Prisionera del amor

Capitulo 15

La tensión en la mansión Benz había subido a un nivel alto. Principalmente por Ulises quien al ver todo eso se rompió y se sentó en el sofá de la sala.

Esperanza se quedó estática, no podía creer lo que estaba pasando. Deseaba salir corriendo de ahí pero eso la delataria aún más así que se quedó parada esperando que algo se pudiera resolver.

El señor Benz también quedó mudo y cayó sorprendido, se quedó parado en silencio mirando a su hijo y ver que haría después.

La señora quería ocultar su sonrisa, ya se sentía vencedora en aquel juego aunque también estaba en la cuerda floja, si descubrían que era una farsa, quedaría muy mal.

–Ulises, eso no es verdad. –Dijo Esperanza para romper el incómodo silencio. Se acercó un par de pasos hacia él pero se detuvo al escucharle.

–¿Cómo pudiste hacerme esto Esperanza? –Se levantó haciendo gestos molestos en todo momento. Giraba una y otra vez tratando de similar lo ocurrido.

–Te juro que nada es verdad.–Su voz estaba a punto de romperse en llanto pero lo resistió. –Yo no hice nada de eso.

–Entonces ¿Qué es lo que vi? –Seguía muy molesto golpeado objetos. –Seguramente una actuación o imágenes del pasado ¿no?

–Tampoco es nada de eso. Yo no conozco a esa persona.

Ulises cada vez más se dejaba influenciar por la voz de su amada, quizás si la señora no hubiera intervenido él hubiera creido e investigado pero la malvada Esther sabía esto y se anticipó.

–Deja de mentir Esperanza. –Interrumpió tajantemente. –Nosotros no somos tontos, es mejor para ti que te disculpes a que sigas finciendo. Se llama dignidad y es algo que debemos tener.

La joven acusada no se atrevió a responder a la que se rehusaba ser su suegra y la estaba acusando de robo.

–Aunque no lo quieras aceptar, tenemos las pruebas aquí mismo. –Continuó hablando la mamá de Ulises. –Si eso no es suficiente, tengo más pruebas y argumentos.

–¡Ya basta por favor! –Intervinó el padre de Ulises para calmar la situación.–Por favor Esperanza solo devuelve las joyas y terminamos con esto.

–Pero yo no las tengo. –Seguía firme en contar sobre su inocencia.

Ulises se levantó muy molesto y la miró a los ojos. Se quedó así por varios segundos hasta que dijo.

–Señora Elena, pida a uno de nuestros chóferes que lleve a la señorita Esperanza a su casa por favor. –La seguía mirando fijamente. –Tú y yo hemos terminado, por favor no me busques nuevamente.

Ella se quedó en silencio nuevamente. No trate de defenderse más. Ese golpe emocional que había provocado Ulises.

Entendió que lo mejor era irse de ahí y tratar de resolver eso después que se enfriaran las cosas. Además ya no tenía ganas de seguir.

La señora Elena hizo lo que le pidió su señor. Sin hacer preguntas tomó de la mano a Esperanza y se la llevó de ahí. Salieron de la casa mientras ella aún trataba de retener las lágrimas en sus ojos. Ni siquiera volteó para atrás, el choc la tenía en esas condiciones. Lo único que sabía es que tenía que ir a su casa y sentir el refugio que ese lugar le daría.

Al salir de la casa, la señora Esther continuó con el drama.

—¿Por qué la dejaste ir? Ella tiene que pagar por lo que hizo.—Lo hacía en forma de reclamos.

—¡Tú no debiste hacer esto!—Le respondió con un tono muy alto.—¡Primero debiste decírmelo a mi y no armar este alboroto!

—¡Y tú deberías agradecerme de haberlo hecho y no reclamarme!—Dijo ella también molesta.—¡Yo no hice nada más que abrir tus ojos!

El señor Benz intervino en la disputa para calmar a ambos. Apoyó la decisión de Ulises al dejarla ir, se comportó como un caballero en eso. También dió un mérito a su esposa por llevar toda esa escena a la realidad y descubrir lo que Esperanza estaba haciendo.

Algo que no podían negar es que a la señora nunca le agradó la joven y que había hecho todo lo posible por sacarla de la vida de su hijo. Ella lo hizo ver como que tenía un gran don y por eso no la quería, sabía lo que era. Los demás solo creyeron que estuvo atenta a un error para destruirla.

Lo que más dolía a Ulises fue que ella tuviera otra pareja. Se veía unido de por vida, se enamoró como nunca y le fallaron o al menos así parecía.

La señora Benz no iba terminar con eso ahí, tenía muchas cartas aún para jugar en contra de Esperanza, cuyo único delito había sido enamorarse de aquel hombre.

Ulises no pasó nada bien esa noche. Se fue con todo su dolor al bar de su casa, ahí bebió y lloró durante varias horas hasta que el alcohol hizo su efecto y lo durmió.

Se quedó tirado en un sofá aún húmedo por las lágrimas que había derramando el triste hombre.

Ese lugar fue testigo de como aquella hermosa historia de amor, una que se había basado en lo noble y lo bonito de la vida, se comenzó a romper con un pequeño golpe que alguien más dió. Esto generó una grieta y esta estaba a punto de hacerse más y más grande al grado de romperse a un infinito nivel. El amor sin duda había decidido apartarse de ahí creyendo que no era buena idea dejar felices a estos dos.

Solo quedó una mujer rota y triste, separada de un hombre decepcionado y solitario.

La noche no fue buena para ninguno de los dos, él se llenó de alcohol hasta que no resistió y se quedó dormido. Ella por su parte no durmió toda la noche, se quedó llorando en los brazos de su madre quien sentía su dolor pero también una gran impotencia por no poder salvar a su pequeña de ese dolor y de la maldad de las personas.

La vida estaba contando otra triste historia de las que es testigo, una que a partir de ese momento tendría un gran cambio.



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En el texto hay: #drama, #tragedia, #romace

Editado: 15.04.2025

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