Prisionera del amor

Capitulo 26

—¡Mamá que gusto me da verte!—Gritó Esperanza muy emocionada mientras abrazaba a su madre.—¡No sabes cuánto te he extrañado!

—¡Y yo a ti mi pequeña!—No deseaba soltarla de sus brazos.—Todos los días había intentado verte, al fin me dejaron.

En esta ocasión le habían permitido ver a su familiar en la sala donde si podía haber contactado físico, esto porque ella ya no era considerada como una criminal de alto riesgo. Gracias a su nuevo abogado ya la nueva administración, se pudo dar esos cambios a su favor.

—No se qué pasó pero hoy fueron mucho más sutiles.—Dijo su madre entre lágrimas.—Antes me impedían verte, fue como si te estuvieran escondiendo de mí.

—Si mamá, han pasado muchas cosas.—Se sentaron en las bancas donde podía estar en aquellas visitas.—La anterior directora era muy mala persona. Ella estaba coludida con la señora Benz, la que planeó todo aquí y me tenían en malas condiciones. Me querían hacer algo horrible.

—No entiendo por qué esa señora hace eso.—Dijo con cara de preocupación.—¿De dónde le salió tanto odio hacia ti?

—Solo fue porque me enamoré de su hijo ya ella no le pareció.—Dijo Esperanza ya sin dolor y lágrimas, se había acostumbrado al dolor.—Te juro que nunca le hice nada, la traté con respeto y jamás le robe lo que dice.

—Tranquila hija, yo te creo.—La tomó de las manos muy fuerte.—Tu tío las ha tenido muy difíciles para lograr algo. Pero espero que con estos nuevos cambios que dices, él pueda lograr avances y te saquemos de aquí lo más pronto posible.

Su madre había recuperado la luz en el rostro, pero después de verla llegaron nuevas preocupaciones y dilemas en su mente. Ella se veía realmente mal, aunque le dijera que las cosas estaban mejorando, parecía que algo le estaba ocultando y de inmediato lo vínculo hacia el mal trato de la prisión.

—No te preocupes. Aquí también conocí a un gran abogado que está dispuesto a ayudarme.

—¿Un nuevo abogado?—Estaba desconcertada.—Pero si tú tío está como loco.

—Lo se mamá y se lo agradezco. —Dijo Esperanza tratando de calmar su angustia.—No te estoy diciendo que ya no requiero sus servicios. Simplemente te digo que puede tener una gran ayuda, ese hombre tiene muchas cualidades.

—¿Cómo lo conociste y por qué deseas ayudarte?—Dijo un poco molesta y pensativa.

A su madre no le había agradado para nada esa idea de un nuevo abogado. Su sentido ya se había activado y así se lo hizo notar.

—Estabas muy sometida, todos esos días sufriste y no nos dejaron verte.—Dijo con angustia e incertidumbre.—Yo no me creo que de pronto llegó un héroe que te va a ayudar de la nada. Para mí es un nuevo plan de esa señora para quitarle la oportunidad a ti tío.

Esperanza se quedó pensativa con ese nuevo análisis de su madre. Aunque todo parecía muy normal ya estaba siscada y podía haber algo de razón en lo que su madre decía. No podía confiar en nadie por su propio bien.

—No lo creo mamá, él es amigo de la doctora que me ha estado ayudando.—Suspiró profundamente.—Pero te prometo que tendré cuidado.

—Si hija por favor.—Le dijo igual de pensativa.—Nada mejor que la familia.

Esperanza y su madre tuvieron unos minutos para compartir mutuamente. Por primera vez en aquel mes, tuvo la oportunidad de hacerlo abiertamente. Hablaron del caso que la puso ahí. Su madre insistió mucho en que Ulises se enterara pero ella seguía sin querer eso.

Los motivos no importaban pero ella respetó esa decisión y acordaron el llevar las cosas más discretas.

Esperanza también quería saber cómo se llevaba su caso afuera. Sus amigas, conocidos, la vida en general que seguía aún sin su presencia.

La realidad fue muy dura en cuanto le respondió eso. Nadie se había interesado en lo más mínimo, ni ofrecieron ayuda. Era como si solo hubiese desaparecido y todo el mundo la olvidara.

En esos momentos supo quién si le apreciaba de corazón y la única persona estaba ahí, enfrente.

Con su embarazo le dió mucha nostalgia todo eso y no resistió más ante su madre.

—Antes que te vayas tienes que saber algo.—Le dijo entre lágrimas.—No quería decirte para no preocuparte de más. Pero no sé en cuánto tiempo te volveré a ver, así que lo tienes que saber... mamá, estoy embarazada.

La reacción de su madre fue con múltiples emociones en su rostro. Sopresa, emoción, tristeza, preocupación, molestia, encanto. Todo con esa simple frase que le dijo.

—¿Por qué no quieres que Ulises lo sepa?—Cuestioñó aún más su decisión.—¿Es el padre?

—Por supuesto que lo es.—Respondió indignada.—No he estado con ningún otro hombre.

—¿Pero cómo se te ocurrió?—Cambió su actitud a una más agresiva.

Su madre comenzó a agarraese la cabeza. sin duda esa noticia le había provocado un malestar que ya iba más allá de lo mental, se encarnó en lo físico.

Esperanza se preocupó y le pidió tranquiladad. No quería verla mal ni mucho menos perder a su más grande aliada. Esperanza pidió la asistencia de una persona de salud pero su madre la interrumpió.

—Estoy bien, solo necesito tomar aire.

La señora se levantó mientras una de las custodias llevaba hasta ella.

—¿Necesita algo señora?—Le preguntó con dureza.

—No, muchas gracias. Estoy bien.—La señora puso una cara más alegre indicando que ya se había recuperado.

—Muy bien, de todas formas debo avisarle que su tiempo se acabó.—Le dijo desde su posición.—Usted debe retirarse ya.

La señora asintió con la cabeza y miró a su hija para darle un beso y un abrazo. Esperanza sintió un poco de frialdad para esa situación y le dijo para finalizar.

—Mamá te lo dije porque eres mi única confidente.—La tomó de la mano.—Yo no planee que todo esto pasara así. Si cometí un error lo voy a compensar, lucharé.

Esperanza estaba dejando de ser aquella mujer sensible por convertirse en una decidida que lucharia por todo lo que quería... Como su embarazo.



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En el texto hay: #drama, #tragedia, #romace

Editado: 15.04.2025

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