Priscila & La manzana dorada

Atenas; Haya vamos

Capítulo 14
Atenas; Haya vamos

Priscila

Desperté de la cama aun con la escena de ayer en el fondo de mi mente, bajé los escalones con mi objetivo de ir a la sala esperando encontrarme con alguna arma errante, pero no había señal de nadie.

—¡Chicos, ¿Dónde están?!—exclame con duda.
—En la cocina—vociferaron.
Seguí la dirección del olor para encontrar a los chicos, estaban en una situación diferente, algunos sentados a la mesa o en el fregadero.
—Buenos días a todos—respondí—¿Qué hay de desayuno? —cuestioné.
—Tenemos entre huevos con tocino o waffles—me contesto.
Estaba sorprendida, la persona que me había respondido fue nada menos que Anubis.
—UFF, ¡Anubis! No hagas eso, avisa —reclame con la diestra apretando la posición del corazón.
—Perdona—respondió con sonrisa.
Solo le respondí con una mirada penetrante, me senté a la mesa para comer agarrando unos waffles, empecé a digerirlos; solo mantenía mi mirada clavada en mi plato y pocas veces miraba los alrededores.
—Hmmm—suspiro Adom—decidido— sus manos apoyadas en la mesa fueron una señal de sentencia silenciosa.
—¿Qué cosa? —pregunto el pelirrojo aun masticando para seguido beber del vaso de leche a su lado.
— Nos vamos a Atenas—explico.
—¡Atenas!, eso está a 3 días de aquí—defendió Petrof.
—Por eso haremos una breve parada en Italia— intervino, tratando de tranquilizar la euforia.
—Está bien, pero ¡sin caminar! —reclamo Moshee, aun esta lastimado de los pies el pobrecito.
—Tranquilo, junto a Andrés investigué un poco algún transporte que nos ayudara—finalizo.
—¿Cuál?, exactamente — hablo por fin Anubis.
—En la estación de trenes Atocha— contesto Andrés—.Se encuentra en el centro de la ciudad—continuo.
—Bueno ¿Cuándo tendremos que partir? —cuestiono Moshee.
—¡Ahora! —exclamo Anubis.
Salimos rápido del humilde hogar de nuestro compañero menor, nos desplazamos por las calles hasta el centro de la ciudad la cual para mí era bastante hermosa e incomprensiblemente interesante, parecía estar en hora pico, pues muchas personas se encontraban en sus autos, motos o simplemente turistas a pie; encontramos la entrada al metro y bajamos las escaleras hasta la parada, hasta que me di cuenta de algo. Era muy lógico.
—¿Cómo vamos a pagar los boletos? —Pregunte.
—Ves esto—dijo, enseñándome una extraña moneda, digo extraña, ya que no tenía forma circular más bien tenía una forma de pentágono y un color bronce con un signo de interrogación.
—¿Sí? — aún mantenía mi mente ocupada, analizando.
—Se llama Tomín, puede tomar el valor de cualquier moneda del mundo o incluso convertirse en billetes—explico.
—¿En serio? — pregunté sorprendida, asintió con la cabeza como respuesta— y ¿Cómo funciona? —
—Solo traza la inicial del nombre de la moneda y agítala con tus manos haciendo un cofre—me indicaba, conforme yo seguía sus indicaciones.
Al finalizar el paso a paso, abrí las manos para comprobar si funciono y vaya que no me lo esperaba; tenía 100 euros en la mano; tan pronto tenía el billete, Adom fue repartiendo más Tomins a los otros dándole las mismas instrucciones; ya pagados los tickets esperamos el tren.
Altavoz: Queridos pasajeros el tren con destino a Roma llegará en 1 h.
Avisaron en los altavoces, simplemente estábamos sentados en uno del montón de bancos, a la espera del tren.
—Priscila—me susurro a mi derecha, obteniendo toda mi atención.
Deje de ver el reloj de la estación para voltear y ver, Anubis otra vez, este apuntaba con el dedo a una dirección, decidí ver que necesitaba, fuimos a unas escaleras para tener privacidad.
—¿Qué necesitas Anubis? — le pregunte.
—Es sobre tu magia —aclaro agarrando mis manos—Está—UFF— bastante—UFF— débil —dijo, soplando para tratar de quitarse un mechón de cabello que obstruía su mirada.
—Oye, ¿me dejas ayudarte? —le pregunté, este voltea el rostro avergonzado y asintiendo.
Le pedí que se sentara en uno de los escalones, use una de mis pulseras, si bien su cabello se veía enredado fue bastante fácil peinarlo y recogerlo; me di cuenta que sus hombros bajaban con mi tacto, parecía que los disfrutarlo bastante.

Después de hacerle una cola alta, este se tocó su cabellera oscura y sonriendo con satisfacción.
—¡Chicos ya viene el tren! —exclamo Adom.
No me había dado cuenta de la hora, fuimos corriendo a la parada de trenes; subimos al mismo con la prisa impulsando nuestros pies, nos sentamos para esperar a las tres horas de aquí a Roma.

Solo espero que papá se encuentre bien.




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En el texto hay: magia acción, fantasía ficción

Editado: 23.06.2025

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