Capítulo 10
La enfermera hipopótamo
Petrof
El dolor fue la única manera de despertarme y mi pánico, el único que me puso alerta, mi cabeza dio un giro de dirección al cabezal con la vista en el paisaje arenoso, mis orbes giraron a la derecha con dirección a una mujer que me daba la espalda, parecía acomodar algo en una mesa, aclaré la garganta para llamar la atención de la misma.
Esta se voltea su aspecto era regordete con cabello lacio acompañado de un fleco recto, estaba vestida con una especie de vestido largo sin mangas y complementada por brazaletes y collares de oro.
—Que bien que despertaste, tienes tres días inconsciente —mencionó sentándose a mi lado
Me fijé que tenía piel cobriza y ojos circulares de un tono café chocolate.
— ¿Quién eres? ¿Dónde me encuentro? —murmuró con vacilación.
—Es cierto que maleducada soy, déjame presentarme, soy Tueris, la divinidad de la fertilidad y protectora de las mujeres embarazadas y estas en la enfermería del palacio de las Enéadas— explicó acercándose, y posicionando su mano en mi pecho.
—¡Eh! ¿Qué hace? — pregunté temblando
—Te cambio el vendaje, ¿No te diste cuenta de tu herida? —cuestiono extrañada
Mire en dirección a mi cuerpo observando que tenía el pecho vendado cubierta por una mancha de sangre, me toque el pecho asustado al no sentir las chapas militares.
La mujer me miró extrañada y se volteó a la mesa agarrando algo.
—¿Buscabas esto? — inquirió Tueris
Agarré mis chapas rápidamente y me las coloqué en mi cuello, le pertenecían a mi madre, era la única que me amaba desde que mi padre desapareció.
Con ellas puestas, entraron los demás con cara de que un perro lo hubiera atropellado. Exceptuando a uno.
—Creí que ya te fuiste al demonio—dijo el pelirrojo
—¡Andrés! ¡Por favor! —le replicó Priscila
—No importa Priscila, en ningún caso me importa lo que diga esa rata—respondí entre dientes
—¡¿Cómo me llamaste!?— Respondió el pelirrojo y, por un breve instante, su cabello pareció llamas.
—¡Es suficiente, no permitiré peleas en este lugar sagrado! —Rugió una mujer más alta que Tueris e incluso más fina y delicada como una pluma.
La misma, iba vestida con vestido blanco ajustado con una faja roja y una tela; Lo que resultaba más impresionante eran unas enormes alas debajo de sus brazos, sus plumas eran coloridas y ella transmitía un aura maternal.
—Es digno de admiración que hayas sobrevivido a esa herida, otros en tu estado estarían en un sarcófago—mencionó agarrando mis dos manos.
—Petrof, ella es Isis la deidad de... muchas cosas en realidad —aclaró con tono dubitativo.
—Así es y yo les enseñaré a cómo usar una de las herramientas más indispensables en su aventura—mencionó en tono autoritario
Esta nos guió a un gran salón donde había monumentos a lo que parecía ser diferentes deidades, incluida ella misma; se giró a nuestra dirección y aplaudiendo causó que las antorchas que se encontraban en la habitación se encendieran.
—La magia—pronunció—. La magia es una de las habilidades más importantes en el mundo divino, da poder para hacer cualquier cosa—.
—Hay tres tipos de magias la blanca, la negra y la fertilis, esta última es la más poderosa de todas, no solo es la combinación de las dos primeras sino también de todas las habilidades de otros seres ya sean comunes o asombrosos—finalizó
—¿Y usted la tiene? —interrogó Moshee
Su próximo movimiento fue alzando la mano hacia nuestra dirección y una bola de luz apareció en esta, luego cambió la posición de su mano para movimiento seguido lanzar un chorro de agua.
Por ello, sin un cielo cargado, la lluvia se desató.
—Eso es solo la mitad de lo que puedo hacer; ustedes aprenderán más acerca de este tema—expuso
—¿Este libro puede ayudar? —pregunto Moshee
Seguidamente sacó su libro del bolso de Priscila para después entregárselo a la diosa. Está lo observó a detalle para luego mirar a Moshee.
—De hecho, si — ¿Dónde lo conseguiste? —le pregunto a Moshee
—Me lo dio mi madre—respondió
—¿Cómo se llama tu madre? —volvió a interrogar
—Margaret Biton—contesto devuelto.
Al oír el nombre de la progenitora sus ojos se agrandaron como platos y acariciando el libro en el punto donde estaba la gema, este se abrió junto a una luz cegadora, cuando esta se fue Isis empezó a hojear lentamente el libro y quedando maravillada con este.
—¿Señora usted la conoce? —pregunto Moshee con cierta preocupación
—Si solo me llegaron hermosos recuerdos—respondió con los ojos hecho mares—Bueno, mejor empecemos el entrenamiento—culminó limpiándose las lágrimas
Señaló a Moshee y Priscila, de alguna forma Adom no fue seleccionado, quizás porque ya es un ser mágico.
—Voy a enseñarles unos de los hechizos más fáciles de aprender y se usa en caso de protección—explicó
—¿Cuál? —pregunto Priscila
—Michozek—respondió —es fácil manifestarlo, solo hagan un triángulo con sus manos, póngalos arriba de sus cabezas y digan el hechizo en voz fuerte y clara—termino de explicar
Moshee
Seguimos la guía de la diosa, me sentía un poco ridículo haciendo esto, pero todo por aprender.
—¡Michozek! — citamos con fuerza; examine a mi alrededor había una especie de barrera de color verde trate de tocarla y mi resultado fue una consistencia parecida a la gelatina
Priscila se veía igual de sorprendida que yo, pero Isis nos hizo reaccionar ante nuestro asombro.
—Bien mis niños eso fue algo fácil para ustedes ahora iremos con un hechizo de congelación—prosiguió para después marcar un círculo a su alrededor
—¿Para qué es eso? —cuestiono Priscila
—¡Oh! Esto es solo para prevenir—aclaró apuntando al círculo—el siguiente hechizo es Hakapaytiyu su uso es hacer nieve, incluso en los territorios más calientes, pero si lo usan en un ser vivo este igual hará la misma acción con la única diferencia que se convierten en estatua de hielo y escarcha—expuso con tono preocupado
—Pero ¿Hay contrahechizos? ¿No? —cuestiono Priscila con cierto tono de voz bajo
—Oh cariño, todo hechizo tiene contra hechizo, así que no te preocupes—consoló Isis
—Solo basta con extender la mano al frente y mencionar el conjuro—explicó con tono sereno
Como la vez pasada hicimos caso en las instrucciones, había un objetivo a nuestra vista así que lo lanzamos ahí; mis resultados fueron positivos, pero Priscila no pudo hacerlo y me sentí mal por ella. La diosa suspiro al ver sus resultados, puso una mano en su hombro y le dijo que más tarde lo intentaron con otro hechizo, luego giró hacia los chicos y les dijo que fuéramos a comer. Nos guió por un largo pasillo hasta un gran comedor donde en este había un montón de Subordinados poniendo la comida en la mesa.
Nos sentamos en las grandes sillas y empezamos a servirnos, solo una no comía; Priscila aún tenía la cabeza gacha y ni siquiera miraba el plato, iba a decir algo cuando ella se levantó y dijo que tomaría aire fresco.
Priscila
Me sentía incómoda por lo de hace rato en la clase de magia, fui a uno de los balcones para reflexionar sobre sí... ¿A quién engaño? Ya no sé qué pensar, mi vida dio su giro de 360 grados en menos de 36 horas, pase de ser un don nadie en la escuela para después ser hija de un dios, cuyo aspecto es de una ¡serpiente!
—Problemas contigo misma—
—Si... espera ¡¿qué?!—dije a la vez que me volteaba exaltada.
Este río por mi reacción.
—Lo siento, no era mi plan asustarte, por cierto, toma—aclaró tirándome una fruta desconocida para mí. —Es granada, no te vi comiendo, es mejor para que no estés desnutrida—aclaró, mientras él pelaba la fruta para solo comer sus semillas.
—¿Qué haces aquí Anubis? —le interrogué, solo viendo aquel alimento en mis manos.
—Pues, no quería que estuvieras sola y triste, así que... estoy aquí—menciono apartando sus ojos de tener contacto con los míos.
—Y te agradezco por eso—dije para comenzar a comer las semillas, las cuales me eran sumamente deliciosas.
—Por cierto—me volteé ante su llamado de atención—. Sé que lograrás rescatar a tu padre—me sorprendí ante sus palabras.
—¿Cómo es que...—él vio mi reacción para después sonreír, él vio mi reacción para después sonreír, pero sus ojos reflejaban más… preocupación.