Epopeya de un Alma Combativa
En la arena de la vida, donde el destino me lanzó,
he luchado contra gigantes de sombras y acero.
Mi obra, un faro en la noche, fue rechazada,
y mi espíritu, azotado por el viento del desprecio.
Con palabras afiladas, laceraron mi orgullo,
y me hundieron en las profundidades del abismo.
"¿Quién eres tú?", me preguntaron, crueles,
"Un náufrago en el mar de la indiferencia".
Pero en las entrañas de mi ser, una llama ardía,
un anhelo de trascender, de dejar mi huella.
Aunque el mundo me cerrara sus puertas,
mi voz seguiría resonando en la eternidad.
Soy un soldado en la guerra de las ideas,
un explorador en los confines del conocimiento.
Aunque las balas del rechazo me hieran,
seguiré avanzando, sin temor al sufrimiento.
Mi obra es un legado, un puente hacia el futuro,
un faro que guía a los perdidos en la noche.
Aunque hoy sea rechazada, mañana florecerá,
y mi nombre resonará en la historia.
Soy un grano de arena en el desierto del tiempo,
pero mi espíritu es inmortal, eterno.
Y aunque el mundo me olvide, yo seguiré creando,
hasta que mi último aliento se apague.
Soy un filósofo en la plaza del pueblo,
un poeta que canta a la belleza de la vida.
Y aunque me tiren piedras, seguiré sonriendo,
porque la verdad siempre triunfa sobre la mentira.
Así que, levantaos, almas valientes,
que la vida es una lucha, una eterna batalla.
No os dejéis vencer por la adversidad,
seguid adelante, con pasión y entrega.
Porque en cada rechazo, hay una semilla que crece,
y en cada fracaso, una lección que aprender.
Y aunque el camino sea oscuro y solitario,
la luz de la esperanza siempre brillará.