Ulises creía que no podía encontrar a la mejor mujer que Esperanza. La veía llena de virtudes, mismas que salían a relucir constantemente con sus atenciones, carisma, forma humilde y cariñosa. Además se habían acoplado muy bien en la cama, lugar donde salían a relucir ambas pasiones y formas de amar.
Esperanza por su parte no solo veía a un hombre dadivoso, veía en Ulises a un hombre cariñoso, detallista, protector e inteligente. Cada que hablaban era un tema interesante del cual aprender y eso le hacía vibrar.
El lugar también ayudaba mucho, era un establecimiento paradisíaco que le ofrecía de todo a sus visitantes. Buena comida, aire libre, atracciones interesantes como los lagos cristalinos. Un hotel con todas las comodidades posibles, atenciones prioritarias y muy amables, masajes, vapor, en fin, todo lo que se puede esperar para tener unas excelentes vacaciones.
Esperanza no se imaginaba lo que le estaba esperando al regresar, su encaprichada suegra le estaba tendiendo una trampa para hacerle quedar mal con su familia y con Ulises.
La noble Esperanza quien solo les daba respeto, eran tan noble que no se imaginaria tal desprecio y actitud por parte de la señora. Si Esperanza creía que su vida había cambiado, estaba por cambiar aún más pero ahora a un nivel negativo totalmente. Sin duda una mala fortuna en ese amor inesperado.
—Me la pasé muy bien mi amor.—Decia Esperanza mientras iban en el avión de regreso.—Te agradezco mucho todo eso.
—No tienes nada que agradecer, yo vivo para complacerte.—Ulises le respondió mientras la abrazaba y besaba.—Yo también estuve muy bien.
De pronto Ulises sacó su celular para ver quién le había escrito y los pendientes de trabajo. Estaba por regresar a su vida cotidiana y se tenía que ir acostumbrado a eso.
—¡Qué raro!—Exclamó al verlo.—Tengo muchas llamadas de mi mamá.
—Pasaría algo?—Esperanza mantuvo la distancia para no invadir la privacidad.
—Tal vez si, nunca me hace tantas llamadas.—Dijo con un tono de preocupación.
—Te dejó algún mensaje?—Seguía interesada en el tema.
—Sí, hay varios de hecho. Pero solo dicen que le urge comunicarse conmigo.—Bloqueó el celular nuevamente.—En cuanto lleguemos al aeropuerto le llamaré para averiguar lo que pasó.
Ulises le dio una sonrisa a Esperanza y esta le tomó de la mano, tal vez algo malo había pasado y ella estaría ahí para apoyarlo.
El trayecto no fue muy largo pero la espera lo hizo sentir así. Trataron de concentrarse en sus plásticas pero Ulises tenía la cabeza en otro lado. No era su culpa, simplemente eso ocurre cuando nos preocupamos.
Llegaron al aeropuerto y bajaron para esperar sus cosas. Esperanza sintió la necesidad de ir al baño y se ausentó un momento mientras Ulises llamaba a su madre.
—Hola mamá, ¿qué sucede?—Dijo en cuanto le respondió.
—¿Por qué no respondes? Estaba muy preocupada.—Utilizó ese tono que solo las madres tienen para hacer ese tipo de reclamos.
—Salí de viaje pero ya estoy en la ciudad.—Trató de calmarla con su tono.—¿Está todo bien?
—Espero que no te hayas ido con esa tipa a la que le dices novia.—Ella seguía hablando muy molesta.
—Se llama Esperanza y no es mi novia, es mi prometida.—Se comezó a molestar.—Y si, estoy con ella. ¿Qué sucede?
—Pues que me acabo de dar cuenta que es una ladrona.—Fue muy despectiva al decirlo.—Así que mejor aléjate lo antes posible de ella.
—Mamá cálmate, estás haciendo unas acusaciones muy severas. ¿Tienes pruebas?
—¿Cómo te atreves a pedirme pruebas?—Se indignó ante la indiferencia de su hijo.—Se perfectamente las joyas que tengo en casa. Nunca habían desapercibido y ella es la única ajena que ha entrado.
—¿Enserio estuviste marcado todo el fin para eso?—Llegó al límite de la molestia.
—¿Te parece poca cosa avisarte con quién andas realmente?—Y ella también actuaba igual de molesta.
—Se me hace muy exagerado, seguro es un mal entendido y tus joyas aparecerán.—Ulises estaba dispuesto a colgar, un poco más tranquilo por no ser una emergencia si no un berrinche de su madre quien no apoyaba su relación actual.
—En cuánto vengas, te voy a demostrar lo que averigüé de ella.—Dijo con tono muy serio.—Abrirás los ojos tarde o temprano.
La llamada finalizó y Ulises se quedó pensativo por aquella cuestión. ¿De verdad podría Esperanza estarlo utilizando? Era un hombre muy cauteloso y también inteligente. Sería muy difícil dejarse llevar por el sentimiento si la lógica le contradecía.
Su amada no tardó en regresar del baño. Al verla caminar hacia él no quiso pensar en una forma negativa. Era mejor creer que lo suyo era real y que estaba fluyendo de una buena manera para ambos.
—¿Pudiste llamar a tu casa?—Preguntó Erendira muy tranquila.
—Si, todo bien.—Le respondió él aún pensativo.—Solo estaba preocupada porque me desaparecí y dejé unos pendientes.
—Me alegro mucho mi amor. Aunque no está bien que seas así de descuidado.—Dijo con una pequeña sonrisa.
—Si amor, tendré más cuidado.
Ulises seguía desconsertado y todo el camino se la pasó analizando si su madre sería capaz de inventar algo así o si Esperanza había sido capaz de robarle a su familia. Ese dilema lo acompañó todo el rato. Estaba tan ilusionado con ella que no deseaba que algo se interpusiera en su camino.
La tarde terminó con ellos dos despidiéndose. Él la dejó en su casa casi al anochecer. Se dieron un beso y ella lo invitó a pasar pero no aceptó. Sabía que tenía que ir a su casa para solucionar el problema que estaba en casa y que seguro su madre se había encargado de exagerar ante su padre. Sería una noche larga para todos los integrantes de la familia Benz.