¡prisionera!

Capitulo Dos

   Cuando abro los ojos ya es oscuro, he estado muchas horas durmiendo, seguramente  por el fruto que he comido. El aire es un poco frío aquí y yo, que solamente voy cubierta por una liviana túnica blanca que me cubre a penas las piernas, comienzo a tener frío.

     Cojo algunas piedrecillas y se las tiro al Zárokaa que está tan dormido que ni se mueve, ¿estará muerto? alomejor ese alimento ha actuado de diferente manera en su organismo y lo ha matado. ¡Entonces mi suerte está echada, sin nadie que me saque ni me dé de comer!

  

     Pero bueno... no quiero perder la calma aunque me siento intranquila y por un momento desfilan por mi cabeza imágenes desagradables. ¿Os dais cuenta? todo esto es una paradoja, yo que soy víctima de ese ser despiadado, estoy sufriendo por su muerte. Aunque es a causa de esta situación en la que estoy metida, si estuviera libre todo sería muy diferente, podría valerme por mí misma y entonces no me importaría en absoluto si se moría o no.

 

    No podéis imaginaros la alegría que me ha dado cuando he visto que se movía. Me ha parecido una eternidad, pero por fin a comenzado a desperezarse y a dar vueltas por la arena, luego se ha quedado sentado y me mira un poco aturdido. Al acordarse de mí, murmura unas palabras y rebusca en sus bolsillos. ¡Saca la llave de mi jaula!¿puede ser que me deje en libertad? Al fin y al cabo los dos nos encontramos en igualdad de condiciones y por aquí no hay ningún ser de su misma especie que pueda exigirle nada.

   Pero no, mis esperanzas pronto se esfuman al ver que con la otra mano sujeta el collar con la cadena, se acerca a mí cojeando y se arrodilla frente a la puerta. Yo no intento escapar, pues comprendo que no tengo las de ganar por ahora y dejo sumisamente que me ponga el collar, es una situación muy degradante, pero para él debe de ser normal tratar así a humanos como él.

   Por ahora no le he mordido, ni siquiera he tratado de defenderme con mis afiladas uñas, pero él me teme, lo puedo notar por sus movimientos, al parecer me considera como un animal peligroso y aunque debe guardar las apariencias y mostrarse impasible conmigo, no puede evitar mirarme con inquietud.

   Salgo amarrada a la cadena esperando lo que va a hacer conmigo, nos dirigimos hacia el bosque, él armado hasta los dientes y me ordena que coja ramas y hojas caídas. Yo obedezco comprendiendo perfectamente lo que quiere hacer y hago varios viajes trayendo madera hasta dejarla al lado de la nave. Una vez considera que hay bastante leña, me deja atada a uno de los barrotes de la jaula y éste enciende con gran facilidad una fogata. ¡Qué agradable calorcillo...!

    Pienso con pesar que tendremos que quedarnos aquí por mucho tiempo hasta que venga alguien a rescatarnos, ya que dudo que el piloto pueda arreglar su vehículo. Todavía me asombra que hallamos quedado los dos con vida, porque han muerto todos los demás, que eran más fuertes que yo.

    Veo como entra en la nave y comienza a sacar uno por uno a sus compañeros y luego saca de las jaulas a los demás seres Dedica para eso mucho tiempo, ya que son bastantes y los deja apilonados en la arena. Luego, sacándose la chaqueta del uniforme, comienza a cavar un hoyo un poco más lejos de donde estamos, se para limpiándose el sudor que le cae por la frente y dirige su mirada hacia mí; ya está, otro trabajito.

    Al poco me encuentro cavando junto a él mientras éste no me quita la vista de encima. Yo lo miro de reojo admirando su fuerte torso, sus músculos en tensión mientras trabaja. Él sonríe levemente, muy satisfecho de tener a una esclava solo para él aunque no sea fuerte. Poco a poco logramos tener listo el agujero y le ayudo también a cargar cuerpos, entre los dos, ya que si yo no tengo su fuerza, él esta imposibilitado dada su herida en la pierna. Al cabo de unos minutos hemos enterrado a todos los cadáveres y yo me trago mis emociones, ya que no es muy agradable tener que enterrar a los muertos.

    

     Estamos cerca de la hoguera descansando, él con la espalda pegada al árbol y yo atada a la cadena. Ahora el cielo es completamente negro, solamente nos iluminamos con el resplandor rojizo de las llamas, que se mueven en una danza que forma curiosas sombras. No se dispondrá a dormir otra vez... yo no tengo más sueño.

     Cuando creo que nos vamos a pasar así el resto de la noche, el piloto se levanta, coge una linterna con una mano y con la otra mi cadena y exploramos los alrededores. Ando delante suyo y éste me estira cuando ve que me apresuro demasiado, luego le señalo que tengo que hacer mis necesidades y el asiente malhumorado mientras yo me agacho sintiéndome demasiado observada. No sé cuando llevamos andando en la oscuridad, el Zárokaa se para de vez en cuando para examinar algo y a mi me usa siempre para probarlo todo. Uno de los frutos que pruebo tiene sabor amargo y lo escupo, pero en general los árboles son generosos y podemos alimentarnos. En nuestro camino, aunque oímos algunos ruidos de animales no vemos ninguno; debe ser porque es de noche. A mi eso me tiene preocupada porque yo me alimento generalmente de carne y si no como pronto, me pondré muy débil. Espero que éste Zárokaa sepa cazar cuando la ocasión lo requiera, porque de lo contrario y si he de estar bajo su cuidado, creo que moriré pronto de debilidad.

     Una vez finalizada la exploración, al ver que por los alrededores no parece haber nadie excepto nosotros dos, regresamos al campamento.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.