Tras la Tormenta
Ya no me apresuro, el tiempo es mi compás,
la urgencia es un espejismo, un cruel disfraz.
Las cosas fluyen, como hojas al azar,
y yo, un simple náufrago, en esta mar.
No soy erudito, ni sabio pretendo ser,
en versos vagabundeo, sin querer saber.
Camino despacio, sin prisa por llegar,
en paz conmigo mismo, sin más por alcanzar.
La calma es mi refugio, mi más fiel sostén,
no por indiferencia, sino por saber bien
que lo importante es poco, y lo urgente, nada más.
Las decisiones pesan, pero en mi ya no pesan más.
Las críticas, como olas, van y vienen sin cesar,
pero ya no me mueven, ni me hacen temblar.
Sé quién soy y hacia dónde voy, con paso firme y lento,
sin prisa por llegar, pero sin perderme en el intento.
La vida es un viaje, y los compañeros van y vienen,
unos se quedan, otros se pierden.
No me aferro a nada, ni a nadie, con ansiedad,
solo sigo caminando, con la mirada puesta en la verdad.