Prisionera del amor

Capitulo 16

Esperanza se sintió vacía, pasaron tres días en los que no se levantaba por la humillación vivida y por lo que sentía.

Su madre le había aconsejado que dejara enfriar las cosas para después aclarar todo. Aunque a su forma de ver la situación no ameritaba que lo volviera a buscar.

Le pidió alejarse de él y del tipo de vida que llevaba a su lado.

"Es un sueño del cual ya debes depertar" Le dijo argumentando que ella no se esperaba que Ulises le diera la espalda ni que su madre fuera capaz de tanto por alejarlos. No la culpó del todo pues entiende que siempre se quiere lo mejor para los hijos. Y no porque Esperanza fuera mala persona si no que la señora buscaba a alguien de su círculo para él.

La joven enamorada se rehusaba diciendo que ella no tendría por qué decidir, Ulises ya era un adulto y debía respetar sus decisiones.

"Hay veces que nosotros como padres tratamos de controlar la vida de nuestros hijos como nos parece mejor" Le respondió nuevamente con una frase la cual Esperanza no pudo debatir.

También sintió feo pues en tres días él no la había buscado y eso le daba a entender muchas cosas.

Se deprimió y esto era normal pero no encontraba el ánimo para levantarse. Se había enlazado tanto con él que no podía superar su ausencia.

Durante esos días se cuestionó si ir o no pero al final se decidió por no hacerlo. Un error que lamentaria pues perdió la única oportunidad que tendría.

Ulises esperaba que ella lo buscara, su orgullo no le permitía ir el mismo pues sentía que la falta había sido hacia él. La decisión de Esperanza le había confirmado que era culpable, pues no sé esforzó en seguir demostrando su inocencia. Para él estaba quedando en evidencia eso y tuvo que vivir su duelo en ese lapso de tiempo. Solo que él era más fuerte y decidió levantarse para seguir con su vida.

Se llenó de una terapia mental la cual le hizo valorarse y entender que muchas mujeres deseaban estar con él. Así que solo se dedicaría a jugar con ellas ya disfrutar de su vida. Esta lección le había dejado en claro que ese camino necesitaba seguirlo.

No perdió tiempo en hacerlo, desde el tercer día comenzó a salir con más mujeres a quienes solo utilizaba. Era la forma de vivir su dolor pero poco a poco comenzó a descubrir el placer en eso. Cerró sus sentimientos en una caja muy resistente en su corazón, misma que no planeaba abrir.

Cuando salió el sol del cuarto día de aquel vergonzoso suceso. Esperanza ya se estaba resignando. Se veía más calmada y dispuesta a superar todo. Pero algo interrumpió su cometido.

—Buenos días, buscamos a la señorita Esperanza.—Le dijeron después que abrió la puerta de su casa al escuchar que llamaban.—¿Se encuentra en casa?

La policía estaba ahí, lo que la puso más nerviosa nuevamente.

—Si soy yo. Dígame.—Respondió por compromiso deseando que el motivo fuera algo diferente al que se asustaba, pero no fue así.

—Nos tiene que acompañar. Hay una demanda en su contra.

Había cuatro hombres ahí, tres de ellos con uniforme de policía mientras que uno más, vestido de traje. Todos con la misma intención.

—Pero ¿por qué?—Dijo con voz temblorosa mientras el oficial la invitaba a salir con su mano.—Yo no hice nada malo.

Su madre salió de la cocina al escuchar ese alboroto. Había contemplado que eso podía pasar pero deseaba que no.

—¿Qué pasa?—Preguntó al llegar ahí.—¿Qué tienen contra mi hija?

—Señora su hija tiene una demanda por robo.—Le dijo el oficial que la invitaba salir.—El abogado aquí presente les podrá explicar mejor. Le recomiendo que coopere.

La madre de Esperanza dió el grito en el cielo pues no podía creer lo que pasaba. Solicitó piedad pero no la recibió. El abogado quien las veía despotamente, dió la indicación de sacarla de la casa.

Los policías hicieron caso y esta vez la forzaron jalandola del brazo.

Su madre reaccionó rápido y le dijo.

—Ve hija, todo saldrá bien.—Se metió a su casa por un suéter y su bolsa para poder salir.—Le llamaré a tu tío, el nos podrá ayudar.

Esperanza se soltó en lágrimas, los vecinos la miraban muy confundidos por lo que pasaba. No sabían que Esperanza tuviera problemas legales así que llamó mucho su atención.

Algunos se acercaron para tratar de ayudar a su madre, mientras que otros lo hicieron solo para mirar el chisme.

La joven fue subida a la patrulla y su madre buscaba desesperada un taxi para trasladarse al ministerio público. Mientras lo hacía, llamó a su hermano quien era abogado y quizá podía ayudar.

En el trayecto quería llamarle por fin a Ulises y decirle lo que estaba pasando, pero cuando tomó su celular la policía se lo quitó así como todas sus cosas argumentando que era el protocolo.

Esperanza no tuvo más opción que ir a donde la llevaba y ahí esperar que su madre pudiera encontrar una solución.

Aunque Ulises no sabía nada de esto, no estaba segura si la apoyaría. Él había decidido olvidar el asunto y darle vuelta a la página. Incluso se ofreció a pagar las joyas robadas a su madre. Dijo que era su culpa por llevar a esa persona y meterla con confianza ahí. Actuó como un caballero aunque no dejaban de dolerle lo ocurrido.

Pero había alguien que no había decidido olvidar, la señora Esther quien fue más allá de lo permitido y siguió con el plan para meterla a la cárcel. Lo hizo a espaldas de su esposo y de su hijo. Sabía que tarde o temprano se iban a enterar pero confiaba que en ese momento ya estuviera todo resuelto.

Una persona que consumida por el poder decidió arruinar la vida de otra quien solo se había enamorado de su hijo.

Estando en esa posición fue fácil detener a quien sintió como enemiga y que amenazaba el futuro de su familia. Un capricho con sabor a venganza y un placer con sabor a triunfo. Lo estaba disfrutando desde las sombras.



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En el texto hay: #drama, #tragedia, #romace

Editado: 15.04.2025

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