Prisionera del amor

Capitulo 20

Esperanza había quedado inconsciente durante un par de horas. Afortunadamente fue llevado para recibir atención médica. Esto gracias a que una de las compañeras de otra celda dió la alerta.

Al ser atendida pudo retomar su conocimiento en aquella cama que estaba muy desgastada pero que era lo mejor que tenían ahí.

—¿Dónde estoy?, ¿qué me pasó?—Preguntaba al abrir sus ojos.—Me duele mucho la cabeza.

—No te muevas.—Le ordenó una mujer que llevaba puesta una bata blanca.—Quedate en esa posición, será más fácil para las dos.

Esperanza no reaccionó del todo. Su mente tardó en recordar quién era y que ella estaba en prisión. Aún después de despertar, el fuerte golpe le siguió afectando.

La mujer de bata blanca estaba sentada a unos metros de ella. Desde ahí estaba anotando su reporte pues pretendía que Esperanza se fuera de ahí lo más pronto posible.

—Estuviste inconsciente dos horas. No es muy común pero pasó.—Continúo hablando con ella pues era parte del protocolo.—En cinco minutos te podrás levantar e irte de aquí. Te daré una pastilla para el dolor de cabeza y si sientes mareo solo debes acostarte.

Esperanza comenzó a recordar lo que le había pasado y se llenó de temor al tener que regresar a esa celda. Se levantó con mucha fuerza lo que provocó un mareo leve pero también que su compañera se inquietara.

—Por favor, no quiero regresar ahí.—Pidió con mucho temor y sentimiento en sus palabras.—Esa mujer casi me mata.

—¡Quédate ahí o llamaré a la custodia para que te amarren y no tendrás la pastilla!

La doctora intentó defenderse como pudo. Esto fue hacerlo de manera verbal amenazando con lo único que podía ofrecer que era la salud.

Parecía tenerle mucho miedo aún sin conocerla. Era normal en algunos casos ser precavida pues las reas se ponían agresivos e incluso pretendían dañar el cuerpo médico para salir de ahí de alguna forma.

Aún con todos esos antecedentes la doctora estaba exagerando en su manera de tratar a Esperanza, ciertamente quería prevenir acercarse.

—No lo repetiré otra vez, quédate ahí.

Esperanza acató la orden, se quedó sentada en la camilla y alzó las manos en señal de algún momento. Su cabeza aún dolía pero era más el temor de enfrentarse a Estela nuevamente. Aunque vio que la doctora también sentía temor.

—Yo no quiero hacerte daño.—Trató de dialogar con voz más calmada y desde esa distancia.—Seguramente pudiste ver que tengo un fuerte golpe, esa mujer me ha dañado todos los días.

—Seguramente no es algo menos a lo que una asesina psicópata como tú merezca.—La doctora se apresuró a llenar su hoja, quería salir de esa situación lo antes posible.

—¿Una asesina psicópata?—Preguntó muy sorprendido después de escuchar aquello.—A mi me metieron aquí por robo, pero le aseguro que yo soy inocente.

—Eso no me lo tienes que decir a mi.—Respondió aquella mujer con franqueza.—Yo solo estoy aquí para sanar heridas. Esa versión debes dársela al juez. Aunque con este perfil dudo que te crea.

—¿Cuál perfil?—Esperanza seguía desconcertada con aquello.—¿A qué se refiere exactamente?

—Todas las reas que entran aquí tienen un perfil médico y psicólogo.—Le comentó mientras terminaba su reporte.—Así nos damos cuenta de que tan peligrosas son o cómo sobrellevarlas. El tuyo es un caso excepcional. Por esa razón no me sorprenden los delitos que cometiste.

—Pero a mi nadie me evaluó. Llevo muy pocos días aquí.—Cada vez se asustaba más por lo que escuchaba.

—Quiza te lo hicieron en otro lado. Aún así los delitos que cometiste son muy graves. Pasarás una larga etapa aquí encerrada, quizá eso te ayude.—Se levantó para dirigirse a la puerta con la intención de llamar a la custodia.—No se cómo me dejan sola aquí con personas tan peligrosas. Es hora que te vayas.

—Espere por favor, solo un minuto. Escucheme.

La doctora sintió un poco de compasión por el tono de voz que usó Esperanza. No le pareció tan mala como se había imaginado aunque sabía que esos perfiles siempre se esconden hasta el momento de atacar.

—¿Qué quieres?—Habló un poco más agresiva.

—Tal vez esto se le haga muy extraño pero me han tendido una trampa.—Trató de hablar rápidamente sabiendo que esa era su única oportunidad de conseguir algo al ser escuchada.—Una mujer con mucho dinero ideó todo este plan y parece que me han inventado muchos delitos que yo no cometí.

La doctora escuchó pero era obvio que no le creía.

—Si usted pudiera evaluar por si sola mi perfil, se daría cuenta que todo eso es mentira.

—Mentira cómo las peleas con tu compañera de celda ¿no?—Le dijo con sarcasmo.—No te hagas la tonta, hemos visto todo e incluso el otro día la enviaste aquí con un golpe. A mí no me engañas.

—Eso lo he estado haciendo en defensa propia.—Se exaltó nuevamente para intentar explicar. Cosa que no le ayudó.—Yo me he sentido muy amenazada, ¿qué debí haber hecho?, ¿dejarme atacar de por vida?

La doctora la miró y aunque pudo reconocer la honestidad y frustración en su mirada, no se quiso involucrar más en eso.

—Yo no te puedo ayudar. Si tú estás aquí por lo que dices, es evidente que esa persona no te quiere y hará todo lo posible por dejarte aquí. Mejor acostumbrate a eso.—Golpeó la puerta.—Abra por favor, hemos terminado.

La custodia entró de inmediato y se dispuso a escuchar las indicaciones antes de llevarse a Esperanza.

—Deben darle otra de estas pastillas después de ocho horas. Será suficiente para el dolor.

—Muy bien. —Respondió muy seria.—Ya oíste, vámonos.

—Por favor no me lleven ahí, esa mujer es peligrosa.—El terror se apoderó de ella mientras suplicaba.—Si me llevan ahí, estaré en peligro puede matarme.

Pero ninguna de las dos le hizo caso, la custodia fue por ella y Esperanza intentó algo más.

—Además estoy embarazada, esto no puede segur así.



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En el texto hay: #drama, #tragedia, #romace

Editado: 15.04.2025

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