—Roar—
Se oyó un rugido potente, en ese instante un rayo cayó revelando a un gran león, tanto su tamaño y melena le daba un aura de imponencia, este se abalanzó a Seth para propinarle un zarpazo en la cara del dios, directo en el ojo izquierdo.
—TÚ... ANIMAL MUGRIENTO—exclamo maldiciendo al animal
El animal se puso en posición de ataque listo para enfrentarlo, cuando una criatura de cuerpo y cabeza de León se interpuso entre los dos, sosteniendo los brazos de la cabeza de oso hormiguero. Mientras tanto el león levanto a Petrof y lo apoyo sobre su lomo.
—¡SEKHMET! ¿QUÉ RAYOS HACES AQUÍ? —exclamo aun siendo detenido por la híbrida
—PONIÉNDOTE EN TU LUGAR SETH, LARGATE YA NO PERTENECES AQUÍ— grito eufórico
Este mismo se liberó de las garras de la diosa para atacarla, pero la misma propino un golpe en... eh ¿Cómo decirlo de manera delicada? Sus bajos, las nueces o su descendencia. No lo sé, pero lo que si se es que debió dolerle y mucho; este con su inflamación toco la gema que estaba en uno de sus brazaletes un espeso líquido negro que hizo que desapareciera. Al pasar esto la mujer nos vio fijamente y se voltea a una pared con jeroglíficos, ella tomó mi mano y la puso en la misma, haciendo que los mimos brillaran y abrieran la misma, el león aún cargaba a Petrof y junto a los demás entramos a ese misterioso lugar, que por alguna razón me resultaba familiar.