Prisionera del amor

Capitulo 17

La joven Esperanza no tuvo oportunidad alguna. Desde que llegó al ministerio público fue anexada evadiendo incluso sus derechos. Se anticipó que sería trasladada a un reclusorio haciéndola culpable.

Su madre llegó junto a su tío pero ninguno pudo hacer nada. Él no era tan influyente como pensaba y aún tratando de hacer todo lo posible con la ley, no pudo evitar el cruel destino de su sobrina.

Únicamente pudo alegar por un juicio estable en el cual tendría una oportunidad para hacer algo pero no tenía mucha fe, sabía que se estaban metiendo con personas peligrosas las cuales tenían el poder total.

Su madre lloró desesperada y juró que haría todo lo posible por sacarla de ahí. Ni siquiera le permitieron verla, fue una crueldad mayor.

El trastalado de Esperanza fue muy rápido. La tuvieron que sacar de ahí por órdenes del abogado de la familia Benz, todo esto para ir desapareciendo rastro de la mujer que habían arrestado, un procedimiento limpio.

A nadie avisaron de este traslado, la mamá de la acusada seguía yendo ahí con la ilusión de verla o saber algo de ella, pero todo fue en vano.

El traslado ocurrió a uno de los estados menos poblados del país, esto fue en contra de toda ley y derechos pero estaba ocurriendo.

En el trayecto Esperanza de cansó de llorar y comenzó a ver todo con otros ojos, se había llenado de coraje pensando que todo eso lo había permitido Ulises. Ella había sido inocente de todo lo que le acusaban y el amor que comenzó a fluir como coraje.

El plan de la señora estaba avanzando como lo planeó, no deseaba que nadie supiera de eso y si a Ulises le daba por buscar a su amada, se encontraría con una versión que argumentaba que simplemente ella huyó con lo robado. El abogado tenía órdenes de no decir lo que habían hecho.

La tarde llegó así como Esperanza al reclusorio que se le había asignado, era uno de no mucha seguridad y tampoco tan estricto, pero tenía la característica que funcionaba; lejos y olvidado.

Ella trató de preguntar por su causa pero nadie le respondió, solo le decían que después del juicio vendrían todos esos datos pero ni siquiera había fecha para tal suceso.

—Buenas tardes a todas.—La encargada del reclusorio saludaba a las tres nuevas que llegaban, entre ellas estaba Esperanza.—Saben perfectamente porque están aquí. Algunas por rateras, por asesinas y por ser un cargo extra para la sociedad.

—Yo soy inocente, no hice nada de eso.—Interrumpió Esperanza intentando que alguien le ayudara con su caso.

—Ya oyeron señores.—Dijo la encargada con burla en sus palabras.—Otra que llega aquí diciendo lo mismo. Esas son las más especiales.

—Pues entonces es injusto que encierren a las personas inocentes aquí.—Estaba muy alterada ya. El trayecto y todo lo vivido le habían perjudicado y estaba sacando todo eso con la persona incorrecta.—Deberian investigar primero antes de traernos aquí.

—Alguien aquí debe aprender las reglas.—La burla terminó y la miró de una manera muy retadora.—El sarcasmo no es lo tuyo, casi todas llegan aquí diciendo que son inocentes.

—Pues tal vez lo son. ¿Por qué no creerles?

La guardia se acercó y le dió una cachetada en seco.

Esta escena ocurría en el patio frontal de aquella prisión. Ahí donde todas las recién llegadas eran recibidas por el personal quien de inmediato trataba de exponerse como los líderes que eran. Una prisión a la que estaban designadas las mujeres que nadie ayudaba y que estarían ahí para pagar sus crímenes.

La prisión no era muy grande, se componía de tres patios que rodeaban el edificio central donde las reas se la pasaban.

El primer patio era el de recepción y estaba ahí únicamente como conexión para la calle, justo donde entraban y salían todos, pero que las reas rara vez volvían a pisar. El segundo era el más amplio pues ahí eran liberadas para cumplir sus funciones o simplemente para que se distrajeran.

El tercer patio era el de los castigos y donde el personal de seguridad hacia sus entrenamientos. Todo esto era importante saberlo pues nadie quisiera romper las reglas y ser acreedoras a un castigo.

—¿Usted viene a cuestionarnos o a cumplir una condena?—Se quedó muy cerca de ella viendola directamente a los ojos.—Tienes que aprender muchos modales aquí. Pero no te preocupes, estarás tanto tiempo aquí que lo aprenderás.

Esperanza no resistió más y guardó silencio para soltarse en llanto nuevamente. Trató de ser lo más discreta que pudo pero no logró evadir a la custodia.

—Miran nada más, doña heroína de la justicia ha roto en llanto.—Las burlas volvieron a la boca de la custodia.—Vamos a darle un premio, tal vez un Oscar por su actuación de esta tarde.

Los demás comenzaron a reírse, solo Esperanza y sus compañeras se quedaron en silencio tras aquella escena.

La bienvenida continuó, ahora se enfocó en las otras dos que aprendieron la lección gracias a Esperanza y se quedaron calladas, simplemente contestaban un "si señora" cuando era requerido.

En ese lapso de tiempo les fueron explicadas las reglas de ese lugar así como las tareas que tendrían asignadas. Después se les entregó su uniforme y se les dió la bienvenida oficial con una cubetada de agua fría.

El tormento había empezado tan rápido que ni siquiera hubo tiempo para prepararse mentalmente para ello.

Esperanza fue trasladada al interior de aquella prisión después de ser exhibida en el patio. Ahí se cambió y fue llevada a la que sería su celda.

Aún trataba de asimilar lo vivido. Mientras tanto la encerraron con una compañera que de inmediato se sintió invadida en su espacio.

—¿Tú quién eres?—Le dijo mientras se acercaba retadoramente a ella.

—Hola, mi nombre es Esperanza.—Trató de ser noble y amable como era su forma de ser.—¿Cuál es el tuyo?

La inocente mujer no entendía el tipo de lugar al que babia llegado. Tenía un camino muy largo para averiguarlo. Ahí tendría el tiempo necesario para extraer y expirar las emociones de su alma, una que se encontraba atrapada en una prisión.



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En el texto hay: #drama, #tragedia, #romace

Editado: 15.04.2025

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