La desesperación le había llegado muchas veces. Pensó que el proceso para que ella saliera sería mucho más rápido pero no fue así. A pesar de contar con la ayuda de un abogado prestigioso que contaba con absoluta experiencia, no fue tan fácil pues luchaba contra un poder económico muy fuerte.
Fuente desgastante para él, lo único que lo mantenía fijo era el deseo de ver libre a la mujer de la que cada día se enamoraba más.
En ella ya no miraba inocencia, veía una mandurez muy estable, fuerza de voluntad para soportarlo todo y querer seguir adelante. Una mujer que sin importar su procedencia, reportaba gran humanidad.
El caso también tuvo avances significativos. Logró ser escuchado por jueces con el poder suficiente para tomar una decisión de manera legal y no por sobornos. Sin embargo se determinará que habría un juicio para ese caso, uno que tardaría varios meses en llegar.
Esperanza se enteró de esto cuando ya tenía cinco meses de embarazo, mismo tiempo que había pasado en prisión y para cuando el juicio llegara, ese bebé ya estaría en sus brazos.
—Es demasiado tiempo.—Se expresó mientras hablaba con su abogado.—¿Por qué tengo que esperar tanto para un juicio así?
—Es el proceso. Nos enfrentamos a gente muy avara y corrupta.—Le respondió él con la intención de darle ánimos.—Tuvimos suerte de que este caso saliera a la luz y que pueda revisarse con un juicio. Además es tiempo suficiente para que nosotros como abogados podamos reunir pruebas suficientes para el caso. Créeme, tenemos solo una oportunidad y es esa.
El silencio se hizo presente. Esperanza seguía sin poder similar del todo lo que estaba pasando. Había muchas cosas en su mente, los cambios hormonales estaban haciendo mucho efecto en ella. Estaba mucho más explosiva e irritable.
Ayudó que en la prisión ya no eran tan estrictos y el mal trato se había terminado.
Ella había permanecido en una celda sola, ahí sintió el paso de los días más lentos pues necesitaba cierta compañía para conversar. Aunque agradecía el hecho de no estar con Estela.
En esos días hablaba mucho con el ser que se estaba formando en su vientre. Cosa bella de la vida que en cuanto la escuchaba, comenzaba a moverse como un pez en el agua deseoso de salir y rodearla. Esperanza sintió esa muestra de cariño y era suficiente para ella en aquella etapa dura y cruel en su vida.
La contra parte era que le recordaba a su padre, ese hombre que la había abandonado y del cual no sabía nada.
Su madre le dijo que él nunca fue a su casa para buscarla, no sintió arrepentimiento alguno y que quizás el ya había hecho su vida con su ex novia, aquella que en secreto conspiró con su madre para encerrar a su amada.
Eso le llenó de dolor, tenía tantas ganas de salir y contarle lo que estaba pasando, pero su orgullo era tan grande que incluso había planeado esconder lo de su bebé cuando lo viera en aquel juicio... si, ella creía y esperaba ese día para verlo.
Aunque sintiera mucho odio en su contra, Esperanza aún sentía un inmenso amor por él. Era algo totalmente opuesto. Ella deseaba que él no estuviera detrás de todo eso, que ni siquiera supiera lo que estaba pasando para así poder retomar lo suyo.
Por ratos sus emociones cambiaban a uno con más coraje pero se relajaba cuando salía de la celda para convivir con sus compañeras. Eran ratos de luz en el camino.
En cuanto a su abogado, se mantuvo firme en lo que sentía por ella y así se lo hizo saber. Al inicio ella lo rechazó pues no quería volver a confiar en el amor ni mucho menos se sentía lista.
Pero como fue avanzando el tiempo, al verlo tan atento por ella, que la quería a pesar de su embarazo, estar ahí en todo momento y sobre todo luchar por ella y su libertad, fue entrando en su corazón poco a poco hasta tener por el un cariño sincero.
No sabía si ese cariño le alcanzaba para tener algo más, una relación de pareja, considerando que estaba en una prisión y que no podía ofrecer nada más.
Lo que si sabía es que deseaba estar junto a él en todo momento y regresarle el apoyo que le dió en esa situación en donde todo mundo la abandonó. Ese hombre sin ninguna responsabilidad por ella, estaria ahí hasta el final como si Dios lo hubiera enviado después de tantas súplicas.
La necesidad también llegó para ella y es que en este país se consideraba un derecho el poder tener intimidad. Esperanza había pasado mucho tiempo sin tener contacto sexual y ahí encerrada el deseo de poder hacerlo era mucho mayor.
Ella se reunía con su abogado en esas citas pero lo hacían para hablar, así aprovechan el tiempo para planear el juicio y demás situaciones, pero un día todo cambió. Él la besó aún sin tener una relación clara. Podía sentir en ella el deseo por sentirse amada y tocada, así que aprovechó esa debilidad para encender la pasión.
Parecía que no pasaría de aquel beso que le robó, pero Esperanza dejó que lo demás pasara. Ambos se fueron de ahí a una de las habitaciones correspondientes para la visita conyugal.
Ella dejó de pensar y reflexionar pues si lo hacia era muy seguro que se arrepentiría así que no se detuvo. Fueron a ese cuarto, pequeño pero que tenía lo necesario para dejar fluir la interacción entre los cuerpos.
Beso a beso la pasión llegó hasta un extremo en que terminaron por quitarse la ropa y dejar que fluyera.
Ambos tenían muchas ganas, así que el acto se desempeñó muy rápido. No hubo mucho previo, fueron directos al clímax.
Al finalizar, ella se sintió más relajada y nada arrepentida, lo había disfrutado bastante y su semblante ya era otro. Había logrado hacer un vínculo especial con él que seguiría creciendo por el resto de su estancia ahí, y que él deseaba que fuera eterno.