En la Forja del Destino
He forjado mi alma en el crisol del dolor,
templado en las llamas de mil pesares.
Ascendido a cumbres donde el viento aúlla,
y descendido a abismos sin par.
He reído con los dioses, en festines de alegría,
y llorado mares de amargura y pesar.
He amado con la pasión de un sol naciente,
y sufrido las heridas de un corazón al mar.
He aprendido en las escuelas de la vida,
donde cada lección es una cicatriz.
He navegado océanos de conocimiento,
y, aun así, mi sed de saber no cesa.
He vivido en el vértice de la existencia,
donde la vida y la muerte se entrelazan.
He tocado el cielo con la punta de los dedos,
y besado el infierno en su profundidad.
Estoy a mitad del camino, un peregrino,
en este viaje sin retorno, sin final.
Cuando creo alcanzar la meta anhelada,
el horizonte se ensancha, sin igual.
Pero no temo a la sombra que se avecina,
pues en mi interior arde una llama inmortal.
Con escudo y espada, listo para la batalla,
enfrentaré los desafíos, sin titubear.
He sufrido, amado, aprendido y vivido,
y aunque la jornada es larga y el camino incierto,
mi espíritu, indomable, sigue adelante,
buscando siempre un nuevo derrotero.
Porque la vida es un campo de batalla,
donde la gloria se conquista día a día.
Y yo, guerrero de la existencia,
lucharé hasta el último aliento, sin vacilar.