Prisionera De Su Obsesión

Cuando Caen los Ídolos

La traición no llegó con un disparo. Llegó con una puerta que se abrió demasiado fácil.

El enemigo estaba dentro

El traslado se hizo de madrugada. Tres vehículos. Rutas separadas. Comunicaciones encriptadas. Nada al azar.
Julián había aprendido a desconfiar incluso del silencio. Laura iba en el segundo auto con los trillizos. Elian no soltaba su computadora. Elías y Leo viajaban juntos, tomados de la mano, como si el contacto fuera un ancla contra la realidad.

—Cinco minutos —dijo Julián por el intercomunicador— En cuanto lleguemos, nadie sale del perímetro.

El complejo seguro apareció entre árboles y muros de hormigón. Guardias privados. Cámaras. Un refugio pensado para resistir una guerra. Y aun así…

La reja se abrió sin pedir códigos..Julián sintió el frío subirle por la espalda.

—Detengan los vehículos —ordenó— Ahora.

Demasiado tarde. Las luces se apagaron de golpe. Un pulso eléctrico recorrió el lugar. Los gritos comenzaron casi de inmediato.

—¡Julián! —la voz de Laura estalló en el auricular— ¡Nos están rodeando!

El ataque

Hombres armados emergieron desde zonas que no figuraban en ningún plano. Movimientos precisos. Militares. No improvisados.

—No disparen a matar —ordenó una voz amplificada— Queremos a los niños.

Elías gritó. Leo quedó paralizado. Elian apretó los dientes.

—Esto no es Alexander —dijo— Él no trabaja así.

Julián avanzó entre las sombras, neutralizando a uno, luego a otro. Pero eran demasiados. Y sabían exactamente a dónde ir.

—¡Laura, salí por el ala oeste! —gritó— ¡Ahora!

Un estruendo..Una explosión controlada. El muro oeste cayó. Laura empujó a los chicos hacia la salida alternativa. Elian cubría con un arma que apenas sabía usar, pero su determinación compensaba la técnica.

—¡Leo, conmigo! —gritó Elías.

Pero Leo no se movió..Sus ojos estaban fijos en una figura que avanzaba entre el humo. Alexander Montblanc.

El rostro que se rompe

Alexander caminaba sin protección, como si el caos no pudiera tocarlo. Tenía el traje desalineado, el rostro demacrado, los ojos encendidos por algo más peligroso que el odio: la pérdida de control.

—Ahí estás —dijo, con una sonrisa torcida— Sabía que vendrías.

—Alejate de ellos —rugió Julián, apuntándole.

Alexander se rió.

—¿Ves esto? —se señaló la cabeza— Todo esto empezó a romperse el día que sobrevivieron —Miró a Laura— Vos eras mía.
—Miró a los niños—.Ellos eran míos.—Volvió a Julián— Y vos… vos me quitaste el único lenguaje que entendía: el dominio.

Su voz tembló.

—No iba a permitirlo.

Laura avanzó, temblando, pero firme.

—No sos un dios —dijo— Sos un hombre enfermo.

Alexander la miró como si no la reconociera.

—Yo les di todo.

—Nos quitaste todo —respondió ella— Y eso no se perdona.

Alexander gritó. Un grito desgarrado, infantil, lleno de furia.

—¡CALLATE!

Disparó. La bala no iba dirigida a Laura..Iba a Leo.

La traición se revela

El disparo no alcanzó al niño. Un cuerpo se interpuso. Elian cayó al suelo, gimiendo.

—¡ELIAN! —gritó Laura.

El caos se detuvo por un segundo eterno. Julián descargó el arma contra Alexander, no para matarlo, sino para derribarlo. Lo desarmó, lo redujo, lo golpeó hasta dejarlo sangrando en el suelo.

—Esto se terminó —escupió— Vas a vivir y vas a responder por todo.

Sirenas. Patrullas. Luces azules y rojas inundaron el complejo. Pero algo no encajaba.

—Julián —murmuró Elian desde el suelo— Mirá… los uniformes…

Julián levantó la vista. No eran fuerzas oficiales. Eran privadas..Pagadas.

—Retírense —ordenó una voz desde un altavoz— El objetivo fue neutralizado.

Alexander sonrió desde el piso, con sangre en los labios.

—Te dije que no estaba solo.

Un hombre se acercó desde las sombras. Traje caro. Insignia judicial.

—Señor Montblanc —dijo— El tribunal suspende toda acción hasta nuevo aviso.

Laura lo reconoció.

—Vos —susurró— Estabas en la audiencia.

El fiscal adjunto. Elian sonrió con dificultad.

—La filtración… eras vos…

El hombre asintió.

—Alexander financió mi carrera. No iba a dejar que cayera solo.

Julián apretó los puños.

—Entonces caen los dos.

El veredicto que nadie esperaba

Horas después, el país entero observaba la transmisión..El tribunal retomaba la sesión. Alexander, esposado, con el rostro irreconocible, escuchaba el veredicto.

CULPABLE.

Tráfico de menores. Abuso institucional.
Privación ilegítima de la libertad..Asociación ilícita. Pero antes de que la jueza terminara. El fiscal adjunto se levantó.

—Solicito la nulidad del proceso por contaminación de pruebas.

La sala estalló. Laura sintió que el mundo se le caía encima.

—No —susurró— No otra vez…

La jueza golpeó el martillo.

—Orden en la sala.

Silencio.

—La nulidad es rechazada.—Miró al fiscal— Y usted queda detenido por encubrimiento y obstrucción de la justicia.

El hombre palideció. Alexander gritó.

—¡NO! ¡NO PUEDEN HACER ESTO!

La jueza no lo miró.

—Señor Montblanc este tribunal no lo juzga solo por lo que hizo, sino por todo lo que creyó que podía seguir haciendo.

Cadena perpetua. Sin beneficios.

La herida que no cierra

Elian sobrevivió. La bala había rozado órganos vitales, pero no los destruyó. Leo no habló durante días. Hasta que una noche, en la habitación del hospital, se acercó a la cama de su hermano y apoyó la frente contra la suya.

—Elegí quedarme —susurró— Con vos. Con todos.

Elian sonrió débilmente.

—Eso… es ganar.

Laura los abrazó a los tres. Julián los cubrió a todos..La familia estaba viva. Pero algo había cambiado para siempre. En una celda de máxima seguridad, Alexander Montblanc observaba la pared con los ojos vacíos. Un guardia se acercó.




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