Prisionera

Prisionera

Después de haberme levantado muy temprano en la madrugada y observar desde mi ventana como el cielo estrellado daba paso paulatinamente al colorido crepúsculo matutino. Luego de unos minutos me levanté de la cama con el propósito de preparar la merienda y alistar el uniforme de mis dos hijos para posteriormente levantarlos y llevarlos a la escuela.

Debo expresar que Raúl y Katerina siempre dan una guerra a cuartel para levantarse temprano e ir al colegio; y ya en pie con los ojos apenas abiertos y el semblante adormecido, toman su desayuno de a poco crispando mis nervios ante un estricto horario al cual debemos ajustarnos.

Sin embargo, debo confesar que a las 5:30 am es mi momento especial pues me dedico 10 minutos mientras todos aún duermen y mi única compañía es el cielo en plena metamorfosis. En ese mi momento especial el futuro del nuevo día lleno de obligaciones y quehaceres aún se ve lejano y puedo seguir soñando despierta por un breve momento.

Con mis ojos cansados y cobijada bajo los colores del comienzo de la aurora lo primero que hago es leer en mi móvil algún hermoso poema que o bien me llama a la reflexión o bien me alegra el día. Pero mi esposo y yo siempre en algún momento de media mañana al menos dos veces por semana después de llevar a los niños a clase, salimos a entrenar: bien pedaleando en bicicleta, trotando o haciendo senderismo en el cerro El Ávila. El ejercicio tiene la capacidad de regalarme los momentos más felices de mi vida, en esos breves instantes mágicos me siento llena de vitalidad conectándome a un nivel superior con Dios, con mis seres queridos de este plano y aquellos seres amados que ya han dejado este mundo.

Esta mañana fiel a nuestra rutina semanal salí a trotar con mi siempre fiel compañero y esposo Juan José. Decidimos entrenar en el parque El Libertador después de dejar a los niños en clases y luego de trabajar arduamente por espacio de dos horas en la oficina. Al llegar, me bajo del carro ya estacionado en el parqueadero y admiroel cielo azul luminoso surcado por preciosas guacamayas azules, que recrean todo un espectáculo visual de altura que invita a ejercitarse.

El cerro El Ávila con sus diversos picos muestra su esplendor verde esmeralda, razón por la cual enamorada de tal estampa y sintiendo en mi piel la agradable tibieza del sol, hicieron que aflorará de mis labios una amplia sonrisa proveniente de las profundidades de mi corazón en señal de aprobación. Le digo a Juan José llena de emoción:

— ¡Mi amor, el día está precioso, las guacamayas lucen primorosas y El Ávila se ve más bello que nunca!..., vámonos a trotar de una vez. Aprovechemos este hermoso día, además, en hora y media tenemos que buscar a los niñitos —, él mirándome a los ojos en señal de aprobación me contestó con semblante alegre:

—Así es, vamos a empezar a trotar de una vez.

Se colocó sus lentes de sol, unos cuyos cristales lucen como espejos iridiscentes que por lo mismo esconden su mirada curiosa y expresiva. ¡Ah, caramba!… ,esos lentes me recordaron a unos similares que tuvo cuando éramos jóvenes y sin hijos y teníamos la oportunidad de entrenar a placer después del trabajo, sin tener que correr a ningún sitio a buscarlos desesperados sorteando el tráfico caraqueño.

No puedo negar que aunque amo a mis bellos hijos extraño esa libertad de hacer y deshacer en ese mundo adulto sin niños donde los hijos son meras ilusiones de una mente sin experiencia.

Mientras troto y ante la necesidad de cumplir una agenda apretada de la boca de Juan José comienzan a fluir infinidad de palabras que hábilmente conforman oraciones llenas de contenido elocuente que expresan: los deberes hogareños, ocupaciones familiares y laborales que debemos atender inexcusablemente. No puedo negar que ante la angustia de lograr cumplir con todo lo expresado, por un instante me voy de este mundo al mío propio: un mundo con un cielo, unas emociones y un tiempo ajeno a este y sin embargo tan sumergido en el mundo al que pertenezco, mundo “real” del cual aún no he descubierto cómo escapar de forma limpia sin dejar daños colaterales; esto lo expresó libremente pues a veces fantaseo con la idea de mi inexistencia y le digo a Dios desde mi corazón hasta el cansancio: ¿con que fin me creaste, Dios amado? y ¿por qué a veces la vida se torna tan dura?...

El sol golpea mi rostro generando una sensación de calor agradable mientras trotó sin cesar… , gracias a Dios Juan José guarda silencio después de un largo monólogo al cual yo en el momento asentí algo distraída enfocando mis ojos en los suyos; reflexiono acerca de aquellos ojos que apenas logro ver a través de aquellos cristales que reflejan coloridos la luz solar y ocultan adrede sus emociones secretas.

Honestamente debo confesar que por momentos siento que mi alma está a kilómetros de distancia de la suya…. La verdad y pensando por un instante en la sustancia de su verbo, no puedo negar que yo sé muy bien cuales son mis deberes y obligaciones, deberes y obligaciones que muchas veces llegaron a mi vida de manera pausada, tocando a mi puerta con una dulzura encantadora llena de promesas candorosas, en fin envueltas bajo la magia del amor…

Ahora, a mis cuarenta años comprendo, que en verdad cuando fui joven fui seducida por ese deseo ferviente que flotaba en el ambiente que me invitaba a vivir la vida de modo frenético de acuerdo a los cánones sociales impuestos quien sabe por quién y seguidos por casi todos…

Mientras continuó trotando mi mente se dedica a escudriñar en el mar de mis recuerdos y una idea se perfila en esas aguas llenas de imágenes y palabras muchas veces inconexas: esa idea es que yo misma soy una prisionera de esta vida, una prisionera que habita entre los barrotes de una celda creada primero por este cuerpo mortal y enmarcada dentro de una sociedad que desde la más tierna infancia te sumerge en el mundo de sus formas expresivas y comunicativas, además una sociedad llena de estigmas y juicios de valor a veces incomprensibles donde el dinero, el sexo y los bienes materiales han sido sobredimensionados.



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En el texto hay: libertad, renacer, duda existencia

Editado: 15.02.2025

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