Prisionera De Su Obsesión

Final — Donde el Amor Gana

La casa estaba llena de luz. No era una luz deslumbrante ni artificial, sino esa claridad suave que entra por las ventanas al amanecer y se queda suspendida en el aire, como una promesa cumplida. Afuera, el jardín florecía sin esfuerzo, y el canto de los pájaros se mezclaba con risas infantiles.

Laura estaba sentada en la galería, con una mano apoyada sobre su vientre.. El movimiento era leve, casi imperceptible pero real..Sonrió..Había pasado mucho tiempo desde la última vez que se había permitido sonreír sin miedo.

—Mamá —dijo Leo, acercándose con cuidado— ¿Otra vez se movieron?

Laura asintió.

—Sí, creo que están discutiendo entre ellos.

Leo rió bajito y apoyó la cabeza contra su regazo. Elías apareció detrás con una pelota bajo el brazo, y Elian los observó desde la puerta, con esa calma nueva que solo llega cuando el pasado deja de doler.

—Van a ser dos —dijo Elías— Dos más como nosotros.

—No como ustedes —corrigió Laura con dulzura— Van a ser ellos mismos. Y eso es lo mejor.

Elian se acercó y apoyó una mano sobre el vientre de su madre.

—Van a llegar a un mundo distinto —dijo— A un lugar donde ya no hay jaulas.

Laura cerró los ojos..Eso era verdad.

Un padre elegido

Julián salió de la casa con dos tazas de té caliente. Se acercó a Laura y le entregó una, besándole la sien con naturalidad, sin urgencia, sin miedo a perderla. Ese gesto simple, cotidiano, había sido durante años un sueño imposible.

—¿Cómo estás? —preguntó.

—En paz —respondió ella— De verdad.

Julián sonrió. Observó a los trillizos. No los miraba como quien cuida niños. Los miraba como quien ama. Leo, que había tenido miedo de tocar el mundo, ahora corría descalzo. Elías, que había aprendido a sobrevivir en silencio, ahora hablaba sin temor. Elian, que había cargado culpas que no le correspondían, ahora podía ser solo un chico inteligente, sensible y libre.

Julián no los había engendrado. Pero los había elegido. Y eso los hacía suyos.

—Vengan —dijo— Hoy prometí enseñarles algo importante.

—¿Qué cosa? —preguntó Leo.

Julián sonrió.

—A armar una mesa grande. Porque pronto vamos a necesitar más espacio.

Los trillizos se miraron, emocionados.

—¿Para los bebés? —preguntó Elías.

—Para la familia —corrigió Julián— Para todos.

El pasado, finalmente atrás

Alexander Montblanc ya no era una sombra.

Era un nombre archivado. Un expediente cerrado. Una celda que no tenía ventanas al futuro. Nunca volvió a acercarse..Nunca pudo. La justicia, lenta pero firme, había hecho su trabajo. Y la vida había hecho el resto. Laura ya no soñaba con pasillos oscuros ni despertaba sobresaltada. Julián ya no dormía con el cuerpo tenso. Los niños ya no miraban puertas cerradas como amenazas. El miedo había perdido su poder.

No porque se lo hubiera olvidado,
sino porque ya no mandaba.

Una familia completa

Esa noche, cenaron juntos bajo las luces del jardín. Cinco platos. Cinco risas. Cinco corazones que habían aprendido a latir al mismo ritmo..Laura observó la escena con lágrimas silenciosas. Julián la miró y supo, sin necesidad de palabras, qué estaba pensando.

—Lo logramos —dijo ella en voz baja.

—No —respondió él— Elegimos.

Ella apoyó la cabeza en su hombro.

—Gracias por amarlos como si fueran tuyos.

Julián besó su frente.

—Porque lo son.

Laura tomó su mano y la llevó hasta su vientre.

—Y estos también.

Julián cerró los ojos. Por primera vez en su vida, no sintió que debía proteger algo del mundo sino construirlo.

El futuro

Más tarde, cuando los chicos dormían, Laura y Julián se quedaron sentados en silencio.

—¿Tenés miedo? —preguntó ella.

Julián negó lentamente.

—Tengo esperanza.

Laura sonrió.

—Yo también.

Dentro de ella, dos nuevas vidas se movieron suavemente. No venían a reparar el pasado. Venían a habitar un presente sano. Y así, sin estruendos ni promesas grandilocuentes, la historia terminó donde siempre debió empezar:

En una casa llena de luz. Con una mujer libre..Un hombre que eligió amar. Tres niños que sobrevivieron. Y dos más que llegarían a un mundo donde el amor, finalmente, había ganado.

FIN




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