Pasaron algunas horas cuando ella despertó. Lo hizo muy agitada aunque también muy débil.
—No me han daño... déjenme ir.—Decia aún entre dientes.
Sus dos acompañantes se compararon de ella y admiraron la maldad que se vive en esos lugares y el alcance de las personas que desean hacer daño.
El abogado tenía que hacer su trabajo inspeccionado el lugar, aunque solo había sido un pretexto para ayudar a su buena amiga quien le pidió ese favor tras ser despedida de manera sospechosa de aquel penal.
Con lo visto, quería hacer un reconocimiento del lugar y ver qué tanto podía ver anormal.
—Me tengo que ir. Nos vemos más tarde.—Miró a Esperanza quien luchaba por recuperar del todo su conciencia.—Cuida a ese bello Ángel.
—Está en buenas manos.—Le respondió muy satisfecha.—Ve con calma y muchas gracias por arriesgarte y hacerme ese favor.
—No me podía negar después de que te debo tanto a ti.—Seguía mirando fijamente a Esperanza.—Ademas alguien debe evitar que pasen este tipo de cosas en el país.
La doctora solo escuchó y miró un momento a Esperanza también.
Ambos se separaron quedando ella al cuidado de la paciencia. Se dedicó a observar el lugar improvisado. Notó que había material costoso y de buena calidad. Algo que seguramente no iba a donar el instituto como la directora había dicho.
Recordó la historia que Esperanza le contó acerca de aquella familia rica y de una suegra que deseaba destruirla sin motivo. Comenzó a creer que todo eso era verdad pues había muchas pruebas a su favor.
Para empezar ella estaba embarazada y ahí habían tratado de hacer que abortara. Lo corroboró al ver todo eso y viendo la forma tan extraña en que la llevaron hasta ahí.
Solo Dios sabía que tanto más eran capaces de hacer.
La doctora se acercó a Esperanza para comprobar sus signos vitales así como el embarazo mismo. Su paciente recuperaba a cada instante más conciencia hasta que pudo hablar.
—Hola Laura.—Le dijo suavemente.—Pensé que te habías ido de aquí.
—Eso pretendía hacer pero afortunadamente pude regresar.—Respondió con una sonrisa.—¿Cómo te sientes?
—Me duele mucho mi cabeza.—Reaccinó de inmediato.—Ellas querían hacerme algo muy feo.—Se tocó su vientre.—Resistí lo más que pude.
—No te preocupes, llegamos justo a tiempo.—Trató de tranquilizarla.—Tu bebé está...
—Lo sé.—Interrumpió bruscamente.—Puedo sentirlo, él está bien.
Laura se quedó maravillada con aquella respuesta. Nunca espero que tuviera ese alcance maternal. Le dió mucha ternura esa situación.
Continuó revisandola. Lo hizo rápidamente pues ella ya no deseaba estar ahí. Al igual que Esperanza también corría peligro y sabía que no tendría el respaldo por siempre.
Conocía bastante bien a la directora así como lo vengativa que era y ahora se había puesto en su mira tras lo que hizo.
Su única opción era reunir pruebas necesarias para hacer que la corrieran. No tenía más remedio que seguir en aquella batalla que ya había comenzado. Tenía varios aliados pero la rapidez con la que se moviera le daría la oportunidad.
La doctora y Esperanza comenzaron a tener una breve conversación. En ese momento sintió la tranquilidad que hacía mucho tiempo había deseado tener. No había gritos, no tenía que estarse cuidando las espaldas para evitar recibir un golpe por parte de Estela. No le preocupaba que alguien más la estuviera vigilando. Estaba ahí tranquila con lo que podía llamar una amiga.
No sabía que rumbo tomaría su vida y si a partir de ahora podía mejorar, lo único que tenía claro era que tenía que darle lo mejor a su hijo buscando la forma de salir de ahí.
Su tranquilidad se vió interrumpida por una custodia que fue hasta ahí tocando la puerta.
De inmediato la doctora se levantó para abrir la puerta, sentía un poco de temor por lo que pudiera pasar.
La custodia llevaba dos porciones de comida en unos platos. Al entrar las miró con plan amistoso y les dijo.
—Deben de tener hambre. Les traigo esto.
Ambas se quedaron desconcertadas por aquellas acciones, no se esperaban que alguien le diera atenciones. Además daban por hecho que todas las custodias estaban del lado de la jefa, pero eso parecía ser una excepción.
—Coman rápido antes que la jefa nos vea.—Les pidió con voz baja.—Ella no sabe que estoy aquí y menos que les he traído esto.
Laura se acercó a ella muy cautelosamente para tomar los platos.
—No tenga miedo.—Dijo al notar su desconfianza.—No está envenenado ni es una trampa. Solo no me pareció lo que está pasando aquí e intento ayudar.
Tras esas palabras Esperanza quien aún estaba recostada en la cama le dió las gracias y eso sirvió para que la doctora tomara confianza y recibiera la comida.
Se acercó a su paciente y le dió el plato para que comiera.
—Disculpen la falta de agua pero se las traeré después. No podía con todo.
El agradecimiento llegó por parte de las dos mujeres que recibieron su ayuda. La custodia solo les sonrió y se fue de ahí para evitar ser vista.
Esperanza comenzó a comer con mucha desesperación. Había pasado mucho tiempo sin disfrutar una comida, todo el tiempo bajo el yugo de la prisión.
La doctora también decidió relajarse y comer lo que ahí le ofrecieron. Necesitaba ese merecido descanso después del riego que tomó para llegar hasta ahí.
Con ese pequeño rayo de luz, Esperanza recuperó la fé para confiar en que saldría de ahí. Parecía que todo lo malo se estaba esfumando y que cosas positivas estaban apareciendo en su vida.
También confiaba en lo que pudiera hacer su tío. Lo más difícil era haberla encontrado y saber sobre su situación actual. Ella estaba segura que lograrían sacarla de ahí. Solo tenía que resistir ese infierno que comenzaba a tener luz del cielo. Alguien no la había olvidado y estaba tras ellas dándole herramientas para seguir luchando. Ahora se estaba convirtiendo en una guerrera de la vida.