Bailo frente a las llamas que iluminan nuestro campamento, acompañada por la suave melodía que sale del interior de la nave, una música que he aprendido a bailar; ignoro cuánto tiempo ha pasado ya desde que caímos en este lugar con la nave.
Yareth creo que se va quedando dormido, pues ha parado de reír y de dar palmadas tontamente y se limita a mirarme serio.
Yo sigo con mi baile sin prestarle demasiada atención, me he adornado el cabello con florecitas blancas que he ido recogiendo y me muevo provocativamente cerrando los párpados y dejándome llevar por la música, tratando de dejar la mente en blanco.
Todo ha comenzado esta noche, el piloto Zárokaa ha vuelto a estar melancólico y yo, para animarle un poco y encontrándonos los dos bajo los extraños efectos de los frutos liliáceos, me he levantado y atada a la cadena larga, he comenzado a seguir la música. Me encuentro tan bien así... todo carece de importancia ahora, algo en mi mente se nubla, no pienso ya en mi familia, solamente sigo mi instinto de moverme, dando vueltas y más vueltas en la arena, parece que estuviera flotando, ahora soy como un pájaro libre que intenta volar, más y más alto... emito una sonrisa extasiada.
Pero con los ojos entreabiertos veo que algo se mueve al otro lado de las llamas, es Yareth que lentamente se levanta y se dirige hacia mí; yo dejo de sonreír mientras paro de bailar temerosa sin conocer sus intenciones, de pronto, de un manotazo ¡rass! el piloto desgarra la tela de mi túnica y la lanza a un lado. Soy un conjunto de confusiones y aunque estoy muerta de miedo y noto como el corazón me late desenfrenadamente, he estado esperando este momento durante todo el día y siento que el deseo me consume.
Yareth me coge con sus fuertes brazos desatándome el collar y me dirige hasta donde ha estado mirándome, luego me tira en la suave arena y sin saber muy bien como, con la mente nublada por el efecto narcótico de esos frutos, le estoy sacando el uniforme gris con desesperación, queriendo liberarlo de aquella ropa que le hace ser diferente a mí. Nos arrodillamos luego uno frente al otro, ¡parezco tan insignificante a su lado...!
- Eres... eres grande... - le susurro nerviosa sin poder expresar mejor lo que pasa por mi cabeza. Él sonríe un poco despectivamente y me atrae hacia él, en sus pupilas se reflejan las llamas medio extintas de la fogata, dándole un aire mágico.
- Eso no importa - me dice. Entonces se da cuenta del tatuaje natural que tengo en la espalda y me lo recorre con sus dedos lentamente, yo arqueo la espalda sintiendo un escalofrío y un gran placer invade todo mi ser.
Yareth me obliga a echarme bajo él y yo obedezco sin dejar de temblar, éste lo hace encima mío y por un momento pienso que me aplastará con su enorme peso, pero al parecer él sabe muy bien lo que debe hacer, porque pone sumo cuidado en sus movimientos, siendo consciente también de la notable diferencia que hay entre ambos y así, presa entre sus brazos me siento muy vulnerable, sé que aunque quisiera escapar, él ya no me dejaría.
El Zárokaa se da cuenta del temor que me inspira, porque acerca su cara a la mía y me susurra al oído:
- Tranquila, criatura…
****
Ummm... me siento extraña, el corazón todavía me late aceleradamente, he notado miedo, daño, placer... pero al menos ya soy libre del efecto de los frutos y puedo pensar. Abro los ojos y noto una presión en el pecho, Yareth duerme con buena parte de su cuerpo encima del mío y... apenas puedo respirar. Hago un gran esfuerzo por quitármelo de encima sin conseguirlo y finalmente, rodando sobre mí misma, logro mi objetivo.
Por unos segundos me quedo sentada mirándolo envuelta en la oscuridad ya que el fuego se ha apagado, pero luego recojo mi maltrecho vestido y me alejo de allí corriendo hacia el interior del bosque.
¡Por fin libre! ando sin saber donde ir, guiada por la leve luz que pueden captar mis retinas verticales acostumbradas a la oscuridad, la cabeza me da vueltas y casualmente encuentro un pequeño orificio, es una pequeña madriguera abandonada, después de asegurarme de que esta realmente deshabitada, entro a gatas y ya más tranquila, comienzo a reflexionar sentada con las piernas cruzadas, ya que no puedo ponerme en pié.
Vamos a ver... por fin, el extraño sueño que tanto me aterraba se ha hecho realidad, pero tengo un miedo terrible de que el Zárokaa me persiga. Hoy he tenido la oportunidad de unos días atrás, cuando esperaba que llegara el momento oportuno para matarle, hoy he podido hacerlo, he dejado a mi enemigo desnudo y vulnerable al lado de su cuchillo, pero no he sido capaz de usarlo contra él... la verdad es que en aquellos momentos me preocupaba más correr fuera de su alcance que el hecho de matarlo o no... me siento muy confundida, ya no sé siquiera si todavía sigue siendo mi enemigo, si sería capaz de matarlo alguna vez y si lo que ha sucedido esta noche ha sido fruto de un mutuo sentimiento de cariño o amor, (términos que nunca habría imaginado sentir por alguien del sexo opuesto) o simplemente a ocurrido porque tenía que suceder tarde o temprano, porque ya no soy una niña, llevábamos ya más de dos meses los dos solos en esta isla y ambos debíamos calmar nuestras necesidades hormonales. No lo sé... es todo tan terriblemente complicado cuando se está completamente solo y asustado... solamente puedo afirmar con seguridad que lo encontraré a faltar, ya que me había acostumbrado demasiado a su única presencia.
Editado: 30.11.2023