¡prisionera!

Capitulo Ocho

Remamos lentamente en la barca de Yareth, alejándonos de lo que ha sido por unos meses mi hogar; mientras veo alejarse las rocas que forman ese pequeño islote, pienso tristemente en mi amigo cuadrúpedo y que seguro que si me hubiera quedado allí hubiera logrado domesticarle. "Rurg", el tigre dientes de sable nos sigue nadando cerca de la barca y yo conservo mis dos túnicas, la de verano y la que me he fabricado yo misma con lana.

  Llegamos donde está su nave y me pasan por la mente los hechos ocurridos en los días en que todavía era su prisionera. Yareth lo recoge todo y yo lo detengo, poniéndole una mano en el hombro.

 - ¿Te vas?- él me dice que sí y yo señalo la nave con curiosidad- ¿a...rregla...da?

 - Sí, he ocupado gran parte del invierno en ponerla en funcionamiento y la verdad es que no ha sido fácil, pero no tenía otra cosa que hacer. Yo apago la mirada y éste me acaricia la mejilla mientras me dice:

 - Debes entender que no puedo quedarme aquí contigo, necesito de los míos, he de volver a mi época y si te llevara, mi gente te cogería como esclava - se que tiene razón y no me gustaría volver a pasar por eso o que una vez en su país me separaran de él y me vendieran a alguien extraño.

 - ¿No puedes quedar aquí… seguro? isla grande y nosotros bien. - pero mis esperanzas se rompen al ver su mirada; Yareth aquí no sería feliz, necesita a sus semejantes, aunque sean crueles con los extranjeros, aquí se moriría de añoranza, me pude dar perfecta cuenta, al verle moverse por las noches preso de las pesadillas. Además él se ha criado de otro modo, necesita otro modo de vida, yo me conformo con poco, pero él es muy diferente a mí. Le abrazo fuertemente.

 Entonces señalo el mar y le estiro para que se bañe conmigo por última vez. Éste, extrañamente no se resiste y se deja guiar, confiando en mí. Primero mete un pié, luego el otro y de la mano nos vamos metiendo hasta que el agua del mar nos llega hasta la cintura, yo le señalo un pequeño banco de pececillos que se asustan al vernos. El Zárokaa sonríe levemente al verlos y comienza a explicarme cosas de su época.

 - Hubo un tiempo lejano como este en que los mares estaban llenos de vida, los seres humanos compartieron los mares con las diferentes especies hasta que la polución llego a niveles insospechados y la cosa se les fue de las manos, no pudieron hacer nada por salvar los mares y acabaron volviéndose negros, cualquier persona que osara meterse, no volvía a salir con vida.

 - No entiendo, ¿como ser?

 - Es la verdad, los Zárokaas como tú nos llamas, además de matarnos entre nosotros, estamos destruyendo nuestro propio hogar y lo único que se nos ocurre es fabricar sofisticadas naves y conquistar otros mundos como el tuyo. Somos destructores por naturaleza y lo que no nos sirve lo dejamos atrás buscando sitios mejores donde poder vivir.

 No puedo creerle, ¿ese es el lugar donde ansía tanto regresar?

 - Bueno, no entender mucho, pero acepto, ¿y  si no poder nunca llegar a planeta?

 - Trataré por todos los medios de conseguirlo, seguramente todos a los que en su día quise, mi familia y amigos se han muerto, ya que el tiempo pasa muy diferente cuando se viaja por el espacio, pero puede que logre llegar a un lugar intermedio en el tiempo, buscar otro agujero negro como el que nos llevó aquí y llegar a otra época donde el ser humano no halla degenerado tanto.

 Salimos del agua y entonces veo que el Zárokaa se queda pensativo mirando la isla y mirándome a mí.

 - ¿Sabes que? noto que ya no soy el mismo que era antes,  he cambiado radicalmente mi forma de ver la vida,  todo este tiempo solo me ha hecho pensar... y bueno, también le he cogido mucho cariño a mi pequeña prisionera de ojos de gata, durante el invierno me imaginaba si estarías bien o si estarías muerta. Sé que debo irme, pero por otro lado me apena dejarte aquí sola. Te quiero Rynde... te llamas así, ¿verdad?

 Yo asiento notando una cosa en el corazón que me llena de alegría.

 - ¿Me  acompañarás en mi viaje? si me dices que no lo entenderé, no quisiera obligarte, ya que los terrestres le hemos hecho mucho daño a tu gente. El viaje puede ser peligroso, ya que no te aseguro que logre mi objetivo, pero por lo menos estaremos juntos.- le beso tiernamente en los labios.

 - Vendré con Yareth, no miedo si estar a tu lado.- éste emite un grito de júbilo y me levanta por los aires.

 - Gracias a ti me he vuelto mejor persona, lucharé si es necesario y mataré a quien se atreva a hacerte daño.

 Preparamos las cosas para partir y entonces me percato de "Rurg", el cual se ha quedado tranquilamente estirado royendo un hueso como si nada. Yo lo señalo interrogante y Yareth le acaricia la cabezota mientras luego entra en la nave.

 - No puede venir, en mi época ni en ninguna otra hay sitio para él, pertenece a éste lugar, ya es lo suficientemente adulto para sobrevivir solo y encontrar una compañera.

 Éste no intenta seguirnos, solamente nos acompaña con la mirada cuando cerramos las puertas de la nave.

- - - -

   Miro por los grandes ventanales de la nave, la isla se aleja rápidamente convirtiéndose en una motita rodeada del ancho mar y por fin subimos más y más perdiéndolo todo de vista, tapado por las nubes.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.