Prisionera del amor

Capitulo 35

Esperanza no pudo contener sus sentimientos al momento de mirar a Ulises. Sintió en sus ojos las lágrimas salir por más que trataron de contenerlas. No fue fácil para ella al sentir que él también la miraba, pero tuvo que ser fuerte y seguir caminando.

El joven Benz también lo sintió, estaba frente al amor de su vida y su mente le trasladó hacia el pasado.

El juez ordenó que tomara su lugar y dió inicio a la sesión de una manera muy respetuosa.

Se llevaron a cabo las formalidades y continuaron nombrando a los abogados quienes estaban listos para realizar su trabajo.

Comenzó el de los Benz. El letrado tenía la intención de terminar rápidamente pues así se lo habían pedido.

Dió una recapitulación sobre lo resuelto en la sesión pasada.

Después pasó a lo más complicado, llamó a los testigos.

La primera en ser requerida fue el ama de llaves. Con esta mujer fue breve, pues solo se encargó de redactar lo que vio.

"Esa mujer entró a la casa y comenzó a desaparecer las cosas. Después de eso, me dediqué a observarla detenidamente y pude verla tomar las joyas de la señora. Días después los demás vieron la evidencia y la encontraron robando, tenía las joyas en su bolso.

El testimonio terminó con aquella anécdota. Esperanza sabía que no era verdad pero era un buen plan diseñado por la señora Benz quien era la intelectual y no su abogado como se podría esperar.

No hubo preguntas adicionales por parte del abogado pero si por su colega, el defensor de Esperanza.

Pasó al estrado y comenzó con su función.

—Usted asegura que vio a la acusada extraer las joyas ¿No es así?—La miró muy seriamente.

—Si, así es.—Respondió ella muy segura de si misma.

—Y luego ¿Cómo lograron exhibirla?—Siguió el cuestionario.

—La estuvimos vigilando y un día que fue a la casa.—Continúo relatando como chisme pasajero. —La señora tomó su bolsa y vio las joyas dentro de ella.

La señora Elena había trabajado en esa mansión desde hace mucho tiempo. No tuvo dudas en atender el llamado de la señora para fungir como testigo, pero ella carecía de criterio propio. Únicamente siguió las instrucciones que le dieron así como los diálogos, fue fácil para el abogado actuar en su contra con eso.

— ¿Llamaron a la policía en ese momento?—Preguntó muy astutamente.

—No... no lo sé.—Dijo Elena al ponerse nerviosa con el cuestionario.

—¿No lo sabes? Entonces ¿Cómo es qué llegó la señorita Esperanza aquí, si nadie llamó a la policía?

El silencio se hizo presente en un momento. Elena había olvidado esa parte por el nerviosismo. No le gustaba sentirse cuestionada. La señora Benz lo notó y pidió a su abogado con señas que interviniera.

—¡Protesta! Está acosando a mi clienta.—Dijo levantándose y dirigiéndose al juez.

—Protesta concedida.—Dijo él muy amablemente. Era evidente su compromiso con el caso.—Por favor sea más práctico con sus preguntas o suspendere su interrogatorio.

El abogado defensor hizo muecas pues sabía que no estaba incumpliendo ningún reglamento, pero estaba jugando un partido con el árbitro en su contra.

—Replantearé mi pregunta.—Comentó después de relajarse.—¿Usted denunció a la acusada?

—No, ese día ella se fue de la casa.—Dijo un poco más calmada.—Pero días después la señora se encargó de ir al ministerio y levantar la denuncia.

—Eso es todo su señoria. He terminado.

El abogado defensor se quedó con un buen sabor de boca después de lo ocurrido.

La testigo bajó del estrado y se fue a su asiento.

No sé imaginaban el porque puso cara de victoria pero estaba claro que algo tramaba.

Llegó el turno de pasar a la novia de Ulises. La hermosa modelo había estado expectante desde su lugar. Estaba mucho más nerviosa que la señora Elena. Tanto que dejó de ser cariñosa con Ulises. Había tenido la oportunidad de poner celosa a Esperanza desde ahí, besarlo o abrazarlo, pero no tuvo tiempo para eso. Estaba mucho más preocupada por la situación que sabía que estaba mal.

Pasó con mucha elegancia, la miraron todas las personas que ahí estaban. Esperanza volteó y lejos de sentir desprecio, sintió un poco de lástima por haberse encerrado con aquella familia.

Ni ella ni Ulises se veían felices. Estaba claro que solo estaban por compromiso y no por amor. La relación se había terminado desde que Esperanza llegó y eso le causó un poco de satisfacción.

Su infelicidad era muy notoria así que sintió alegría al saber que su vida no fuera la única que se rompiera en aquellos meses.

La testigo llegó y ahí se le pidió bajo juramento que dijera la verdad.

Ella en particular sintió un gran remordimiento al escuchar esas palabras, pues se imaginaba el sufrimiento que Esperanza tuvo en la cárcel solo por una mentira. Además se sintió amenazada pues su suegra ya ejercía un control así en ella y no dudaba que en algún momento le hiciera lo mismo o algo peor.

El primero en interrogarla fue el abogado de los Benz. Siguió lo establecido en las practicas previas.

—¿Usted estuvo presente cuando encontraron las joyas en la bolsa de la acusada?—En su pregunta faltó lo espontáneo y también la frescura de alguien interesado. Parecía como un robot hablando. —¿Señorita, me escuchó?

La hermosa modelo se quedó en silencio. Miró a toda la audiencia y parecía que no estaba escuchando al abogado.

—¿Puede responder?—Este insistió nuevamente

—Si, perdón.—Respondió ella regresando al ahora.—Asi es señor, yo estaba ahí.

La audiencia tomó nota del testimonio. Al final la joven retomó su papel y no se echó para atrás en aquello.

Las preguntas fueron breves como el caso anterior, solo que ella fue mucho más detallista en redactar los sucesos.

Después de unos minutos se dió por terminada la interrogación y tocó de nueva cuenta el turno al abogado defensor.

El comenzó por mirarla fijamente a manera de intimidación. Después de hacerlo le dijo.



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En el texto hay: #drama, #tragedia, #romace

Editado: 15.04.2025

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