Se levantó de un brinco apenas sonó el despertador, la primera imagen en su cabeza fue el rostro de Esperanza y aquel beso que se dio. Un beso que duró varios minutos y se sintió como un momento único. Algo que sucede cuando hay magia entre las personas que se lo dan.
Después de ese beso se miraron a los ojos y se hicieron la promesa que eso sería para siempre.
Ulises se levantó con cumplirlo y dar el siguiente paso lo antes posible. Se cambió volando, se arregló y salió de la habitación con la única intención de que el reloj avanzara lo más rápido posible en el día para en la noche poderla ver nuevamente.
Bajó al enorme comedor en el cual se reunían el y su madre para desayunar a las 8:00 am Todos los días.
Al llegar su madre ya estaba a punto de sentarse y como un niño pequeño salió corriendo hacia ella dándole un beso en la mejilla contagiando su emoción.
—Buenos días hijo, me da gusto ver que estés tan de buen humor.—Dijo después de recibir el halago y ver a su hijo tan contento y arreglado.—Te has puesto más guapo de lo común, ¿Puedo saber el motivo?
—Si madre, el motivo es que al fin se te va hacer que me case.—Lo dijo con tanta emoción que su madre lo creyó apenas. Era un hecho que su hijo estaba muy distinto a lo que había conocido de él y sabía que no era una persona a la que le gustara decir bromas, por otra parte estaba la situación que su hijo días antes le dijo muy firme, él no se casaría e incluso se enojó con ella cuando se lo sugirió.
—Entonces al fin te convenció tu novia, me siento muy bien por ustedes dos hijo. Espero que no me estés bromeando con eso.
—No mamá, no es broma.—Se sentó en la silla para desayunar.—En cuanto la vi supe en ese momento que quería fuera de mi esposa, la mujer con la que deseo compartir mi vida entera. Es tan perfecto, lo tiene todo mamá.
—Nunca te había escuchado hablar así de tu novia, ¿Pues que pasó? —La intriga de una madre ante la felicidad de su hijo y el quién la provoca es mucha y más cuando conocen a sus hijos y saben lo especial que son.
— ¿Qué pasó? Me enamoré madre y creo que te estás confundiendo, aunque ella ahora es mi novia.
—¿Cómo dices?—Preguntó con un tono de molestia y preocupación. —Me estás queriendo decir que has dejado a tu novia en estos días y que conociste a otra con la que te piensas casar? Eso es muy extraño considerando que el matrimonio era algo muy indiferente para ti.
—Era mamá, tú lo has dicho. Eso quedó en el pasado.—Estela, la mujer que les ayudaba con la limpieza y los quehaceres llevaron el desayuno para ambos, interrumpiendo un poco la conversación.
—Buenos días señora, buenos días joven.—Estela era una señora de 44 años, de complexión delgada, cabello color café muy corto. Vestía un mandil de color rosa decorado con flores. Debajo un pans de color gris y una playera del mismo color. Era una señora que había trabajado ahi desde tres años antes. Se había ganado la confianza y también el cariño de la familia. Además de esas actividades era la encargada de más de 15 empleados que trabajaban en la mansión. Ella solo se encargaba de cocinar no porque fuera su trabajo o responsabilidad sino que ella disfrutaba hacerlo, era su manera de sentir útil y no aburrirse de solo organizar y mandar.
—Muchas gracias Estela.—Dijo la señora de la casa con mucha amabilidad pero con ganas de seguir conversando con su hijo así que lo hizo muy a prisa.
—Estela querida muchas gracias.—Ulises se tomó con calma la situación incomodando más a su madre.—A ti también te tengo que compartir que me voy a casar. ¡Si Estela, me voy a casar!
—En hora buena joven Ulises, su novia es la más afortunada.—Dudó un poco en abrazarlo o solo decirle la felicitación verbalmente pero Ulises se encargó de disolver esa duda al levantarse y el inciar el abrazo por su cuenta.—Que Dios le de muchas bendiciones.
—Muchas gracias Estela ya te la presentaré para que la conozcas y ve apartando la fecha para la boda que tienes que estar ahí.
Estela también estuvo desconcertada pensando que se trataba de su novia actual pero con ese comentario vió la realidad. Ulises había terminado con la novia de años para comprometerse con otra.
Su madre no parecía estar muy contenta con esa cuestión y antes de hablar con la que se había convertido en su ex tenía que saber quién era la otra mujer.
—¿Y quién es ella?—Preguntó interrumpiendo el festejo que Ulises tenía aún abrazando a Estela.
—No es de aquí mamá, seguro no la vas a conocer, mejor espérate a que te la presente.—Se sentó nuevamente y comenzó a desayunar con mucho apetito. La fruta la devoraba prácticamente.
—Pero me puedes decir algo de ella. ¿No?—Seguía intentado recaudar datos sin despegar un solo momento la mirada de su hijo, era como si quisiera leer su mente y saberlo todo de una vez.
—Es una mujer hermosa, dulce, tierna, uf la lista de sus cualidades es infinita.—Le brillaban los ojos cada que hablaba de ella, pintaba su rostro de manera verbal.—Tiene unos ojos muy grandes de color miel, su facciones son tan delgadas al igual que su nariz. Es afilada y muy pequeña, hace juego con su boca y esos labios carnosos brillantes. Su cabello es largo de color castaño y cuando lo suelta parece una diosa.
—Ya hijo, venga que he entendido que esa mujer es guapa. —Nuevamente interrumpió su madre quién era una mujer muy impaciente y demasiado imponente. Le gustaba imponer su voluntad.—Pero lo que yo quiero saber no me lo has dicho aún. ¿A qué se dedica?, ¿Cómo la conociste?, ¿De qué familia es? En fin, esos detalles.
—Pues sus apellidos me los dijo pero no los recuerdo, no te preocupes no es de ninguna familia de está zona.—Ulises hablaba tan noblemente de ella. Se le olvidaba que a su madre le importaba la familia, el dinero, las herencias y todo lo que pudiera respaldar que su familia siguiera siendo importante.