En un oscuro vacío, se encontraba una mujer, que dentro de su mente veía recuerdos, que pasaban una y otra vez. Aquellos recuerdos, mostraban como una mujer de mediana edad que tenía un hermoso cabello plateado, abrazaba a una niña con un rostro lleno de lágrimas, contemplando la sangre que cubría las manos de aquella niña,
— Todo estará bien, Mariette –decía aquella mujer de cabello plateado.
Otro recuerdo mostraba a una mujer de cabello lizo de un color rubio, tan largo que llegaba a su cintura, con ojos azules, su piel pálida y con un rostro de tristeza.
— Alice, no lo hagas, esta no es la manera –decía esa mujer de cabello rubio mientras abrazaba a esa mujer llamada Alice.
De un momento a otro el recuerdo se diluye, apareciendo otro escenario donde solo se podía ver cuatro manos extendidas, cada una de estas manos sostenía un collar con una gema de un color; dorado, rojo, verde, blanco...
— Con esto no me olvidaran, espero que nos veamos pronto –decía una voz con un tono calmado.
El vacío y soledad que sentía esta persona que estaba observando estos recuerdos, la que se encontraba en aquel oscuro lugar, donde su único consuelo eran aquellos fragmentos, empezó a sentir una extraña sensación, como si agarraran cada extremidad de su cuerpo y la jalaran con fuerza, como si el suelo la tragara. Cuando esta sensación terminó, esta mujer pudo ver una luz, despertando en un lugar que era alumbrado por la débil luz de unas candelas.
— ¡Ah! Mi cabeza me duele mucho, ¿Dónde estoy? –se preguntaba aquella mujer.
El lugar era una habitación grande, con paredes de piedra ya desgastadas por el tiempo, al fondo se podía ver siete puertas, en una de las paredes, había una especie de papel, lleno de polvo con telarañas. Aquella mujer se levantó del piso, para observar el contenido de aquel papel. Cuando agarró el papel, lo sacudió para quitar el polvo, acercándose a la luz de una vela para leerla.
“Nombre: Mariette.
Edad: doce años.
Pecado: Ira.
Castigo: Reencarnación maldita.“
Aquella mujer dio vuelta al papel para darse cuenta que del otro lado tenía algo más escrito.
“Alice, yo terminare lo que no pudimos, sé que cuando despiertes, no recordarás nada, sé que me dijiste que no te dijera nada cuando volvieras a despertar. Pero no puedo dejar que lo hagas sola, no es solo tu problema.
Ángela”
— ¿Qué significa esto? ¿Acaso esto era para mí? ¿Será que me llamo Alice? –se preguntaba aquella mujer frotándose la cabeza, intentado recordar algo.
Ella no recordaba nada, solo el sentimiento de estar por mucho tiempo en un extraño vacío lleno de oscuridad, no sabía qué hacía en este lugar o qué era ese sitio donde ella despertó, observaba con incertidumbre todo el lugar, se percató que había un espejo en el suelo. Ella dejó a un lado aquella nota y se acerco a mirarlo, levantándolo y soplándolo para limpiar aquel espejo lleno de polvo. Era un espejo con un marco de madera gastado, aunque estaba sucio pudo ver su reflejo en el espejo.
Era una mujer con un cabello rubio, rizado que llegaba un poco más debajo de sus hombros, sus ojos eran de color verde, su piel blanca, con labios finos, su vestimenta era un vestido de color rojo que llegaba hasta sus tobillos, estaba arrugado y sucio, en su cintura tenía un mantel de color blanco con unos bolsillos, ella se contempló por varios minutos intentado recordar su nombre.
— Creo que mi nombre es Alice, por alguna razón sé que ese es mi nombre, aunque solo llegan a mi memoria aquellos fragmentos; “Alice” no deja de mostrarse en mi cabeza –pensaba ella mientras se veía en el espejo.
Entonces dejo aquel sucio espejo en el suelo y volteo a observar aquellas puertas, eran siete, una de estas puertas se diferenciaba mucho de las demás, de derecha a izquierda, la cuarta puerta estaba llena de sangre, había una palabra escrita alrededor de esta puerta, “madre” cuando Alice contemplaba aquella puerta, sentía una tristeza e impotencia, como si la frustración la invadiera, así que ella la evito, sintiendo un presentimiento de que no debía intentar abrir aquella puerta, entonces se acercó a la primera puerta del lado derecho, no sabía si era lo correcto salir de aquel lugar, pero lentamente abrió la puerta con mucha curiosidad y miedo al no saber que habría del otro lado de la puerta, cuando la abrió por completo, lo primero que observo fue pasillo alumbrado por la luz del fuego que emitían unas antorchas, mirando de lado a lado, ella sabía que lo único que podía hacer, era salir de aquel lugar y seguir explorando.
Entonces dio un paso hacia afuera de aquella habitación, mirando que dirección iba a tomar, ella decidio ir por el pasillo que estaba de lado derecho. Alice caminaba desorientada, por aquel largo pasillo que parecía no tener fin, cuando de un momento a otro se escuchó a lo lejano un ruido, que parecía el de un hombre gritando, que de pronto cesaron al escucharse el sonido de la carne al ser cercenada, poco a poco se escucho algo que se arrastraba acercándose a ella, sin pensarlo mucho, decidió darse la vuelta rápidamente para así evitar aquello que venía hacia donde ella estaba, pero aun así le fue imposible evitarlo, una voz con un tono macabro, pronunciaban las palabras “Te vi”, Alice empezó a correr, sin mirar atrás, pero sentía como la presencia de aquel ser se acercaba poco a poco, “te vi” volvía a decir aquella voz macabra acompañada con risas. Mientras ella corría, fue sorprendida por charcos de sangre, huesos, partes de humanos desmembrados, que estaban en el suelo, entrando aún más en pánico, tanto así que se tropezó con el torso de una persona desmembrada, cayéndose al suelo.
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Editado: 24.09.2018