Prisionera del amor

Capitulo 22

Esperanza había sido atendida como era de esperarse. Aunque las órdenes de un jefe habían sido claras, la doctora como algunas de las custodias no permitían injusticias en ese estado.

Para empezar fue trasladada a otra celda lejos de Estela. Su nueva compañera se llamaba María y era mucho más amable. Con ella pudo tener una mejor interacción desde el inicio.

Conversamos acerca de cómo llegaron ahí mutuamente. María tenía mucho más tiempo que ella, misma en el que había aprendido muchas cosas y ya las utilizaba.

En esa prisión podían tener talleres donde su creativa era llevada al límite. Desde pulceras, costura, clases de escuela, entre otras cosas, eran escogidas y tomadas por aquellas que deseaban aprender algo.

El tiempo fue dadivoso con algunas de ellas quienes no tenían familia que les esperara en casa. Así vieron ese lugar como un hogar y una oportunidad para hacer algo provechoso de sus vidas.

Esperanza se sintió muy motivada tras escuchar esas historias. Nunca se había sentido atraído por las manualidades y estos trabajos, pero el hecho de aprender algo y pasar de mejor forma ese trago amargo, le hacia sentir bien.

Ella se sintió más atraída hacia la oportunidad de terminar sus estudios, así podría tener una mejor vida al salir de ahí.

Se sentía muy motivada por el embarazo que aunque no estaba confirmado aún por la ciencia, sus sentidos le indicaban que era verdad.

Ella se veía un futuro saliendo de ahí y deseaba cuidar a su hijo o hija ella misma, sin ayuda de nadie. Pero primero debería esforzarse y salir de ahí.

— ¿Hoy irás de nuevo con la doctora verdad?—Preguntó María a Esperanza mientras escuchaban algo de música.—Has ido todos estos días.

—Si, y hoy por fin me dará los resultados del embarazo.—Dijo muy emocionada, como sería a darle un gran premio.—Por fin podré demostrar que no estoy loca y me dejarán salir de aquí.

—No creo que funcione así.—Dijo María muy sería.—El hecho que estés embarazada solo te dará algunos beneficios. Pero no haré que salgas de aquí. Tus crímenes debes pagar.

—Ya se que no es así. Me refiero a que verán que no soy una loca y podrán revisar bien mi caso.

La conversación se vio interrumpida por una de las custodias que se llevaba a Esperanza para su revisión de rutina. Se les hizo extraño que fuera más temprano que lo cotidiano pero fue con gusto.

Caminaron sobre el sendero que ya comenzaba a ser rutinario, como al caminar por los pasillos de un hogar.

Al llegar abrió la puerta y se encontró con la sorpresa de que había una nueva doctora ahí y esa mujer ya la esperaba.

—Buenas tardes Esperanza.—Le dijo al verla.—Vienes por lo de tu embarazo, ¿cierto?

—Buenas tardes.—Respondió desconcertada.—Si señora.

Esta nueva doctora tenía un rostro más frío. Tenía mucho menos temor y hacia más contacto visual con ellas. Tenía su cabello negro recogido como el protocolo lo indicaba.

Esperanza había ganado confianza con la doctora anterior, eso le había dado un gran avance, pues aunque era muy prevenida, había logrado soltarse más. Incluso llegó a creer que le ayudaría a salir de ahí, pero en esos momentos se desvaneció su ilusión.

—Muy bien, debes saber que lo tuyo no es un embarazo.—Le dijo tan calmada que parecía una situación normal.—Es un problema en tus ovarios que requiere una operación. Afortunadamente han autorizado para que se te haga la operación correspondiente y puedes estar bien lo antes posible.

Esperanza sintió una gran desilusión al escucharlo pero no lo creyó del todo. Comenzó a cuestionar lo que le decían.

—Pero eso no puede ser. Yo estoy embarazada.—Seguia diciendo con firmeza.—No se que otro mal se refiere. Si me dejara hablar con la doctora Gutiérrez.

—La doctora ya no está aquí.—La interrumpió fríamente.—Me han dejado a cargo de todos los casos aquí. Si no me cree, podemos llamar a la jefa.

No fue necesario que alguien la llamara. La líder y encargada de ese lugar apareció ahí muy quitada de la pena como siempre.

Al verla, las custodias hicieron el saludo correspondiente y la doctora se levantó para saludarla con la mano. Esperanza por su parte también se levantó, no por gusto si no por obligación.

—Muy buenos días a todas. Hoy tenemos un claro ejemplo de la bondad que se puede adquirir en esta prisión.—Su tono era de burla, se movía como un pavorreal llamando la atención.—Nuestra reclusa Esperanza tiene una enfermedad que ninguna de nosotras quisiéramos tener. Afortunadamente para ella, nos han aprobado una suma de dinero para mejorar su salud. La doctora aquí presente, Susana Esquivel, será la encargada de hacerlo. Es todos una profesional y tenemos el honor de tenerla aquí. Podemos proceder inmediatamente.

Nunca se había presenciado algo así y las custodias lo sabían. Se miraron entre ellas comunicándose que algo raro pasaba.

—Por favor señorita. —Se refiero a Esperanza, le estaba hablando con un tono muy amable.—Para que sea acreedora a este beneficio, debe firmar aquí por favor.

La jefa había sacado unas hojas en donde pretendía reclutar la forma de Esperanza. La estaban presionando para que lo hiciera y lo más rápido posible. Sabían que si dejaban enfriar la situación, ella analizaría las cosas y no se dejaría operar.

Esperanza aún estaba desconsertada y no se creyó en ningún momento lo del falso embarazo. Había vivido lo suficiente en ese lugar para darse cuenta que eran capaces de todo con tal de llevar sus planes. Todos dirigidos por la mamá de Ulises quien desde la sombras no dejaba de meterse con ella.

—Vamos chicas, llevemos a esta mujer a su cita. Necesita ser operada.—La jefa había hablado.

Las custodias se miraron unas a otras pero no por mucho tiempo. No querían desobedecer y quedar enemistades con la jefa, eso era peligroso.

Con muchos jalones se la llevaron pues ella intentó resistir lo más que pudo. Sus lamentos podían escucharse a lo lejos. La puerta fue su aliada, de ahí se agarró para sostenerse y evitar ser llevada, pero tenía todas las de perder, la fuerza la superó y por fin lograron sacarla.



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En el texto hay: #drama, #tragedia, #romace

Editado: 15.04.2025

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